Te voy a contar un cuento.” ¿A
dónde irá ese barquito que cruza la mar serena?, “unos dicen que “pa” Cádiz y
otros que “pa” Cartagena”.
Al oír esta canción queda uno embelesado y
enamorado del mar. Este “llega a hacerse imprescindible y como un gran amor”.
Así se expresa Rosa Paz, añadiendo que la mar, como la tierra, resultan a veces
amargas. El barquito de vela, vela, que no se sabe si va pa Cádiz o pa
Cartagena, si es pesquero, lo más probable es que vaya a parar
secuestrado a algún puerto de la morería. Ya tiene bastantes motivos de
sufrimiento el marinero con su propio trabajo, con su soledad, sobre una cáscara de nuez, bailaba
y rebailaba por las olas que vienen no
se sabe de donde y que van, tampoco se sabe a dónde. Sólo le sirve de
referencia el sol, si luce, y le amarrarán
a tierra el recuerdo y el amor de los suyos, que cansados de tanta
espera, unas veces exclaman:”¡Me “cagüen” la mar serena!”. Y otras dicen:”¡Me
“cagüen” la mar salada!”.
Es impresionante ver enterrar a
un ser querido en la tierra; pero queda el consuelo de ir a rezar a su tumba y
depositar sobre ella un ramo de flores. Pero yo creo que es más impresionante
ver sumir en las aguas el cadáver de un marinero. Su tumba será insondable en
lo profundo e inabarcable en su extensión. Su madre, sobre una roca, pronunciará una oración, de la que harán eco
los acantilados, las olas y las borrascas. ¡Luego dicen que el pescado está
caro!.
Los oscenses estamos
acostumbrados a navegar por la tierra, y cuando uno de nosotros trabaja mucho,
se le dice: ¡cuanto navegas!. Navegando con el tractor sobre torrocos se
destroza la columna vertebral. Navegando sobre la más mullida superficie de las
olas del mar se destroza la columna con los reumas. Todo es navegar. Incluso
navegamos por la vida.
Antiguamente los aragoneses
buscaron la salida al mar por el Ebro, que dicen que es más estrecho que el
mar, pero de largo ¡habría que verlo!. Los catalanes nos cortaron la capa y eso
que dicen que hasta los peces del Mediterráneo llevaban las barras de Aragón.
También algunos aragoneses, como
mi hermano, se han lanzado a la mar e, irónicamente, los llamamos marineros de
secano. ¡Rosa!, tu tema si que interesa y tiene que ver con Huesca, porque
también hay oscenses enamorados del mar. Como tú.
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