Aragón y Navarra, fueron un reino
en el que se hablaba vascuence, pero la unión de Aragón con Cataluña, impidió
que Navarra cayera en la tentación de unirse a Aragón. Desde la carretera que
conduce desde el navarro Carcastillo hasta Ejea de los Caballeros, en la
provincia de Zaragoza, se llega antes a Sádaba. Desde esta carretera que
conduce desde Carcastillo hasta la zaragozana Sádaba, a la derecha se ven las
Bardenas de Navarra y Aragón. Y en este pueblo aragonés de Alera, se encuentra
una ganadería, donde se ven vacas bravas, cuyos novillos se llevan desde los
pueblos aragoneses y navarros a sus fiestas patronales. Esto no me lo contaron
sino que lo comprobé personalmente, pasando por Carcastillo, donde desviaron el
coche que nos conducía de este pueblo, para celebrar una fiesta de toros por
las calles del pueblo.
El castillo de Sádaba fue
reformado por Alfonso el Batallador, Rey de Navarra y de Aragón, enterrado en
la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca y fue el que conquistó Tudela.
Este ambiente taurino se da en
toda Navarra y en Aragón, tanto es así que en Pamplona ya existe una “liturgia”
especial para la celebración de las corridas de toros, pues a finales del
siglo XIX, se buscó la solución de “encorrerlos “ para orientarlos al encierre y luego se completó corriendo
delante de los toros, para encerrarlos con mayor facilidad.
Se orientaron las ceremonias
creando unas canciones en castellano y en vasco, pidiendo a San Fermín, que arreara a los toros, en la Cuesta de Santo Domingo. Se canta este
arreo a los toros, con las siguientes palabras pronunciadas a gritos: “A San
Fermín pedimos por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su
bendición”.
Ernest Hemingway pisó Pamplona
por primera vez en Julio de 1.923 y tanto le complacieron sus festejos que
repitió ese viaje en diversas ocasiones, la última en 1.959. Frecuentaba los
bares de la plaza del Castillo.
Se contemplaba la salida de los
toros del lugar donde los había descargado el camión, pero el encierro de los toros ponía los temperamentos
con espanto. El encierro de los toros enciende el terror en los corazones de
los que contemplan esta escena.” En la Enciclopedia Libre Wikipedia”, está escrito: ”Sólo un instante
dura la terrible escena. Delante de las fieras, y a todo correr, va la
muchedumbre por la estrecha calle de la Estafeta. De pronto tropieza alguno, en
éste se enredan los pies de los demás, y sobre el montón de los caídos, pasan
los toros, los mansos y los vaqueros. La algarabía es formidable”.
Hemingway , cuando llegó a
Pamplona, al llegar a ella, escribió así: “Las calles eran una masa sólida de
gentes danzando. La música era algo que golpeaba y latía con violencia. Todos
los carnavales que yo había visto palidecían en su comparación. Un cohete
reventó sobre nuestras cabezas con una explosión radiante, y la caña cayó a
nuestros pies zumbando. Los danzantes, bailaban antes de que pudiéramos
descargar las maletas del autobús…”Asistiendo a tres de sus corridas del año de 1.923,
interrumpida su celebración por tormentas, quedó su espíritu impresionado de
emoción”.
Fue tal la emoción
causada por Pamplona entre los Toros y el Café Iruña, en la Plaza del Castillo,
además de la asistencia a los Toros, admirar a Hemingway, sentado todos los
viajes que a través de los tiempos, realizó a Pamplona. “ y es que el Café
Iruña era y sigue siendo como el Palco de un Teatro, (la Plaza del
Castillo),desde donde se pueden ver, cómodamente sentados” las faenas
históricas y de guerra y de toros.
“Además, con la consumición en la mano, se sueña y se
ve la escenificación de las fiestas”. Pero no sólo contempló la escenificación
de las fiestas en las mesas del Café Iruña, sino que asistió a las vaquillas,
intentando sujetar la vaquilla que atacó a un colega suyo, En un acto solidario
Hemingway trató de sujetar a la vaquilla
,para que no dañara a su compañero, “pero la vaquilla respondiolé
ésta al norteamericano con otro revolcón para que entre ambos amigos no
hubiese envidias”.
Hemingway tuvo emociones más
profundas, cuando el año de 1.924, un toro corneó al joven Esteban Domeño,
natural de Sangüesa, que falleció a causa de esa cruel cornada. El desgraciado
joven no hubiera podido imaginar que su muerte fuera informada por todo el
Mundo, que lo escribió Ernest Hemingway en su novela “Fiesta”. Pero Hemingway
también sufrió en las corridas de Pamplona, tanto que escribió :”Si vais a ver
al Niño de la Palma, es posible que veáis la cobardía en su forma menos
atractiva: un trasero gordo, un cráneo calvo y la mayor ilusión por el exceso de cosméticos, y un aspecto de
precoz senilidad”. El público espera en los Sanfermines la mayos ilusión, pero
a veces tiene que tragarse la mayor desilusión.
No se han visto pueblos y
naciones que hayan manifestado mayor alegría, ilusión y fiestas tan alegres y
tan arriesgadas como Pamplona para San Fermín y el Premio Nobel, se sintió
envuelto en esa belleza, alegría e ilusión. Hay una colección de escritos de arte,
de humanidad y de descripción de pasajes de la vida, que Hemingway realizó
haciendo popular en el Mundo el ambiente de Pamplona y Navarra.
En la obra “ Hemingway en los
Sanfermines” se lee “pero Hemingway, no se conformaba con ver corridas de toros,
necesitaba sentir riesgo, peligro, miedo…¡Cómo si no lo iba a transmitir
después a sus lectores!. Es así como el miso día siete de Julio, Ernest corre
en el encierro con sus amigos y compatriotas, forzándoles seguidamente a
algunos de ellos a participar en la suelta
posterior de las vaquillas. Vive fiestas con plena intensidad, aunque
aunque en honor a la verdad justo es decir que este año, como los demás, Ernest y sus amigos apenas salen de la Olaza
del Castillo; el Hotel Quitana, el Hotel La Perla, el Bar Torino, el Café Iruña, el
Café Suizo….,este era el epicentro de la fiesta sin necesidad de abandonar la Plaza. En ella bebía, comía, reía, dormía, disputaba e incluso reñía, porque aquel
año Ernest no tuvo reparos en dedicarle unas duras palabras a su amigo Loeb en
la terraza del Iruña, palabras que estuvieron a punto de derivar en una opulenta
riña. Y Hemingway tampoco se pierde ninguna corrida de toros. Descubre y
admira, a Cayetano Ordóñez, Niño de la Palma; se enamora de su estilo, puro y
elegante; y decide que este matador tiene que ser uno de los protagonistas de su
futura novela. Juanito Quintana le permite conocer en persona al Niño de la Palma,
a quien tenía alojado en su hotel, y con quien mantenía una estrecha amistad”.
Pero estos bares de la Plaza eran
el centro de la ”Obra Maravillosa de Hemingway”, que recogía para San Fermín a
casi toda la población de Navarra, llena de rebaños de toros bravos , como los
que se encontraban en Aragón cerca de Carcastillo de Navarra y e todos los
valles de Navarra
Navarra, unidad española que se
sublevaba con los toros contemplados por Hemingway, que inmortalizo la belleza
“divina” de sus carreras por las calles de Pamplona.
Parece esta Fiesta de San Fermín,
acompañada por navarros, aragoneses, castellanos y de acompañantes de los toros
de Andalucía, un espectáculo “divino y humano”, que este año de 2.020, se ha
visto interrumpido por una triste historia atmosférica.
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