Me regaló un amigo
de Siétamo la fotografía de un carromatero de Junzano, que con "a
zurriaga" colgada del cuello, conducía, no un coche, sino un carro tirado
por una mula, un caballo y un enorme burro como delantero. El hecho de que
estas escenas se estaban acabando en esta tierra y que precisamente la foto
estaba tomada en la carretera que pasa por Siétamo, en la parte conocida como
Avenida de San José, me movió a enmarcar dicha fotografía y a colgarla en una
pared de la escalera de mi casa.
Antes del invento
de la rueda, las mercancías se transportaban a carga sobre los lomos de las
caballerías, luego se depositaban sobre una especie de trineo que se arrastraba
directamente por el suelo y este hecho que suena a tiempos prehistóricos, ha
sido contemplado por vecinos de Siétamo, e incluso usado por algunos de ellos
cuando enganchaban el "estirazo" sobre el que sacaban piedras de los
campos para limpiarlos de ellas, o, de las canteras para que los "
piqueros" tallasen las dovelas de los arcos de las casas, las fiestas de
las cruces de plazas o caminos, los bancos ,los altares, los escudos, las pilas
de piedra para las caballerías, para "os tocinos",las piletas para
las gallinas y las piedras de sillería para las fachadas y para los pilares,
entre los cuales se hacían las paredes con tierra roya y paja.
Yo creo que la
aparición del carro, comparado con el estirazo, supuso un mayor adelanto que el
que han traído los vehículos de motor en relación con el carro. De la misma
forma que hay muchos modelos de coches y camiones, era grande el número de
modelos de carro. Las tartanas eran ,con su toldo arqueado, como carros
coquetos en los que se exhibía la vanidad de sus dueños, de la misma forma que
hoy se "farda" con un último modelo. El motor siempre era delantero y
de la misma forma que hoy puede ser de gasolina o de gasoleo, entonces podía
ser de caballo trotón o de mula templada. La canción popular dice:"Doce
cascabeles lleva mi caballo por la carretera..." y ¡cómo se acuerdan
nuestros mayores del sonido de los cascabeles que llevaban las caballerías! y
que ahora guardan, llenos de polvo, en las falsas de sus casas. Sería
conveniente que alguno de nuestros organismos administrativos, por ejemplo, la
Diputación Provincial, recogiera para la posteridad y expusiera con dignidad,
antes de que sea demasiado tarde, una diligencia, de aquellas que iban a
Barbastro o a Panticosa, una galera con "pugones" y todo, un carro de
bueyes, un volquete, una tartana y uno de cada clase de aquellos medios de
transporte, que los mayores de Siétamo recordarían mejor que yo, entre otras
razones por haberlos usado, como los usó mi pariente Narbona Almudévar, que en
Zaragoza, se le soltó la rueda del carro y lo mató.
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