Yo no soy andaluz, soy aragonés, pero sin embargo, me gusta Andalucía y repasando la Historia de Aragón de Juan Utrilla, leo que un geógrafo árabe, a saber el famoso Aludir, describe a Wasqa como “una ciudad de Alandalús, rodeada por dos murallas de piedra y describe a Zaragoza, como la Saracusta árabe, de sobrenombre Albayda o la Blanca, porque sus murallas eran de mármoles blanquísimos que brillaban como la sal gema, siendo la capital de la frontera superior de Alandalús”.
Y esta afirmación se demuestra con la existencia, todavía hoy en día, de la monumental Aljafería, donde se desarrolló una Escuela de Filosofía Islámica, más relacionada con el Islam Oriental que con el de Córdoba. En Huesca todavía se conserva una puerta de herradura, de la antigua Mezquita, convertida en Catedral tras la conquista por los cristianos. Esa puerta de herradura se encuentra en la parte baja de los terrenos catedralicios, cerca de la calle Forment. Don Federico Balaguer me dijo que cerca del claustro viejo, se encontraban bastantes restos arquitectónicos árabes, añadiéndome coloquialmente, que no sabía si quedaban más, porque no había pasado por allí, desde hacía “un siglo”. Añadió que se podría reparar algún resto árabe, como en la Seo de Zaragoza, donde tantos restos musulmanes se han reconstruido. Don Antonio Durán Gudiol decía que poniéndose uno frente a la Catedral, a la derecha vería una torre, que suponía que sería un minarete árabe de la antigua Mezquita de Huesca. También se encuentran monedas árabes y en casa de Escar (Torre Justo), se encontraron vasijas de barro, para atarlas al círculo de una noria, que al girar, las sacaba llenas de agua, que entre otras cosas utilizaban para regar; igualmente se encontraron jarras para servir agua en las comidas, típicamente morunas. En la Catedral de Roda se conservan prendas de tejidos netamente árabes. Los cristianos tenían en Huesca su iglesia mozárabe, donde actualmente se encuentra la de San Pedro el Viejo. Más tarde construyeron una iglesia románica, en cuyo estilo la Provincia de Huesca es muy rica. Huesca estaba en el Norte de la frontera cristiana y la musulmana y así como es muy rica en el estilo románico, Teruel y Zaragoza, lo son en el estilo mudéjar. El arte mudéjar lo practicaban los moriscos, que eran musulmanes y en 1613 fueron expulsados de España. Así como Zaragoza y Teruel están llenas de iglesias y de cubiertas de madera de estilo mudéjar, cuando en otras zonas europeas se desarrollaba el estilo gótico, en Huesca tenemos la participación arquitectónica árabe en la parte alta de la torre del pueblo de Nueno, en la iglesia de Alcubierre, en la de Torralba de Aragón, en la de Montmesa, etc.,etc. En la ermita de la puebla de Castro, hay una techumbre mudéjar y en la Catedral de Barbastro, dicen que salió una de esas pinturas mudéjares.
A lo largo de la Historia se van dando coincidencias entre Andalucía y Aragón, y leyendo al gran aragonés Joaquín Costa, vemos como escribe románticamente que los nombres toponímicos subieron desde Andalucía a Huesca y a Barbastro. ¿Escribía de broma o quería aproximarnos con el parecido entre diversos nombres?.
Huesca y Huescar tienen sus nombres casi iguales, pero además entre los que repoblaron la ciudad granadina, se encontraban numerosos navarros, de tal manera que todavía hoy se escucha en dicha ciudad, a veces, cantar jotas. En Huescar hay una gran devoción a las Santas Nunila y Alodia,nacidas en Adahuesca y martirizadas en Huesca por sus parientes moros. Por los años 824-826 los Banu-Qasi, gobernaban la Barbotania y Huesca, estando emparentados con la estirpe vascona de los Iñiguez, siendo amigos políticos de los Reyes de Pamplona. Echaron los cadáveres en un pozo y como la zona de Navarra y la de Huesca eran una misma región vascongada, luchando juntas por conseguir la independencia, cuando los navarros se enteraron del martirio, fueron rápidamente a buscar al pozo las reliquias, que estaban en una zona dominada por los musulmanes, es decir encima del Mercado de Huesca. Llevaron las reliquias a Leyre, al lado del pueblo aragonés de Tiermas y allí siguen en su mayoría, porque además de llevar restos a Adahuesca, “el conde de Lerín, que era navarro recibió en donación la villa de Huescar, repoblada mayoritariamente por navarros y al tomar posesión, llevó del monasterio de Leire una reliquia de las santas, poniendo bajo su advocación la iglesia reconquistada”. Escribe el padre Tomás Moral: “El apasionamiento y afán de apropiarse las santas para su calendario local, había llevado a los modernos historiadores andaluces a situar el martirio en la propia región andaluza”. Ya el Padre Huesca rechazó la tesis con argumentos convincentes e históricamente comprobables. Don Antonio Durán encontró en el Archivo de la Catedral de Huesca documentos que prueban de un modo irrefutable que las Santas Nunila y Alodia nacieron en Adahuesca y fueron martirizadas en Huesca. El Monasterio de Leyre mantuvo la devoción a dichas santas. No puedo olvidarme de la Ermita de las Mártires, que se encuentra en esta ciudad de Huesca, que habría que arreglar para que los oscenses sigamos yendo todos los días veintiuno de Octubre a venerar y recordar a Nunila y a Alodia. También sería necesario arreglar nuestra colina, donde se encuentran la Ermita y el Cementerio Histórico, donde yace el gran héroe republicano oscense y sus compañeros de Egea de los Caballeros. Todo esto lo cuenta la Historia, pero también lo canta la poesía de Lorca, que dice así: ”Los cien enamorados-duermen para siempre-bajo la tierra seca” y en esta tierra de Huesca, también seca, además de dormir el héroe republicano, hay en Siétamo “un cementerio moruno, sin pared, que nadie sabía que allí estaba, con la única señal de estar rodeado de carrascas, pero sin ningún árbol dentro de él, sin ninguna cruz, pero con las tumbas mirando al sol saliente, como ocurre en el cementerio, también descubierto en Avila, hace poco tiempo”. En 1610 fueron expulsados los moriscos, pero “el rey Don Alfonso el Batallador, en 1125 había ya instalado en Zaragoza y en en San Miguel de Huesca a numerosos mozárabes, traídos por él mismo, en su expedición a tierras levantinas y andaluzas, de la misma forma en que más tarde, a medida que Andalucía iba siendo reconquistada, se iba poblando por aragoneses, navarros y otros, como hemos visto con Huescar. Es curioso como en tal población se cantan todavía jotas, cuyo origen es navarro-aragonés. No somos, por tanto los aragoneses y los andaluces extraños entre nosotros, sino españoles. La mitad de la población hispano-romana-visigoda profesaba ya la religión islámica. Estos musulmanes de origen autóctono y muladíes por tanto, fueron mayoría en la sociedad andalusí. El valenciano Doctor Lliso Genovés afirma “que los convertidos al Islam dieron origen a toda la población musulmana de Huesca”. Por ejemplo Iñigo Arista, navarro-aragonés, tenía un hermanastro que fue rey moro.
Los aragoneses que somos procedentes de la Montaña Pirenáica, somos más lentos en el pensar, somos observadores, vamos con la cabeza baja, pensando y meditando. El andaluz también es filósofo, pero tiene más retórica y más gracia y más larga conversación. Aquí las procesiones son mucho más silenciosas que las andaluzas. Y uno se explica fácilmente la reacción de Blas Infante como contestación a la miseria(ya superada), cuando dijo de Andalucía que era” la tierra más alegre de los hombres más tristes”. La poesía aragonesa no es como la andaluza, sino más triste, pues si se moría una persona, sus familiares se ponían de luto, que algunas veces llevaban hasta el fin de sus días. Eso de poesía triste se explica, en parte, por las letras populares de la Jota, tan cortas, de sólo cuatro versos de ocho sílabas solamente, pero con sentido, como aquella que ya tendrá cerca de cien años y que dice así: ”Para que ponen leones –en la puerta del Congreso- si para robar a España-sobra con los que hay adentro”. Don Antonio Machado decía del cante jondo, que esas coplas “se cantan y se sienten, nacen del corazón, no de la inteligencia, y están más hechas de gritos que de palabras…”
En un diario de Aragón, escribía Don José Manuel Blecua sobre “la ausencia de lirismo y de imaginación en el aragonés, pero con el didactismo, el amor a la norma, a la exactitud, lo ejemplar, lo ético y la claridad” El poeta Rosendo Tello “admite como características de la poesía aragonesa una especial tosquedad en el verso, una ocultación sistemática del sentimiento, descuido formal y un cierto desgarro afectivo”. Para Manuel Pinillos la poesía aragonesa apenas si existe. Es una poesía descriptiva, pero llena de sentimientos encubiertos y como dice Rosendo Tello “con un cierto desgarro afectivo” Así es la poesía, escrita por un hombre de pueblo, llamado Antonio Larraz Barraca, nacido en Loarre, pero que vivió en Siétamo, casado con Joaquina Latre Rodrigo: “El oficio del boyero-es un oficio muy chulo,- toda la semana labran- y el domingo lo primero-lo primero es ir misa-lo segundo es almorzar – y lo tercero es pensar, donde hay que ir-para hacer mal.- Allá en la huerta del Piojo. Hay un alto panizar, - ¡entra royo, entra moreno, que allí os vais a fartar!.-Nos sacamos la baraja- y nos ponemos a jugar. Mora se juega su duro,- pero Labarta un real- y Moreta el pan de alforja-por no llevar capital!.La podemos comparar con otra poesía andaluza: ”Yo iba de peregrina-y me cogiste de la mano-fuimos cortando las flores-que crecen nuevas en Mayo- y me di cuenta enseguida- que ya estaba enamorada”. Después de leer estos versos se comprueba la teoría de Don Antonio Machado, que dice así: ”Es el sabor popular, -que encierra todo el saber:- que es saber sufrir, amar,- morirse y aborrecer”.
Yo tuve una amiga (¿se puede tener un amigo o amiga que no sean humanos?, que era una burreta, del mismo color que tenía Platero, al que Juan Ramón “sacó por el ronzal hasta las puertas de la vida”. Vivía Platera en mi casa ya antes de la Guerra Civil y después de ella. Yo, le ponía con exagerada frecuencia su ronzal, porque con el fin de montarme sobre sus lomos, la llevaba al abrevadero a beber agua; ella bajaba la cuesta despacio, pero cuando la volvía hacia mi casa, emprendía un galope veloz, tanto que en cierta ocasión me caí al suelo, dejándome una señal en mi cabeza y ella se escapó a la era de casa, para comer trigo abundante.
No soy andaluz, pero acaso ¿no siento en mí, como una influencia antigua del medio ambiente de Huesca, que me lleva a identificarme con Al-Andalus?.
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