miércoles, 13 de enero de 2021

Exposición de pintura de Paco Giral.-

 


                           Paco Giral artista especial de toros y caballos.            

Contrastes absolutos se contemplan en los cuadros de Paco Giral, pues al lado de unos movimientos de dos caballeros, montados sobre sus caballos, manejando sus garrochas para derribar a un toro, por medio de la operación, que ellos llaman de acoso y derribo, usada para probar genéticamente a los toros machos, están los movimientos del toro. Este, después de derribado se levanta, para acometer a los caballeros y a sus caballos, que con sus movimientos, lo han derribado. En el siguiente cuadro, a continuación  del acoso y del derribo, el caballero y el caballo, unidos como si ambos fueran parte de un centauro, parecen huir del toro, que genéticamente está demostrando su furia, para que nadie le humille arrojándolo al suelo, como si él fuera un rey de los prados de Salamanca, de Andalucía.o de la Baja Navarra.

Contrastes absolutos se contemplan entre la actividad del toro, defendiendo su dignidad con sus embestidas, usando sus astas y los movimientos de los garrochistas, que con habilidad y a veces con verdadero arte, utilizando sus garrochas, lanzan al toro sobre el suelo y la paz de que gozan aquellos animales, a la sombra de las encinas, podadas con amplitud, para que repartan sombra y derramen sus bellotas por el prado, para que los toros llenen sus panzas. Allí están los toros, plantados sobre sus remos, quietos como las carrascas plantadas sobre dicho prado, con actitud pacífica, sin verse acosados y sin acosar a los hombres. No se mueven,  sino que observan  a Paco, que los está observando para sacarles un bello retrato, en tanto al otro lado del rebaño, alejado se distingue un garrochista que los vigila.

Dan ganas de alcanzar la felicidad que experimentan los toros en aquello momentos de paz y bienestar y esta felicidad se alcanza por unos momentos, al ver aquel cuadro en que un señor maduro con el cabello blanco por las canas,  cubierto con un elegante sombrero y vestido con ropas de conductor de coche de caballo, conduce el coche tirado por dos caballos,  uno blanco y otro castaño y conduciéndolos por medio de las riendas, y portando entre sus manos una vara flexible, mientras observa el campo y los árboles, como paseando su cuerpo por la tierra y su espíritu por el cielo.

Por su edad parece que ama la paz, como la aman los toros en el prado a la sombra de las verdes encinas.

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