¿Has estado en el Congreso de
Brujología?. No, chico, es que sabes, estas escobas de ahora no valen para
nada y cualquier ráfaga (volada) de
aire, te las dejas escodadas. Pero, ¿también tú crees en esas cosas?, pregunta
el licenciado. De momento, me siento disminuído.
Me repongo y le digo lo que le dijo el gallego, pero en aragonés: no creo en
las brujas, pero “ habene ,en hay de brujas”, y lo sé, porque he conocido y
conozco alguna de ellas e incluso algún
brujo. Se lo toma a cachondeo, y le digo: si
quieres ya te presentaré una.
Ahora el disminuido parece el profesor, aunque no fue mi intención apocarlo.
Todos me piden que les presente alguna
bruja, pero como ellas no poseen teléfono, ni tengo el libro de San Cipriano para convocarlas, se quedan con
las ganas. Cierto que también se las puede llamar quemando hojas secas de
higuera, pero en los Porches no hay higueras, aunque las ruinas estén cerca, y
si las hubiera, el guardia nos impediría hacer una hoguera en un lugar tan
céntrico.
Como no se puede cercionar con sus propios ojos, ponen fe en mí
y me dicen:¿pero tú has vito volar alguna bruja en su escoba?. Les contesto la
verdad: yo he visto volar brujas sin escoba, y he visto volar escobas sin
bruja. ¡Qué difícil lo pones!, No tanto; la gente llama brujas a esos remolinos
que forma el aire antes de las tormentas, y que son, en pequeño igual que los
tornados que salen en las películas americanas. Esos tornados son brujas malas,
porque acarrean desgracias, pero nuestros pequeños remolinos son más bien, para
mí, duendes traviesos que son brujas. También he visto volar escobas sobre
nuestrascipriano cabezas infantiles, dis- paradas por mujeres más o menos brujas,
más cuando no tenían motivos para pegarnos y menos o nada, cuando nuestro
comportamiento era el de auténticos duendes. Ahora nadie pega escobazos a los
niños, porque aparte de que los mangos se rompen, ya que no son como los de
antes, y van y te denuncian. Y de brujos ¿qué me dices?. Yo conocía a uno, que
era muy buena persona y tenía el libro de San Cipriano¸una vez le robaron un
arado y leyó dicho libro para que el ladrón se quedara, de por vida, cruzado en
una cama. Essan te labrador se tomaba la justicia por mano de San Cipriano.
Si alguno de ustedes se ve en tal
situación, procúrese de u Libro de San Cipriano. Aquíno quedan, pero me dijeron
que se puede adquirir en Portugal. Lo entenderán, porque el galaico-portugués
se parece al aragonés.
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