A lo largo del año
se suceden los días y las noches, que luchan entre sí, ganando en general el
día a la noche, porque durante el día se trabaja y por la noche se va de
juerga. Pero hay periodos nocturnos, que caracterizan varias fechas del
calendario, como la de San Juan, la de San Fabián y San Sebastián, la de Animas
y las dos noches cercanas entre sí, como son la de Navidad y la Noche Vieja, en
las cuales el pueblo las vive y apoya sus significados y en ellas triunfa el
bien. Hoy un soriano de costumbres muy parecidas a las de los aragoneses de la
zona del Moncayo, cantaba: "Mañanitas de San Juan-mañanitas
sanjuaneras-que antes de salir el sol-La gente en la calle espera",
canción que se canta para San Juan, que además de promover la belleza de la
noche, casi la más larga del año, la sed del agua, que mana proveniente del
invierno en las fuentes de los pueblos y el placer de respirar el rocío
nocturno, alude a la gente, al pueblo que "en la calle espera". La
gente, el pueblo en tal noche rinde culto al agua, porque ha llegado el solsticio
estival, lleno de magia entre los paganos y de devociones cristianas, como hemos podido ver en lo que ocurría en la
ermita de Cillas. No sólo acude el
pueblo oscense, sino también el pueblo de las Cinco Villas, llega a tal lugar a
rendir culto al agua, por medio de San Juan Bautista, que recuerda a todos su
bautismo, cuando se sanjuanan, cuando se
curan por medio del agua de San Juan. Dios mío, que ilusión tiene el pueblo en
esta noche, pues en mi pueblo la gente recoge las "manzanetas de San
Juan", chiquitinas y royas y tan buenas de comer. Recogen las flores de
los tilos y se remojan en la fuente pública, armando "chabisque" e
incluso algunos se meten en la pila, como lo hacía Trullenque. Algunos más
exquisitos se beben el rocío, que como perlas acuosas está colgado de los
pétalos de las flores. El escuchar las "Mañanas de ilusión- mañanitas
sanjuaneras-Que antes de salir el sol-La gente en la calle espera", te
hacen creer que el agua tiene virtud y verdaderamente algo tiene el agua cuando
la bendicen y, más ésta bendecida por San Juan, "que hace que antes de salir el sol -la
gente en la calle espere". En los Pirineos predomina lo mágico y recuerdan
a una especie de Hadas, a las que llaman "as moras de os ibons", que
dicen se aparecían a los de Sallent.
Guardaban el agua para hacer la aspersión sobre los enfermos humanos y animales
y se preveía el uso del agua para apagar el fuego.
En esta noche de
San Juan hemos rendido culto al agua, pero en la de los santos Fabián y
Sebastián, se rinde culto al fuego, pues mientras dura el sol, los niños y
mozos de mi pueblo se dedicaban a recoger fajos de leña y tozas, por las casas.
Con ellos preparaban una gran "ripa", a la que prendían fuego cuando
llegaban las sombras nocturnas. Me acuerdo, cuando era pequeño de ver saltar a
los mozos por encima de las llamas y de un mozo, que se ponía sobre sus hombros
un niño "ancoliquetas", y se paseaba sobre las brasas, levantando
chispas, pero sin quemarse los pies.
Se arremolinaba la
gente alrededor de la hoguera y corría la bota de mano en mano, hasta que se
armaba una porque el pueblo en sus peticiones de agua para regar, no ha sido
escuchado y el mismo se ha olvidado de sí mismo, cuando caminaba por las
brasas.
Organizaban una
gran algarabía, al comenzar todos a gritar entusiamados: ¡Viva San Fabián y San
Sebastián!.En el silencio de la noche retumbaba la voz del pueblo y lo
escuchaban la silenciosa "choliva", mientras algún gorrión o alguna
chirla se lanzaban al vacío.
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