sábado, 1 de mayo de 2021

Juan Mantero, que piensa en el pecado.-

                                             


Este señor, ¿quién sabe de su vida?. Yo lo conozco por encontrármelo en un bar y descubro una bondad humana, que lo llevan a pensar en su cercano porvenir, ya que me informa muchos días que va a ver a su padre,  y él se subleva con sus pensamientos  y parece que sueña con la vida de su antecesor, que no le pone dificultades para acordarse de su propia vida. Yo no le conozco  sus pensamientos, pero, he observado que se acuerda de su propia vida y está intranquilo por la salud de su ya viejo padre.

Observando su salud, un tanto deteriorada, pues he visto como se sienta en un velador muy alto, con sillas también elevadas, que me ha dicho que lo hace así por las dificultades anatómico-físicas que él mismo sufre. Yo observo “su soledad bajo cero”,  ”acompañado  y solo, muerto en vida. Enfermo de bondad. Manipulando lo que queda de existencia consentida…y dormir sin soñar…especulando, CONVOCANDO  A SUS DEMONIOS COTIDIANOS”.

Yo ignoro el Mundo de la Guerra, pero ésta me ha enseñado a luchar y a tropezar con el enemigo y yo hombre que ha luchado, en estos momentos, ”cuando el cuello ya no aguante con mi testa” debía cortar aquellos recuerdos crueles e “imaginar grotescas formas de disfrazar aquellas  agonías”.

Recordando aquellas luchas “me volví impertinente, sé que soy galán, queriendo ser decente, me quedé después con mis ojos tristes y cesé de patán”. Y ahora después de tanta lucha “ me veo necesitado de tan sólo un par de palabras, un “te quiero”. ¡Dios mío como pide Juan Mantero, yo creo que al Señor: “Desgárrame el alma, si la encuentras. La oferté en pública subasta y, rechazada vaga en almoneda, reclamando su cura. Pero no existe medicina para el cáncer del alma.  Y vaga, paraliza mis pies o desborda mi estómago, haciendo que vomite mis versos más malditos. Después sube a mis ojos y entonces eyaculo mis lágrimas amargas. Tú desgárrame el alma, si la encuentras…”

Este hombre está arrepentido de guerrear, obligado por el poder y sigue viviendo arrepentido de las tristes consecuencias de las armas, pero su corazón está triste como se entristeció todo el Mundo. Y en el fin de su obra tiene una gran  Cruz, sobre una roca, con la que su corazón implora a Dios que la Paz reine en los corazones de los hombres.  

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