sábado, 8 de mayo de 2021

El hombre contemplando los cielos

 


 


El hombre contemplando los cielos, observa el efecto de las lluvias en la Naturaleza. Cuando era joven casi no llovía o al menos a mí me daba esa impresión. Y la causa era que la falta de agua,  era  en parte producida por la falta de árboles en los montes.  Casi no llovía porque los árboles eran cortados para quemarlos en sus hogares, alrededor de los cuales, calentándose en invierno, las familias se sentaban para conversar y decidir los proyectos que tenían para hacer determinados cultivos o para cuidar ganados en sus montes.

Y cuando caminabas por el monte de cultivo por el pueblo, te dabas cuenta de la ausencia de carrascas y si algún brote nacía, los campesinos lo cortaban y en los lomos de un asno, lo llevaban a su hogar para buscar calor en el mismo y según la costumbre antigua, en tiempos del conde de Aranda, no estaba permitido talar las carrascas que nacían por el Monte, sino que qué  se seleccionaban tres clases de tierra, una para que nacieran carrascas ,a las que se prohibía cortar para hacerlas arder en los hogares. Se prohibía cortar esas pequeñas carrascas que crecían, acompañadas por el tiempo y seguían este responsable uso, con un terreno en el que ya iban las carrasquillas creciendo y cuando llegaba la etapa tercera en que las carrascas alcanzaba un tamaño aprovechable para hacer leña de ellas, se les autorizaba a cortar esas ya crecidas carrascas.  

Aquellas tierras se conocían como Suertes del Carrascal, y estaban divididas en primer lugar por Suertes del Carrascal Elevadas, seguidas por las Suertes  de  carrascas de mediano tamaño, y por fin las Suertes, que se habían cortado sus pobladoras y esperaban ver nacer  carrasquillas y que ya no se dejaban pastorear en ellas, para que volvieran a crecer carrascas más recias.

El Barón de Siétamo y Conde de Aranda, mantenía la presencia de leña en el Monte de Siétamo, porque de lo contrario llegarían a desaparecer dichas plantas en el Monte.

Se estaban acabando las encinas en el Monte porque los hogares necesitaban leña para calentar sus comidas y tener un ambiente agradable en sus casas. Yo recuerdo la escasez de carrascas por el Monte, que me hacían temer las sombras para el ganado en el verano y los cortes de leña, hacían que creciese el calor del sol en el Monte, que hacían que su calor acortase las cosechas de los cereales.

La leña de las carrascas era muy buscada por los vendedores, de tacos de leña, para las cocinas de los pueblos y ciudades.

Hoy me ha llevado mi hijo por la ladera de la Sierra de Guara, me ha pasado por Coscullano y  por un antiguo carrascal hoy roturado y sembrado de cereales. Me ha pasado más abajo por los que antes fueron carrascales, convertidos hoy en  lucidos  almendrerales.  Se corre un camino hacia Arbaniés por un terreno quebrado, ocupado en gran parte por unas carrascas, que han crecido enormemente, desde que ya no se cortan, porque en las casas ya no se queman carrascas en sus hogares. Y está aquella zona habitada por almendreras y carrascas, pero son pocas las personas que por allí circulan.

Llegamos al Pueblo de Arbaniés, donde se encuentra uno con una antigua iglesia, en la que todavía se pueden contemplar pinturas románicas, que aguataron la destrucción de la Guerra Civil. Al lado de la iglesia se alza un frontón de piedra y en una casa, ya medio acabada por el tiempo, sobre cuya puerta se exhibe un Trébol.

En ella vivió hace ya muchísimos años un señor, que después de repartir el pan por el pueblo, emigró a Gerona y hoy está dicha casa a punto de caerse. Y delante de dicha puerta con su escudo encima, saqué una fotografía a este poético señor, que compuso poesías.  

Aquel pueblo recuerda el Alto Aragón y más desde  qué  un familiar suyo canta, como un “Angel”, jotas, que debajo de las carrascas y la almendreras que se desarrollan al pie mismo de la Sierra de Guara, hacen llorar de emoción, entre carrascas y almendreras, a quien por entre ellas pasa.

Este nombre de Arbaniés tiene su origen en la lengua vasca, pues cerca de Pamplona se levanta otro pueblo de Arbuniés.

Hoy, cuando sales de Arbaniés hacia el Sur, te acuerdas de que esa actual carretera hasta Castejón de Arbaniés, era un camino con dificultades, que siendo yo Diputado Provincial, se convirtió en carretera, que va desde Arbaniés a Siétamo.  Es un placer circular por esta carretera que parece jugar a un juego entre la carretera y el río Guatizalema.

  

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