viernes, 1 de enero de 2021

Día 12 de Mayo de 1.996. A don Domingo Buesa Conde.

 



“Ilmo. Sr. Don Domingo Buesa. Respetado profesor y digo respetado porque es el pensamiento que me inspira verlo después de haberlo oído hablar durante las conferencias que ha pronunciado en Huesca en el Genaro Poza, sobre el Románico y el Gótico. No sólo habla de capiteles y ojivas sino que le preocupa el Poder Supremo y lo está usted, viviendo en la Naturaleza, en el hombre y sus filosofías, en los pensadores clásicos como Aristóteles en los cipreses elegantes y en las   más rústicas carrascas; lo está viendo en la Arquitectura y en las artes ornamentales y se aproxima al sonido de la música, ya sea civil o religiosa.

En una de sus fotocopias están dos rostros humanos como modelos para sacar de ellos motivos de arte y en  consecuencia, me atrevo a mandarle una fotografía no muy buena, completada con un dibujo de una pieza ornamental de no sé qué iglesia, que representa un ser humano o que pretende serlo con su cabeza, sus insinuantes ojos y orejas, su cuello, sus hombros, su camisa, su pecho, dos manzanas… y una granada, que puede recordar el órgano productor de  óvulos y los pies pequeños, que no le permitan correr su curso de marcha por el Mundo.

La lucha por la economía es consecuentemente por el poder entre las catedrales y los monasterios, que me hizo recordar lo que ocurrió entre la Catedral de Huesca y el Monasterio de Montearagón.

Sancho Ramírez, antes de conquistar la ciudad, prometió al Monasterio que estaba construyendo y que le iba a hacer entrega  de la Mezquita Mayor de Huesca, donde hoy está situada la Catedral. Sancho murió en la muralla de Huesca, pero su hijo Pedro al entrar en la misma, quiso cumplir la promesa de su padre y, tras veinte días de discusión, tuvo que entregar la Mezquita a la Catedral, comparando a Montearagón con otra obra. Después de este primer incidente, estando siempre el Obispo y el Abad, discutiendo la adjudicación de las cuentas religiosas que se iban a establecer en los pueblos a medida que se conquistaban a los moros. Felipe II, al parecer fue quien devolvió el mando a la gótica catedral oscense.

Me ha hecho meditar mucho la exposición del difunto alemán,(Carlos primero) que no se mueve nada, la del que es llevado a hombros por unos pobres hombres tapados, para ensalzar la figura del difunto con su casco y con su espada y ambos difuntos ¿consolados?, por la música, no recuerdo si dijiste  redonda, que pretende recordar la resurrección particular de cada difunto o la de todos unificados en el Hombre- Dios, que no ha muerto.

¡Cómo hablas de la Virgen!, la ves como trono de tu hijo, como parte de la vida del Niño-Dios, como su consuelo, como parte de la Redención. De todo esto me acuerdo cuando hacías sonar el Stabat Mater  Dolorosa, juxta crucem lacrimosa, dum pendebat Filius.

Y para acabar te tengo que dar una explicación y es que mi memoria ha padecido un bajón al ser operado de la  cabeza y entonces, en lugar de subir a Jaca el sábado , día 11 de Mayo de 1.996, creí que debíamos hacerlo el domingo, día 12. Llamé a María Teresa Arroyos para preguntarle la hora y me dijo que el viaje estaba realizado y que, además de otros, tú habías preguntado. Lo siento enormemente, porque la Catedral de Jaca la he visitado un día , para la Guerra Civil, en la que durante un bombardeo, entré en ella , acompañado por mi noble madre, tirados en el suelo de la Catedral, horrorizados por los estallidos de las bombas.

Me hubiera gustado despedirme de tal obra Románica, bajo la inspiración de tus palabras, pero en fin, hágase la voluntad de Dios.

Sólo me queda haciéndote caso de tu amor a la música sagrada, rekzar el Veni Creator Spiritu, mentes tuorum visita-Imple superna Gratia, que Tu creasti pectora. Amen.

Domingo Buesa Conde, recibe el testimonio de un discípulo tuyo, que ya mayor ha recibido el bien de tu palabra.”

Pero todavía faltaba tiempo el 25 de Junio de 2.002, que se imprimió el día de Santa Orosia, para que yo escuchara los hechos históricos relatados por Domingo Buesa Conde, pero el día 12 de mayo de 1-996, yo le escuché, en Huesca, una conferencia que relataba  la Antigua Historia de Jaca.

Yo estaba en Jaca, siendo un niño y con mi padre, don Paco Ripa y mis hermanos, contemplé la unión de los jacetanos con los de Yebra de Basa, en la procesión a la que asistían personas, a las que se tenía por endemoniadas.

El jacetano que me regaló el libro Historia de una ciudad es Miguel Lagrava Gastón con apellidos frecuentes en la Jacetania. El nació en Jaca y sus pensamientos giran por los Pirineos.

Tengo unos recuerdos, que Domingo Buesa Conde, ha “pintado” como escenas de Jaca, que le hacen conservar un recuerdo histórico a todos sus ciudadanos.

Pero hoy es Jaca el retrato de una superpoblación moderna, de los que acuden a esta ciudad,  buscando la ciencia y la felicidad.

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