sábado, 16 de enero de 2021

Urbs Osca.-

 


En estos últimos días del invierno, cuando yo voy paseando por los parques y las calles de esta ciudad de Huesca, ¡de repente!, entre el mal tiempo revuelto y frío, que hace correr a la gente, a la poca gente que circula, se me iluminan los ojos con una luz solar deslumbrante, que se filtra entre las ramas deshojadas de los árboles o atraviesa las calles, para besar una fachada, unas veces vieja, pero otras nueva. Esa luz, que uno no sabe si es natural o está  infiltrada por los contaminantes que llenan nuestra vida, al iluminar esas dos fachadas, a saber la vieja y la nueva señala dos aspectos de la misma, uno el pasado en la fachada vieja y otro el presente en la fachada nueva: el tiempo actual con un sol deslumbrante pero contaminado y el pasado con aquel sol tan apetecido y tan buscado por personas y animales "juntamente";tiempos en los que se cantaba:"sal, sal caracol, saca tus cuernos al sol, que tu madre está  en el sol y tu padre en la caseta empinando la boteta".Y como los caracoles, se unían después de la lluvia para bañarse en el sol, las mujeres, unas jóvenes y otras viejas, también buscaban un carasol y  cosían y cosían unas, mientras otras se peinaban a sí mismas o a sus vecinas, sentadas en sus pequeñas silletas que el domingo llevaban a la iglesia, para asistir a misa y algunas limpiaban el pelo de los niños para evitar que en él  organizasen su vida los pequeños liendres de los piojos.

Huesca tiene su pasado, su presente y su futuro, pero siempre es y siempre será  Huesca, y queremos que sea una Huesca mejor y por esa razón los oscenses tenemos que recordar los ricos tesoros de historia, de cultura y de civilización de nuestra ciudad, recordando a San Lorenzo, a San Orencio, a Santa Paciencia y al Santo Cristo de los Milagros, al que ahora veneramos como lo veneraron nuestros antepasados y antecesores hace ya, quinientos años. Tenemos que recordar también a los primitivos vasco-ibéricos, a los celtas, a Sertorio y a los romanos, a nuestros reyes navarros y aragoneses, a nuestra Universidad, al Temple, a los hermanos Argensola, a San José de Calasanz, a Artiga, autor de la construcción del pantano de Arguis y a tantos otros  como a Joaquín Costa.

Si, es precisa una actitud, enclavada en el pasado y en el presente para que el futuro de nuestros hijos sea feliz, como escribe Valle Inclán en su poesía que dice así:"Tañía en la gloria del alba-una campana celestial-y el alma de( las yerbas)los hombres iba-trémula de amor y de humildad-a juntarse con la campana -en el aire lleno de paz".Si, un aire lleno de paz y de felicidad.

Hemos de acordarnos de aquellas mujeres y de esos hombres que vivían en esas casas viejas a las que besa el sol, igual que besa la Iglesia del antiguo convento de Santa Rosa, que nos debe recordar a la Madre Berride, a la que le pasaba como a nosotros "cuando llevan al Señor Sacramentado por las calles en las procesiones de la Catedral, San Lorenzo y Santo Domingo", que toda ella se llenaba de gozo y de paz. Para la Madre Berride todo era templo, desde la Catedral de piedra, pasando por Santo Domingo, por Salas y por ella misma "parca en el sueño", trabajadora en su casa, asistiendo a los pobres con lo que renunciaba para ella, escuchando la lectura de "la doctrina de Fray Luis de Granada, de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz, pasando los distintos grados de las Moradas, gozando de los éxtasis místicos, rezando por España, por Aragón y por los problemas de Huesca, a saber pestes y sequías".

 Si nos acordamos de Arguis, construiremos los pantanos de Montearagón y de Biscarrués, que harán que no sean necesarias tantas rogativas, pero si hay que organizarlas nos acordaremos de la Madre Berride, que las hacía en Santo Domingo, en los Dolores de Monflorite, en el Viñedo del Somontano, en Salas y en la Catedral dirigidas al Santo Cristo de los Milagros. En cierta ocasión se organizó una romería para pedirle a San Orencio la lluvia y fueron los oscenses a Loreto; al acabar la rogativa empezó a llover intensamente, de tal forma que los munícipes y el clero se quedaron a dormir en Huerrios, pero la Madre Berride, sacrificada ella, se fué a Huesca.Y en Huesca siguen los restos de la Madre porque primeramente se enterraron en Santo Domingo, luego en Santa Rosa la vieja y por fin, esta depositada en el nuevo Colegio de la misma Santa. Ahí podéis ir a rezarle.

 

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