martes, 5 de enero de 2021

El Doctor Don Antonio Lacleta

 


Ha recibido este conocido y querido doctor, la Medalla al Mérito Profesional de la Real Academia de Medicina de Zaragoza. Y los ciudadanos que hemos contemplado su vida, como él mismo ha contemplado la nuestra, en periodos de salud y de enfermedad, nos hemos encontrado con una satisfacción, en nuestros corazones. Porque hemos estado pendientes de nuestra salud, a través de su fonendoscopio, aparato explorador de nuestra respiración y a través de sus manos, de nuestra circulación sanguínea y, dentro de su actividad vital, en la Medicina, en la política y muchas otras actividades, él demostraba un interés enorme por nuestros cuerpos y por qué no decirlo, en nuestra sicología, en nuestras actividades, en nuestra vida. Porque a “Lacleta”, como lo llamaba la gente, lo encontrabas, lo mismo en algún acto religioso, ya dedicado al Santo Cristo de los Milagros o al Patrono de Huesca, San Lorenzo, como podías encontrarlo en actos políticos en el Ayuntamiento o en cualquier acto humano, que a veces no puedes olvidar. Por ejemplo, cuando murió mi padre en la ciudad de Huesca, en medio de la tensión dolorosa del momento, llamé a Don Antonio Lacleta, que a los pocos instantes, apareció con su porte tranquilo y sereno, y en pocos minutos, hizo que el cuerpo de mi padre, se encontrara en Siétamo. Y ahora, yo, te encuentro en el ambiente amplio, donde se respira a café, sentado en un corro de sillones, donde te reúnes cada día, con varios amigos, ya jubilados de las actividades de sus vidas, como tú,  de tus múltiples actividades médicas, políticas, urbanísticas, de preocupación por el pasar de los desgraciados, por las festivas en que en cierta ocasión, en que estabas bailando con María Antonia Vázquez, esposa de José Antonio Llanas Almudévar, tu enamorada esposa Luz, os separó. Tu esposa ha sido verdaderamente la luz de tu vida y entre ambos habéis traído a la vida, otros hombres que os imitan  vuestras cualidades. Y allí estabas, sentado en el sillón hotelero, con tus noventa años, encima  tu cerebro y en el interior  tu anatomía. Esos noventa años no le pesan, si no todo el amor que ha tenido a los que conoció en su paso por esta vida. Ese interés  humano no lo debe a sus noventa años,  que no le pesan, si no a su pasado, ya que siempre se ha interesado por los que sufren algún dolor en sus cuerpos, pues siendo Doctor en Medicina, se ha interesado por el destino del hombre, pero no sólo del físico,  sino de su psicología, ya que llegó a ser Alcalde de la ciudad de Huesca y quedó relacionado con todos los seres humanos de esta ciudad. Al pasar por el Hotel, sentí una larga ausencia de su personalidad, porque siempre que tuve una conversación con él, me llenaba de satisfacción su amabilidad, su rectitud y sobre todo el amor que ha tenido a lo largo de su vida con  todos los que se cruzaron con él, en el camino. A pesar de su avanzada edad, está en el sillón del Café, como un rey en su trono y domina la conversación entre todos sus compañeros, que cada día acuden a escucharle. A veces, calla y agacha la mirada, pasándose una mano por el rostro; parece ser una mano fuerte, una varita mágica, que se pasa por delante de sus ojos, iluminado su cerebro. Es un aragonés puro,  pues con su apellido no puede confundirse con un individuo de lejana raza, pues su apellido de La –Cleta, en las lenguas pirináicas, quiere decir puerta y valla, que rodean un espacio, en el que se cuidan reses de ganado. Es un apellido simbólico porque en su vida ha cuidado siempre el ganado con espíritu, amor e nteligencia,  de sus compañeros en la vida. He comentado su trabajo y sus festivales en su paso por la suya, pero nunca le he oído quejarse del accidente mortal de un hijo suyo, que lo está esperando, allá arriba, en la Gloria.                                       

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