Cuando uno no
sabe algo que le preocupa, lo normal es que lo pregunte. Los de mi pueblo,
cuando tal les ocurre, se dicen: ”Déjame
preguntale-né a Fulano” y van y “l’en preguntan”. Este lío de la
nacionalidad aragonesa yo no lo entendía
y actuando como un vecino más de Siétamo, me dije: “ Déjame preguntale-ne “ a
Don Pedro Abarca de Bolea, que es paisano mío. Me subí al coche y lo enderecé
hacia San Juan de la Peña, donde yace el Conde de Aranda, Barón de Siétamo y
donde se empezó a formar la nacionalidad aragonesa. En el camino, y esperando
ansioso la contestación, voy haciendo consideraciones sobre el tema que me preocupa.
Yo soy de nacionalidad española, porque soy español de nación, “nacencia” o
nacimiento, pero a palabra nacionalidad se refiere también a la “condición y
carácter peculiar” de cada uno de los pueblos que forman u estado
independiente. Esta Tierra que veo desde el coche es aragonesa, pero no veo
gente, no veo pueblo. ¡Tal vez sea un territorio o una reserva!. Estas zonas en
Norteamérica, por lo menos albergan indios; a lo mejor aquí las reservan para
que cacen y pesquen nuestros vecinos.
Al pasar por un
salto de agua, me acordé que también pueden utilizar el territorio para obtener
energía, ya que en algunos de nuestros pueblos, como cerca de Jaca, casi no
gastan luz. Estas “barucas” llenaban mi cabeza, cuando al llegar a Bernués, vi
seis niños apoyados en una pared en la que ponía: “L’aragonés t’a escuela”. Me
sentí más optimista y vi más claro el futuro. Al pasar por encima de Botaya, me
acordé del pasado, haciendo memoria de una bisabuela mía, allí nacida. Me quedé
con las ganas de bajar, pero no lo hice porque me urgía la contestación a la
pregunta que iba a plantear a mi paisano.sa
Llegué con
respeto a su tumba, y le hice mi pregunta en aragonés y en castellano, pero no
me contestó. Creí entender que me invitaba a leer sus ideas, que están
plasmadas en algunos libros. Asó lo he hecho y me he dado cuenta de que un
español tan ilustre (general, embajador, presidente del Consejo de Castilla),
no tiene embarazo alguno en hablar de la nación aragonesa. Lo que es evidente
es la condición y el carácter peculiar de los distintos pueblos de España.
Nosotros tenemos pudor de resaltar ese hecho diferencial, pero nuestros pueblos
vecinos, se nos han declarado diferentes. ¿Qué vamos a hacer?. Tenemos mucho en
común y hay que fomentar más lo que nos une que lo que nos separa, pero si
ellos son nacionalidad, nosotros también.
Los que pasan La
Canal no son sólo los de Ansó, la pasan también los chesos y la vuelven a
pasar. Con esto quiero decir que si nuestros vecinos han pasado,
constitucionalmente, la canal de la nacionalidad, nosotros tenemos historia,
leyes, karte, fablas y todo lo que haga falta para pasarla con la misma
dignidad, pero teniendo en cuenta que nuestras leyes forales son más antiguas.
Las
nacionalidades, si ven a su lado teritorios o regiones, las querrán incorporar
y se convertirán en internacionales. En nuestra Montaña se ven nombres en
lenguas extrañas, de hoteles, chalets y telehuevos, y nosotros y nosotros
carecemos de estao para poner esos nombres en agagonés. Si un pueblo se llama
Santolaria, lo rebautizamos con Santa Eulalia, y al mismo tiempo, donde los
hispanos ponen “Alto”, nosotros ponemos “Stop”
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