Desde
hace cerca de mil doscientos años, se ha venerado a San Urbez y se han escrito
numerosos temas sobre su vida y milagros. Son conocidos los libros de don
Mariano Orús Villacampa y del Obispo don Damián Iguacen. Pero yo conozco temas
de la vida, la muerte y la quema de su
cuerpo el 17 de Octubre de 1936. Los conozco salidos de las siguientes fuentes
de hijos de Nocito y de todo el Somontano.
Hace
unos días me encontré en el Hospital de San Jorge a Segundo Nasarre, natural de
Nocito y seguidor ferviente de San Urbez. En cierta ocasión en Hostal de Ipiés
atropelló con su camión a un niño, al que en el Hospital daban por muerto y
Segundo con su esposa se despojó de los zapatos y andando subió al Santuario de
San Urbez, para rogar por la salud del
niño. Cuando bajó ya había pasado el peligro y sanó como si hubiera nacido otra
vez. Siempre han creído los montañeses en los milagros de su patrono montañés y
le han pedido la lluvia cuando la sequía amenazaba las cosechas.
A
los pocos días me encontré a Urbez Nasarre,
hijo de Simón Nasarre Lardiés, “santero”
toda su vida de la iglesia dedicada a San Urbez, en Nocito. Este escribió el
día quince de Julio de 1962, una carta a Don Mariano Orús, que residía en
Barbastro, explicando lo que allí
hicieron unos “autores que no eran conocidos”, pero su madre estuvo viendo toda
la quema que encendieron sus autores, “pues la hicieron estar allí hasta que se
marcharon”. Al acabar la carta dice de “San Urbez que es el patrono de la
Montaña y Abogado de la lluvia, que muchas veces le vinieron a pedir agua y
siempre fuimos socorridos, cosa que me lo vi yo”. Me preguntó el amigo Urbez si
yo iba a asistir a fin de Julio a los actos que se van a celebrar en honor del Santo.
Le dije que mi hijo asistiría seguramente, pues además de ser gran devoto del
santo, éste estuvo en Olivito, pequeño pueblo entre Siétamo y Ola. En casa Otal
de Ola guardan una piedra en la se acostaba San Urbez y dicen en el pueblo que
en cierta ocasión ante la necesidad de agua para beber el ganado, lanzó en el
Saso su vara, que se clavó en la tierra y surgió una fuente en la zona
denominada El Señorío, que todavía suministra agua a los de Ola. En el entierro
de Antonio Otal de Ola, me recordó su hijo José Mari estos hechos.
Me
dijo Urbez que su padre y su abuelo eran santeros en el Santuario de San Urbez
y que su hija tenía un libro escrito por su abuelo sobre el Santo. Este acto de
quemar al Santo tuvo lugar el 17 de Octubre de 1936.
Hablando
con un joven, nacido en Siétamo hijo del matrimonio de Vicente Benedet con la
señora Nieves Izquierdo Nasarre, me dijo que en su casa tenían una placa con la
que podía oírse a la señora de Nocito, Germana Albás( Ortás) de casa Lardiés y
a su hija Joaquina, que era la madre de Nieves Izquierdo y abuela suya. Me dijo
que esa placa estaba grabada en 1980, cuando Germana tenía noventa y ocho años
y que murió a los cien. Esta señora era la madre de siete hermanos y hermanas,
entre los que se encuentran el que antes he citado, a saber Segundo Nasarre y Joaquina madre de
Nieves Izquierdo Nasarre, que es la poseedora
de la placa sonora.
Interrogaba
a la abuela Germana Albás y a su hija Joaquina,
un bisnieto de la primera y nieto de la segunda y contestaban a cada pregunta haciendo ver la
influencia de San Urbez en la caída de las lluvias, sus períodos de devoción
popular alrededor de la Sierra de Guara y del desprecio que recibió el santo y
sus fieles devotos cuando lo abrasaron. Describe como en cada rogativa de lluvia,
acudían desde Bierge y de Rodellar, pueblos que poseían cada uno su bandera
y para agitarla hacía falta la fuerza de
dos hombres. Dice Germana que “ni Angüés,
ni Serrablo ni Nocito” tenían bandera. En cierta ocasión, mirando desde
Nocito a la “punteta de Guara”, se veían las procesiones que venían a rogar al
Santo” y cuando entraba la última
procesión, ya llovió”, “ en Angüés llovió dos veces y a los dos días
volvió a llover”. Con tales lluvias “los
de Rodellar, Angüés y Bierge, se quedaron a dormir dentro de la iglesia y les
mataron tres corderos para darles de comer. Marcharon al otro día, después del
mediodía. Los repartieron también por las
casas”.
En
la carta de Simón Nasarre a Don Mariano Orús Villacampa, de Barbastro, explica
que su madre estuvo todo el tiempo que duró la sacrílega cremación de San
Urbez, pero uno no se aclara si asistió alguien más. Pero de la placa sonora de
la señora Germana Albás, se deduce que estuvieron cuatro mujeres, una, ella
misma, otra su hija Joaquina y dos mujeres más,
una de “casa Alta y otra de casa Baja”. También asistieron algunos
niños, como por ejemplo Segundo Nasare, hijo de Germana y hermano de Joaquina.
Pero
hay que tener en cuenta que fueron tres los intentos de abrasar al Santo. Y del
primero dice Joaquina, madre de Nieves izquierdo y casada con Vicente Benedet
de Siétamo, que posee la placa sonora, que “los rojos lo sacaron del arca y
salieron volando dos palomas”.”No tuvieron valor de tocarlo y lo dejaron como
estaba”. Joaquina dice que lo quemaron en el prado de Ariel, frente al templo
de San Urbez, el día 17 de Octubre de 1936.
Una
segunda vez intentaron quemarlo, pero al preguntarle a la señora Germana,
quienes fueron, ésta contestó: ”No se sabe, cuatro espellejaus”. Pero ¿Quién lo
quemó?, “eso no se sabe”.
El
pueblo sabía y sabe muchas cosas sobre tal suceso y unos dicen que los
“espellejaus”, que lo abrasaron lo hicieron porque su jefe los emborrachó y más
tarde dicen que murieron también abrasados algunos de ellos.
Pero
se acabó la Guerra Civil y Joaquina, madre de Nieves Izquierdo, casada en
Siétamo, sigue narrando en la placa
sonora, como se pusieron varias mujeres a recoger los restos de la quema, como
por ejemplo la “rodeta” metálica con un ruedo de oro, que el cuerpo de San
Urbez tenía en una rodilla, para que la besaron los fieles, ya que todo su
cuerpo estaba amortajado con siete capas de tela.
”Cuando
estaba el cuerpo convertido en cenizas,
en el prado, recogió las reliquias, a saber huesos y polvo”. Añade
“Recogí las macetas de la Purísima Concepción y otras cosetas de la Virgen”y
“las guardó dentro d’o pajar”. Cuando llegó
a Nocito mosen Vicente, al que salvó la vida, al avisarle de que
llegaban “espellejaus”, el cura en agradecimiento por las reliquias y tal vez
por su propia vida, le compró un rosario
de nácar y se lo regaló.
Estamos
en plena celebración de la fiesta del agua en Zaragoza, pero falta recordar con
más entusiasmo a San Urbez. Cuando uno ha visitado Santa Cruz de la Serós o San
Juan de la Peña y visita Nocito, a uno le entra una gran pena, porque Nocito
tiene su encanto y dentro de él, se encuentra uno con el placer de vivir en
plena Naturaleza, sin aglomeración. Zaragoza dentro de sus museos, puentes y
corrientes de agua, debía haberse acordado de San Urbez, Sol de la Montaña y
Padre de la Lluvia.
Así
como el pueblo sencillo recuerda la historia de San Urbez, Aragón debía hacer
una carretera por Vadiello, para que se
conocieran más su vida y milagros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario