domingo, 2 de mayo de 2021

Tres eran tres y acompañados por un niño y una niña-.

 

                                              Luis Manuel con su padre Luis.


El  hermano  mayor, Luis Manuel, quedó soltero y amigo de la Naturaleza, pues cuando venía de Bilbao a Siétamo, siendo todavía un niño, soñaba con la vida de los animales primitivos, como las culebras. Se sentaba frente a los cimientos de los pajares de la era, sobre una piedra y guardando silencio, pero cultivando su mente en las culebras, las esperaba que salieran de sus refugios no para matarlas, sino para cuidarlas en su domicilio. De esta afición después de unos cincuenta años, se sentía feliz y todavía en su domicilio de la provincia de Málaga, vive en su casa , acompañado por sus amigas las culebras, que también se han hecho amigas suyas. Mi sobrino, hijo de mi hermano Luis y de su esposa Pilar, veía vivir como compañeras suyas a las culebras, con cuya compañía se sentía feliz y distraído con su compañía, escribía documentos para pacificar la vida de sus clientes humanos.



Cuando se murió su buena y hermosa madre María Pilar, su esposo fue a Huesca a vivir acompañado por su hija, en Huesca. Y Luis Manuel, venía a Huesca y a Siétamo y en la era en que  todavía ha estado visitando, se sentaba en una piedra, frente a algunos agujeros, por los que penetraban las culebras. Yo lo observaba pero no le decía nada para no estorbar su ciego deseo a cazar alguna culebra. Yo respetaba su deseo de trabajo, para lograr la vida de alguna de sus culebras que trabajando y gozando con la vida pacífica de esos inteligentes animales, tratando con la compañía de los reptiles de unir la felicidad oculta de las culebras a la suya propia.  Y ahora, se preocupa de la total soledad de las culebras, cuando él se vaya de este Mundo y les dice a sus hermanas que las lleven a entregarlas a algún amante de la Natura, para no dejarlas solas. Pero sus hermanas no quieren sentir el dolor de la soledad de su hermano y le contestan que no se separe de ellas mientras viva.

María Pilar Arnal Calvo, murió en Bilbao y su esposo Luis Almudévar, acompañado de su hija  menor, a saber Natalia, vino a Huesca a vivir con su padre en la Plaza de la Inmaculada. Pero entonces casi una niña, se volvió a quedar sin padre y tuvo que lanzarse al mundo para buscar una nueva vida familiar. Se casó con Juanma y ahora junto a él luchará para vencer  la enfermedad . Yo en esta Natalia veo una parte de mi familia, a la que yo amo y que ella me ama a mí. Cuando nos encontramos nos abrazamos y nos apretamos ambos uno contra la otra, como si buscáramos la ausencia de nuestros familiares más queridos. 

El tiempo va pasando y yo para recordarle tiempos pasados de su familia paterna, la llevé con sus dos hijos a Castejón de Arbaniés, levantado en una erupción de la Geografía sobre el río Guatizalema. Desde un lugar elevado se contemplaban la Sierra de Guara y el pueblo de Arbaniés. Y al lado de la pared del corral de su casa, quedan restos de un depósito de agua, que la subía, desde el río hasta su casa Arnal, por una cadena, en la que el agua misma, subía  hasta de depósito.

En la compañía de Natalia visitamos las ruinas de su casa palaciega, provista de agua subida del río Guatizalema por un método mecánico, al depósito de Casa. Un día circulando en el coche por Castejón de Arbaniés, me encontré con un tío de Natalia, que bajaba de Castejón de          Arbaniés un viejo armario desde su primitiva casa, hasta Lérida. Pues no podía olvidar la vida de su casa original de Castejón de Arbaniés, silla en que se sentaban sus antecesores. La buena Natalia no podía olvidar recuerdos de aquella casa de sus abuelos, como tampoco la olvidaba su tío de apellido de Arnal , como ella. No podía llorar por que la casa de sus antepasados había sido abandonada por sus antecesores, pero sintió una melancolía de las distintas direcciones, que en la vida tenían que adoptar los humanos. Pero este abandono de una casa en lo alto de Castejón, no hacía llorar a ella ni a sus dos hijos, como la hacían sufrir a Natalia, al ver la enfermedad de su hermano, que la hizo abandonar su domicilio en Barcelona para ayudarle con todo su corazón. Luisito, entonces niño y hoy hombre mayor era el hijo primero de la familia Almudévar-Arnal y hoy sus hermanas Marina y Natalia, abandonan sus preocupaciones familiares y laborales por su hermano, que está sufriendo los quebrantos de su salud.

Yo con mis noventa años de edad, estoy sufriendo por no poder ir a ver a mi querido Luis, pero el día uno del mes de Mayo, me llama y me dice que quiere venir desde Málaga a Huesca para verme y yo, emocionado por el cariño de Luis, estoy intentando que no me surjan las lágrimas de mis ojos.

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