miércoles, 4 de septiembre de 2019

A San Urbez, padre de las lluvias.-



Desde hace cerca de mil doscientos años, se ha venerado a San Urbez y se han escrito numerosos temas sobre su vida y milagros. Son conocidos los libros de don Mariano Orús Villacampa y del Obispo don Damián Iguacen. Pero yo conozco temas de la vida,  la muerte y la quema de su cuerpo el 17 de Octubre de 1936. Los conozco salidos de las siguientes fuentes de hijos de Nocito y de todo el Somontano.
Hace unos días me encontré en el Hospital de San Jorge a Segundo Nasarre, natural de Nocito y seguidor ferviente de San Urbez. En cierta ocasión en Hostal de Ipiés atropelló con su camión a un niño, al que en el Hospital daban por muerto y Segundo con su esposa se despojó de los zapatos y andando subió al Santuario de San Urbez,  para rogar por la salud del niño. Cuando bajó ya había pasado el peligro y sanó como si hubiera nacido otra vez. Siempre han creído los montañeses en los milagros de su patrono montañés y le han pedido la lluvia cuando la sequía amenazaba las cosechas.
A los pocos días me encontré a Urbez  Nasarre, hijo de Simón Nasarre  Lardiés, “santero” toda su vida de la iglesia dedicada a San Urbez, en Nocito. Este escribió el día quince de Julio de 1962, una carta a Don Mariano Orús, que residía en Barbastro, explicando  lo que allí hicieron unos “autores que no eran conocidos”, pero su madre estuvo viendo toda la quema que encendieron sus autores, “pues la hicieron estar allí hasta que se marcharon”. Al acabar la carta dice de “San Urbez que es el patrono de la Montaña y Abogado de la lluvia, que muchas veces le vinieron a pedir agua y siempre fuimos socorridos, cosa que me lo vi yo”. Me preguntó el amigo Urbez si yo iba a asistir a fin de Julio a los actos que se van a celebrar en honor del Santo. Le dije que mi hijo asistiría seguramente, pues además de ser gran devoto del santo, éste estuvo en Olivito, pequeño pueblo entre Siétamo y Ola. En casa Otal de Ola guardan una piedra en la se acostaba San Urbez y dicen en el pueblo que en cierta ocasión ante la necesidad de agua para beber el ganado, lanzó en el Saso su vara, que se clavó en la tierra y surgió una fuente en la zona denominada El Señorío, que todavía suministra agua a los de Ola. En el entierro de Antonio Otal de Ola, me recordó su hijo José Mari estos hechos.
Me dijo Urbez que su padre y su abuelo eran santeros en el Santuario de San Urbez y que su hija tenía un libro escrito por su abuelo sobre el Santo. Este acto de quemar al Santo tuvo lugar el 17 de Octubre de 1936.
Hablando con un joven, nacido en Siétamo hijo del matrimonio de Vicente Benedet con la señora Nieves Izquierdo Nasarre, me dijo que en su casa tenían una placa con la que podía oírse a la señora de Nocito, Germana Albás( Ortás) de casa Lardiés y a su hija Joaquina, que era la madre de Nieves Izquierdo y abuela suya. Me dijo que esa placa estaba grabada en 1980, cuando Germana tenía noventa y ocho años y que murió a los cien. Esta señora era la madre de siete hermanos y hermanas, entre los que se encuentran el que antes he citado,  a saber Segundo Nasarre y Joaquina madre de Nieves Izquierdo Nasarre, que es la poseedora  de la placa sonora.
Interrogaba a la abuela Germana Albás y a su hija Joaquina,  un bisnieto de la primera y nieto de la segunda  y contestaban a cada pregunta haciendo ver la influencia de San Urbez en la caída de las lluvias, sus períodos de devoción popular alrededor de la Sierra de Guara y del desprecio que recibió el santo y sus fieles devotos cuando lo abrasaron. Describe como en cada rogativa de lluvia, acudían desde Bierge y de Rodellar, pueblos que poseían cada uno su bandera y  para agitarla hacía falta la fuerza de dos hombres. Dice Germana que “ni Angüés,  ni Serrablo ni Nocito” tenían bandera. En cierta ocasión, mirando desde Nocito a la “punteta de Guara”, se veían las procesiones que venían a rogar al Santo” y cuando entraba la  última procesión, ya llovió”, “ en Angüés llovió dos veces y a los dos días volvió  a llover”. Con tales lluvias “los de Rodellar, Angüés y Bierge, se quedaron a dormir dentro de la iglesia y les mataron tres corderos para darles de comer. Marcharon al otro día, después del mediodía. Los repartieron también por las casas”.
En la carta de Simón Nasarre a Don Mariano Orús Villacampa, de Barbastro, explica que su madre estuvo todo el tiempo que duró la sacrílega cremación de San Urbez, pero uno no se aclara si asistió alguien más. Pero de la placa sonora de la señora Germana Albás, se deduce que estuvieron cuatro mujeres, una, ella misma, otra su hija Joaquina y dos mujeres más,  una de “casa Alta y otra de casa Baja”. También asistieron algunos niños, como por ejemplo Segundo Nasare, hijo de Germana y hermano de Joaquina.
Pero hay que tener en cuenta que fueron tres los intentos de abrasar al Santo. Y del primero dice Joaquina, madre de Nieves izquierdo y casada con Vicente Benedet de Siétamo, que posee la placa sonora, que “los rojos lo sacaron del arca y salieron volando dos palomas”.”No tuvieron valor de tocarlo y lo dejaron como estaba”. Joaquina dice que lo quemaron en el prado de Ariel, frente al templo de San Urbez, el día 17 de Octubre de 1936.
Una segunda vez intentaron quemarlo, pero al preguntarle a la señora Germana, quienes fueron, ésta contestó: ”No se sabe, cuatro espellejaus”. Pero ¿Quién lo quemó?, “eso no se sabe”.
El pueblo sabía y sabe muchas cosas sobre tal suceso y unos dicen que los “espellejaus”, que lo abrasaron lo hicieron porque su jefe los emborrachó y más tarde dicen que murieron también abrasados algunos de ellos. 
Pero se acabó la Guerra Civil y Joaquina, madre de Nieves Izquierdo, casada en Siétamo,  sigue narrando en la placa sonora, como se pusieron varias mujeres a recoger los restos de la quema, como por ejemplo la “rodeta” metálica con un ruedo de oro, que el cuerpo de San Urbez tenía en una rodilla, para que la besaron los fieles, ya que todo su cuerpo estaba amortajado con siete capas de tela.
”Cuando estaba el cuerpo convertido en cenizas,  en el prado, recogió las reliquias, a saber huesos y polvo”. Añade “Recogí las macetas de la Purísima Concepción y otras cosetas de la Virgen”y “las guardó dentro d’o pajar”. Cuando llegó  a Nocito mosen Vicente, al que salvó la vida, al avisarle de que llegaban “espellejaus”, el cura en agradecimiento por las reliquias y tal vez por su propia vida,  le compró un rosario de nácar y se lo regaló.
Estamos en plena celebración de la fiesta del agua en Zaragoza, pero falta recordar con más entusiasmo a San Urbez. Cuando uno ha visitado Santa Cruz de la Serós o San Juan de la Peña y visita Nocito, a uno le entra una gran pena, porque Nocito tiene su encanto y dentro de él, se encuentra uno con el placer de vivir en plena Naturaleza, sin aglomeración. Zaragoza dentro de sus museos, puentes y corrientes de agua, debía haberse acordado de San Urbez, Sol de la Montaña y Padre de la Lluvia.
Así como el pueblo sencillo recuerda la historia de San Urbez, Aragón debía hacer una carretera por Vadiello, para que  se conocieran más su vida y milagros.


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