Mi hermano era Capitán de Barco y
siempre estaba lejos de nosotros. Por eso tenía necesidad de comunicarnos sus
trabajos marineros y sus aventuras en las costas. Yo me ponía alegre cuando
recibía alguna carta, que me transmitía sus viajes marinos de un continente a
otro y en ellas me comunicaba sus recorridos por los puertos marinos, donde
practicaba el arte de comprar regalos para su esposa, hijos e incluso para sus
hermanos, en Siétamo.
“ Uno de los “ deportes” que más
practicamos los marinos es el “Shopping” o ir de compras. Al iniciar el viaje
llevamos una larga lista, para nuestra familia y amigos, de artículos que son
más baratos o artesanía de otros países.
Hay dos formas muy distintas de “shopping”.
Una es la que se practica en las urbes de Europa,vas a grandes almacenes como el
“Recorte Británico“ o las “Balconadas Apreciadas” yencuentras de todo,
dependientes que parecen ejecutivos, dependientas muy monas, muchas plantas,
ascensores, escalerasmetálicas y todo muy aséptico y a precio fijo.
La otra es más apasionante, es la
que se hace en Bazares Árabes,Africanos u Orientales. Entras en uno de ellos y nunca
sabes que vas a comprar, ni cuanto vas a pagar.
Es todo un rito, sin prisas,
cuando el propietario se da cuenta de que la compra puede ser importante, monta
su ceremonia. Media hora para desearte todas las bendiciones de Alá e
informarte del estado de salud de tu familia ,incluidos tus abuelos. Otro buen
rato para preparar y tomar un té. Si vas, por ejemplo, a comprar una alfombra,
antes te mostrará y ofrecerá y ofrecerá todo lo que hay en el bazar, lo último
las alfombras. Entonces comienza la compra propiamente dicha, pide una
cantidad, le ofreces la cuarta parte, discusión, tira y afloja, ……otra hora.
Al cabo de unas horas, del bazar
a donde has ido a comprar una alfombra, sales sin ella, pero con una jaula para
loros, una bandeja de cobre, una espingarda de imitación, una lámpara de bronce
y un espejo con marco de latón. No preguntes precios en el bazar de enfrente
porque te tirarás de los pocos pelos que te quedan.
No hace mucho tiempo, me contaron
el sistema que para comprar usaba un Mayordomo
que ha navegado muchos años en el
Buque Escuela “Juan Sebastián Elcano” y que, no quisiera equivocarme, se llama
Alfonso.
Alfonso me hablaba, elegía su
artículo e iba enseñando billetes al vendedor, cuando veía que sonreía, quitaba
billetes, menos sonrisas y así quita y por hasta que conseguía que el rostro
del árabe o chino fuera el vivo retrato
de la Mona Lisa, entonces quedaba cerrado el trato con el precio justo.”
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