domingo, 24 de enero de 2021

El petirrojo

 



¿Dónde te metes petirrojo, que te busco por los campos, por la sierra, entre los artos, las gabarderas y ontinares? ¿Es que huyes en verano de estas tierras en las que el agua parece que se reserva caprichosa para el otoño y el invierno? Me han dicho que te han visto este verano en las montañas de Bielsa, que saltabas a intervalos por el suelo y por las ramas de los pinos, te deslizabas ligero por las espesas malezas y buscabas los insectos: ¡Rubecula pinetorum! A tu definición de rubecula añaden, en latín, las palabras latinas pinetorum, porque te gusta volar por los pinos, foliorum porque te escondes tras las hojas y silvestris, porque eres silvestre y al mismo tiempo de trato familiaris, porque familiarmente te aproximas en invierno a las puertas de las casas. Y es que eres familiar con los humanos, no les temes y a ellos te aproximas. Me contaba un leñador o leñazero que buscabas su compañía cuando comía en la puerta de su borda y al llegar la nieve en el invierno a nuestro Somontano te acercabas a las puertas de las viviendas en los pueblos, como buscando la comida y el calor de nuestras gentes.

Hoy estamos en otoño y te he visto describiendo curvas con tus vuelos, entre las plantas del maíz, y es que tal vez hayas previsto la llegada de la nieve a la montaña y hayas bajado a este Somontano, a comer los insectos y las bayas que maduran abundantes en arbustos de caminos y de huertos.


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