Paco Giral artista especial de toros y caballos.
Contrastes absolutos se
contemplan en los cuadros de Paco Giral, pues al lado de unos movimientos de
dos caballeros, montados sobre sus caballos, manejando sus garrochas para derribar
a un toro, por medio de la operación, que ellos llaman de acoso y derribo,
usada para probar genéticamente a los toros machos, están los movimientos del
toro. Este, después de derribado se levanta, para acometer a los caballeros y a
sus caballos, que con sus movimientos, lo han derribado. En el siguiente
cuadro, a continuación del acoso y del
derribo, el caballero y el caballo, unidos como si ambos fueran parte de un
centauro, parecen huir del toro, que genéticamente está demostrando su furia,
para que nadie le humille arrojándolo al suelo, como si él fuera un rey de los
prados de Salamanca, de Andalucía.o de la Baja Navarra.
Contrastes absolutos se
contemplan entre la actividad del toro, defendiendo su dignidad con sus
embestidas, usando sus astas y los movimientos de los garrochistas, que con
habilidad y a veces con verdadero arte, utilizando sus garrochas, lanzan al
toro sobre el suelo y la paz de que gozan aquellos animales, a la sombra de las
encinas, podadas con amplitud, para que repartan sombra y derramen sus bellotas
por el prado, para que los toros llenen sus panzas. Allí están los toros,
plantados sobre sus remos, quietos como las carrascas plantadas sobre dicho
prado, con actitud pacífica, sin verse acosados y sin acosar a los hombres. No se
mueven, sino que observan a Paco, que los está observando para sacarles
un bello retrato, en tanto al otro lado del rebaño, alejado se distingue un
garrochista que los vigila.
Dan ganas de alcanzar la
felicidad que experimentan los toros en aquello momentos de paz y bienestar y
esta felicidad se alcanza por unos momentos, al ver aquel cuadro en que un
señor maduro con el cabello blanco por las canas, cubierto con un elegante sombrero y vestido
con ropas de conductor de coche de caballo, conduce el coche tirado por dos
caballos, uno blanco y otro castaño y
conduciéndolos por medio de las riendas, y portando entre sus manos una vara
flexible, mientras observa el campo y los árboles, como paseando su cuerpo por
la tierra y su espíritu por el cielo.
Por su edad parece que ama
la paz, como la aman los toros en el prado a la sombra de las verdes encinas.
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