domingo, 23 de agosto de 2020

Oráculos y computadoras.-(de mi libro Claroscuros)



De los dioses paganos que habitan en las cumbres del Olimpo y gobernaban con mejor o peor fortuna a Grecia y a Roma, hemos pasado a los dioses ciudadanos, que habitan en las alturas de los rascacielos de Manhattan y gobiernan con la mala fortuna en universo mundo.
Aquellos dioses adoptaban figuras humanas, como las tienen los nuevos dioses, pero de igual manera que aquéllos llevaban túnicas, éstos de ahora dicen que llevan sombrero de copa, aunque yo no he tenido la oportunidad de ver a ninguno de los dos tipos de divinidad.
El dios Apolo, cuando se despojaba de sus vestiduras era la admiración de las diosas, dioses, ciudadanas y ciudadanos, y los ricos herederos, cuando van a bañarse con su figura apolínea, son también la admiración de divas, de divos, de  gachises  y de tordos. La Afrodita griega, que se bañaba en espumosas olas del mar Egeo, tenía su réplica en la Venus romana que se sumergía en las templadas ondas del mar Tirreno. Afrodita ante el espejo es un cuadro que inmortaliza a la diosa Helena y a la Venus de Milo es una escultura que representaba a la diosa romana. Ambas diosas a una debían estar para recreo de los dioses, según unos y según otros para sublimar el amor a altitudes poéticas.
Hay muchas réplicas modernas a esas diosas. Podía ser Brigitte, la francesa, equivalente  a la griega, pero bañándose en la Costa Azul, y podía ser Marylin, la americana, la émula de la romana, pero nadando en Miami Beach.
Había templos en que las sibilas interpretaban los oráculos. Fue famosa la sibila Eritrea y nombrado el oráculo de Delfos. Estas sibilas, bellísimas, interpretaban los oráculos y las prometían muy felices a los que querían conocer su porvenir, que cuanto más color de rosa les era presentado, mejores exvotos colgaban en las paredes del templo.
A consultar los oráculos iban desde los gobernantes hasta los ciudadanos más humildes.Aquellos querían saber la marcha de su empresa y el futuro de sus ciudades y los humildes preguntaban por sus amores y por la suerte de los suyos.
Hoy los oráculos son las computadoras, que desde países distantes nos programan, algunas veces con éxito, y otras como decía la vieja: de lejanas tierras, lejanas mentiras.
A nivel personal, muchos están programados por los  horócopos de los periódicos, que tienen la ventaja de que, cada uno, los puede interpretar de forma que  se vean triunfantes  en el amor, aunque sea cornudo y en las finanzas, tenga letras aceptadas para todos los días que le restan de vida.

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