sábado, 5 de septiembre de 2020

Pensamiento colectivo, lo piensan también mis conocidos


 
La persistencia de la memoria, original de Salvador Dalí
Cuando pienso, me doy cuenta de que todo lo que pienso es “colectivo”. Todo lo que yo sueño cuando estoy dormido, me parece que también lo sueñan mis conocidos y supongo que también lo soñarán aquellos que no conozco. Es natural que sean los conocidos los que sueñan situaciones, porque en alguna ocasión, me han contado el relato que les iluminó su mente, aunque no siempre uno puede recordar perfectamente los “sueños”, que le circularon por sus cerebros y al despertarse de “esos sus sueños”, no siempre la descripción de  los  mismos corresponde a un pensamiento normal. El soñar sueños que nos representan imágenes que al despertar nos parecen imposibles, ¿hacen de nuestro cerebro un aparato que busca la perfección o es ésta la que la evolución nos inspira un progreso hacia una inteligencia más voluminosa?.
¿Está haciendo la evolución de nuestro cerebro un principio revolucionario, que nos lleva a un progreso hacia una inteligencia más voluminosa?. ¿Por qué causa esas imágenes que aparecen en nuestro cerebro, que guarda parte de quienes somos, son materiales o del cuerpo y no del espíritu?. Porque el cuerpo no se encuentra como un ser eterno y esas imágenes que aparecen en nuestros sueños, aparecen y desaparecen, como si la Creación estuviera jugando con el tránsito de la vida del cuerpo con la vida eterna de aquellas figuras, que aparecen semi ocultas, en los sueños del hombre.
¿PORQUÉ ESOS SUEÑOS NOCTURNOS que se producen en nuestras cabezas, son sólo materiales o son un escape de los hombres de la muerte hacia la vida eterna?. No lo sé, pero me hacen soñar en una vida futura, allá arriba, en el cielo. La muerte viene en los hombres con continuidad, pero esos sueños nocturnos ¿no serán una profecía divina del Señor de que son promesas, no claras como el agua, de que así como desaparece el cuerpo, esas profecías misteriosas, están realizándose en los hombres que mueren, para subir al Cielo?.
“Tu cuerpo reacciona a los sueños como si estuviera despierto”, pero no recibe la luz de la vida y de la muerte y lo deja absorto en su marcha por la vida”. Sólo Dios posee la luz de la vida y de la muerte, pero deja al hombre libre de su marcha por el Mundo y deja a los hombres en una situación que no es la misma para el hombre que busca la libertad  y que no es la misma para el que busca el desprecio de Dios, por ser discípulo del Demonio.
Y la vida sigue corriendo y yo me acuerdo de haber soñado aventuras en mis sueños, de los que ¡cosa extraña!, no recuerdo, pero mi amigo Joaquín Borruel Buil, nacido en Siétamo, en su libro de memorias sobre La Villa de Romeral, escribió : “ Hace un par de años, soñé que subía Miscón (Monte de la Sierra Guara). A media ladera entré en un paraje extraño, apocalíptico. Hasta el aire era de color ceniza. Caminaba yo por entre unos reductos estrechos, de poco más de un metro de anchura y por entre paredes de un metro y medio de altura. Las paredes estaban hechas con losas y el suelo era de losas troceadas y resbaladizas. Por supuesto no había ni una brizna de hierba, ni un hálito de vida. Todo era silencio y desolación. El camino parecía no tener fin. Cuanto más caminaba, más camino se iba abriendo delante de mí. Y en cada encrucijada, a derecha e izquierda, los callejones se perdían entre una broza cenizosa.
Parecía que, más que haber subido a Miscón, con sus yerbas y hábitos aromáticos, hubiera bajado a las profundidades del AVERNO sin que sus miasmas me afectaran, o al inframundo, o al Seol del Antiguo Testamento, donde van a parar los muertos para convertirse en cenizas. Un poco amedrentado di media vuelta para salir corriendo y se terminó mi fantasmagórico sueño”.
“En la noche del 3 al 4 de Junio de 2,015, soñé  que iba yo desde el horno al barrio de la Cruz, todo estaba oscuro y solitario. Al llegar a casa de Guiral vi una luz, quise llamar pero pensé que debía ser el hijo de la casa que, por cosas del campo, se le había hecho tarde y en lugar de ir a Huesca, se había quedado a vivir en el pueblo. Seguí adelante y al llegar a casa de Olaria  me encontré con un muro alto y recio como el de un castillo, adosada a la pared había una escalera sin barandilla y al final de ella una puerta pequeña que daba entrada a un estrecho pasadizo oscuro. Palpé con la mano y me pareció tocar a un sujeto, bajé las escaleras corriendo e intentando esconder la cartera en cualquier rendija sin encontrarla. Aquello ya no era el camino, ni la terraza de Franco ni el corral de López, ni la era de Guiral, era un espacio rectangular con unas paredes de unos tres metros de altura, recias como las paredes de un patio de armas de un castillo; sólo había una ventana que daba,más o menos, a casa de Guiral. Me dirigí a ella, pero en aquel momento saltó por la ventana otro sujeto; me vi perdido, me arrinconaron por casa de Nastasia, yo me defendía como podía…, me dieron un puñetazo en la cara y caí por tierra. La realidad de este sueño es que al darme el puñetazo me caí de verdad de la cama y, de bruces, me encontré en el suelo.  El puñetazo y el dolor que sentí…¡debieron de ser el coscorrón que me di con la mesilla!”.
 ¡Qué situación encontraría Joaquín Borruel Buil entre el contraste de su sueño con su caída de bruces, al pie de la cama, donde se golpeó con la mesilla!.
La situación de mi hijo Ignacio, en el lecho del Hospital de la Seguridad Social de Huesca, sometía su consciencia a una situación de la que se acuerda, pues, estaba en su lecho, gozando o sufriendo de su condición de enfermo, provocada por el COVID-19, que le impulsaba a nadar dormido, por el líquido, que él no distinguía si era agua u orina. Ignacio se acuerda de sus movimientos que soñaba como natatorios y todavía los recuerda, con su salud recuperada.    
Ese estar muriendo o tratando de vencer la muerte, es un recuerdo que le ha hecho agradecer a los médicos y enfermeras del Hospital, su lucha contra esa muerte. Su curación de un paso seguro a la muerte, conmovió su corazón ( material o espiritual) y al ser dado de alta y despedirse del totalmente caritativo Hospital, hincó sus rodillas en el suelo en la Sala de Despedida y dio sus gracias al Señor, despedido de nuevo a la Vida, por aquellos Sanitarios, tan unidos a esa Vida y tan cercanos a la muerte.
Todos llevamos dentro un dios y un demonio. Y todos hemos escuchado a budistas, que dicen: “La mente no controlada es el diablo”.

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