domingo, 29 de septiembre de 2019

Historia y Prehistoria, (¡por lo que he visto!)


   

                                               


Dando vueltas por alrededor de Huesca, se da uno cuenta de cómo corre la Historia sobre este mundo. Un cementerio es un lugar triste, donde acabaron y acabaremos los seres humanos y uno observa  que hay varios cementerios, todavía visibles, en esta ciudad. Camino de Zaragoza, es decir en la carretera de Zaragoza, se encuentra el actualmente, principal cementerio de la ciudad de Huesca. De cara a su entrada principal, ya ves a tu izquierda, casi en la esquina, cerca  del ángulo, formado por la fachada principal y la larga pared que cierra este gran cementerio por el  Oeste, una puerta que se abre para entrar en el Cementerio Civil, en el qué, entre otros, reposan los restos del inglés que trabajó en el próximo Monte Agrícola de San Luis y uno de los dos oficiales militares, que intentaron proclamar la República. Pero siguiendo la línea que avanza hacia el Este y mira hacia el Sur, se encuentra la puerta principal de hierro, que suele recibir, cada día, a todos los difuntos, mejor dicho a la mayoría de los difuntos. Y digo a la mayoría, porque algunos, como un francés, que poseía una casa en el Coso Alto,  ordenó  que sus cenizas fueran echadas en el suelo de su finca, que poseía y ahora es de sus hijos, entre la carretera de Apiés y una cabañera, que sube a la Montaña. Las ovejas reposaban su marcha desde allá arriba, hasta la ciudad de Huesca, en un corral, que tenía preparado.
Es frecuente enterarse de que algunos difuntos, cuando todavía vivían, dispusieran ser  incinerados, y sus cenizas fueron lanzadas, por sus herederos, a los bosques o a los prados del Alto  Aragón y por la tierra descansan sus restos.
Bajando del Cementerio Municipal, no por la carretera, sino por un camino, que deja encima de él, el Cerro de San Jorge, hay una colina, en la que hay jóvenes que patinan o que saltan por encima de tableros, que ellos mismos montan y están sus tierras movidas, por sus saltos y por el roce de dichos tableros, cuando en viejos tiempos, reposaba aquella tierra como se hace con la de un cementerio. Y allí pudieron  hacer  lo mismo los huesos de los judíos oscenses, muchos de los cuales vivieron en la Judería, que luego le pusieron el nombre  de Barrio Nuevo. En el Cerro Oscense de Las Mártires, se visita otro Cementerio, en que para la Guerra Civil, se enterraban los que morían o eran asesinados en Huesca por esa Guerra o por la Política, que hace, muchas veces,  que los hombres se odien unos a otros. Entre tanto,  en el Cementerio principal, los que estaban esperando entrar a dominar la ciudad de Huesa, vaciaban algunos nichos, que miraban a la Capital y se metían en ellos, unas veces para dormir y otras para disparar. Muchos fueron en otros tiempos enterrados en las iglesias, como el propio Miguel Cervantes Saavedra, lo fue en la capital de España. En uno de nuestros pueblos provincianos, una joven, cuando iba a misa, se colocaba en la iglesia, al lado de una columna, en cuyo interior estaba enterrado un antepasado suyo. Ella no se enteraba de que rezaba al lado de su antecesor, hasta que se descubrió que su antepasado era el que reposaba, todos los domingos, junto a ella. En las iglesias, como ahora en la Catedral de Huesca, son enterrados los que lo desean. Antiguamente se hacía lo mismo, como en la Parroquia de Loporzano, en la que hay sepulturas de diversas familias, como la de Almudévar. En Siétamo, en su parroquia se encuentran enterrados Azaras y Almudévares y yo no sé  si descansa en el presbiterio, uno de los Marqueses de Torres y Barón de Siétamo. No se sabe dónde, pero está escrito que un Abarca de Bolea, allí descansa. A lo largo de la Historia se cambian de lugar cementerios, que estaban junto a las iglesias de los pueblos y que, trasladaban los cadáveres de los difuntos a nuevos lugares de descanso, como se hizo con el de Siétamo.
El Monte de Siétamo se transformó todo él en un cementerio, durante la Guerra Civil y tuvimos noticias de que cerca del río Guatizalema, en su orilla izquierda fue fusilado el sacerdote de veintiún años, que se llamaba ¿Antonio Vilellas Juste?, de Alquézar. Pero no fue sólo ese rincón de monte, el lugar donde fueron acribillados a balazos muchos “rojos y blancos”, sino por todas partes. Mi doble pariente, el ya difunto, Don Jesús Vallés Almudévar, al que le fusilaron en Fañanás los “rojos”, a su madre y a su hermano de unos catorce o quince años, se hartó de deseos de enterarse de noticias de las muertes, que se produjeron, cuando entraron los gubernamentales en el  pueblo de Siétamo, y él  allí se dirigió,  caminando desde Fañanás. En el camino, relata en su escrito, que casi continuamente, saltaban cuervos de los cadáveres, que estaban ingiriendo. Yo tengo un relato de Jesús Vallés, que me dio,  antes de morir, y yo querría que se editara dicho libro. ¿Cómo podría yo editar ese libro trágico y bello?.
Yo, en el supuesto lugar donde fusilaron a  mosen  Antonio Vilellas Juste, estuve buscando con un periodista madrileño, con un aparato electrónico, su cadáver, pero no lo encontramos. Hace muy poco tiempo, me enteré de que los que lo fusilaron, mandaron eliminar de la superficie de la tierra, los restos de los muertos y efectivamente no encontramos ni un solo hueso. Cerca del pueblo desaparecido de Sexto, en el monte de Siétamo y en la Vía Romana de Huesca a Alquézar, encontramos una tumba pétrea de los romanos.
Estos son los recuerdos que tengo que contemplar para darme cuenta del paso de la muerte por la zona donde yo nací, pero todo el mundo está lleno de recuerdos del hombre, que pobló nuestra tierra. Sí,  porque en cualquier momento te encuentras con un cementerio, que no sabías que existía. Por ejemplo, al lado del actual camposanto, donde yacen varios de mis antepasados y hermanos, pasaba un tractor arrastrando una cuba de “purín”, y sus ruedas se clavaron en el suelo, dejando en evidencia varias tumbas. Eran originales, porque todas ellas miraban al Oriente y allí estaban descansando los huesos de distintos cadáveres de moros que estuvieron en nuestra tierra, entonces de ellos, hasta el año de 1614, poco más o menos. Esos moros de Siétamo hicieron parte de la Historia, pero la desconocemos, como si se tratara de Prehistoria. Alguna vez nos encontramos por el monte, monedas ibéricas, en muchas de las cuales aparecen jinetes sobre caballos ibéricos. Dicen que uno de los Barones de Siétamo, coleccionaba monedas ibéricas y romanas, de las  que todavía se encuentra alguna.
Por estas tierras han vivido los humanos en la Prehistoria. Luego llegaron los vasco-ibéricos, los godos, los romanos y los moros.
Ahora, nos acordamos de nuestros antecesores  prehistóricos de los que se encuentran restos muy antiguos, naturales, en los que todavía hay que estudiar su significado.
Antes de la época en que se vivió la Historia, cuando vamos por el monte encontramos  en muchos lugares, molinos de mano de piedra, que se usaban con facilidad y piedras prehistóricas, como hachas, martillos u otras, arcos con flechas, que se lanzaban contra el enemigo o contra piezas de caza.
En el Alto Aragón, se destaca el encuentro de una variada conservación en el terreno de piedras salientes o emergentes de la Tierra. En esas piedras  el hombre ha visto, representaciones de figuras humanas, de las que algunas de ellas han hecho resaltar aspectos ginecológicos y obstétricos. Dicen que este gran Museo Natural,  baja desde el Somontano de Guara  a los Monegros.
Yo, como nacido debajo de Santolaria, pueblo serrano, al que veo allá arriba, desde la puerta falsa de la vaquería de mi casa de Siétamo y por debajo se distingue el Monte de Piracés, he contemplado varios de esos monumentos naturales. Esos monumentos suelen ser rocosos, en que los hombres primitivos en esas rocas tallaban órganos sexuales o fertilizantes, unas veces masculinos y otras, femeninos. En aquellos viejos tiempos, ¡cuántas ceremonias representarían hombres y mujeres juntamente!. Esas cuevas fertilizantes estaban talladas en las rocas, y parecidas a órganos sexuales femeninos y en ocasiones se encuentran falos u órganos masculinos tallados en las piedras.                                                   
También desde una ventana de nuestra casa, que asoma al Norte, se ve en la misma Sierra de Guara, Santolaria. Para subir a este noble pueblo, sólo hay que bajar a la calle y subir por la carretera de Castejón de Arbaniés, hasta Arbaniés. En este pueblo se alza una bella iglesia, que tiene en sus paredes pinturas románicas. Encima del arco pétreo que da entrada en una casa, se asoma una antigua Cruz, llamada Lauburu, en vasco, como también es vasco el nombre de Arbaniés. Se puede subir por el Monte de Carrascas de Siétamo que pasa al de Bandaliés, y llega al camino que va desde Ayera, hasta Nuestra Señora del Viñedo. En una fuente que hay delante de la iglesia, están picados en piedra los nombres de los pueblos que pertenecen a Nuestra Señora del Viñedo y entre ellos se encuentra, ya un poco gastado, el nombre de Siétamo.     
Encima de Ayera, se alza Santolaria o Santa Eulalia la Mayor y desplazándonos al Este, llegaremos al Pantano de Vadiello. Aquí existía un pueblo que desapareció hace ya muchos años, que tenía el mismo nombre que ahora le dan al Pantano. Al lado de Santolaria se encuentran las ruinas de un pueblo ya desparecido, que tenía el nombre vasco de Isuarre. En la Edad Media el noble dueño del lugar, estaba luchando para reconquistar Aragón y en ese periodo, subieron los moros a Isuarre y mataron a sus pobladores.
Debajo de Santolaria, en el Pantano de Vadiello, dicen, que ahora, cubiertas por la aguas existen cuevas, como La Cueva de la Reina Mora, en la que había restos de la Edad de Bronce. ¿No estarían esas cuevas relacionadas con los Mallos, también de nombre vasco, de Ligüerre?, porque en aquel mundo prehistórico al lado de los  mallos, grandes o pequeños, se encuentran cuevas. Este nombre vasco, ¿no tendrá un significado parecido al de la Peña Guara?. ¿No darían aquellos hombres primitivos un significado fecundador a aquellos Mallos enormes, sobre los que los buitres se paran, como mensajeros  de la Naturaleza?. Parece que los actuales hombres, creando el Pantano han añadido a los cultivos actualmente, una dotación de fertilidad, para facilitar la fecundidad que ayudaba a las primitivas fincas.  Por aquellas rocas, en lo más alto de ellas y en lo más bajo, a orillas del agua, hacen su vida rústica, cabras, que huyen de la vida bajo el poder de los hombres, ¿No verían los frailes de Montearagón, en la Virgen del Viñedo o del Viñero, en aragonés, ya en pleno seguimiento del Cristianismo, el punto de oración no ya de los buitres, sino de los hombres primitivos  que practicaban la fertilización en la  agricultura y en la ganadería prehistóricas?.
Santa Eulalia la Mayor o en aragonés, Santolaria, está en lo alto de la Sierra y con camino  para poder llegar a Nocito. Bajando de este pueblo de hermosas vistas, nos encontramos con el pueblo de Castilsabás, donde destaca Casa Vallés, con dos escudos en su puerta, a saber uno el de Vallés y otro el de Almudévar. ¡Cómo se señalaron los Vallés con los Almudévar y éstos con aquellos!, pues así como los Vallés colocaron en su puerta el escudo de Almudévar, éstos en la escalera de su casa de Siétamo, colocaron en escudo de Vallés. Frente a Castilsabás, aparece la Romántica y bella Ermita de Nuestra Señora del Viñedo o del Viñero, en aragonés. Esta Ermita se encuentra de estilo barroco, porque el pueblo quiso conservarla, cuando su creador, a saber el Monasterio de Montearagón, fue entregado al Estado. El pueblo sencillo, colgó en la iglesia de Nuestra Señora, una poesía escrita en Fabla Aragonesa. Dentro de la iglesia, en sus muros, leí unas letras en que daba noticias piadosas de la señora Almudévar, nacida en Siétamo y casada con un Vallés. Desde Casa Vallés y la Ermita del Viñedo, se miran constantemente. Y se ve, como el pueblo amó y ama a la Virgen del Viñedo, porque cuando la Guerra Civil de 1936, profanaron  la imagen de su patrona y tiraron su cuerpo a un pozo de agradable aspecto, al lado de la puerta de la iglesia. Los fieles a la Ermita, sacaron el cuerpo de la Virgen, del pozo y lo restauraron y ahora cuando subes desde Siétamo, te da la impresión de que la Virgen te sonríe.
En medio de la plaza en que se asienta la Ermita, hay un jardín, rodeado de piedras talladas con los nombres de los pueblos, que son miembros de su Cofradía. Entre ellos se encuentra el nombre esculpido de Siétamo, trabajo artístico, realizado por mi amigo de Angüés, que vive en Siétamo y que se llama Rafael Palacio. Está encima de la Ermita, un edificio grande, que fue en otros tiempos un molino colectivo de olivas. Sus dueños eran de Santolaria, de Castilsabás y todavía se conservan en sus paredes unos carteles en los que está escrito en nombre de cada uno de los dueños de las olivas, que se iban a moler. Hay un enorme poste, convertido en una pieza de madera con la que aplastaban las olivas. Sus dueños aportaron su propiedad a la Ermita y uno de ellos, dejó para la Ermita un hermoso olivar, contiguo, en el que aparcan multitud de coches. ¡ Qué pena que no recuerdo en este momento el nombre de este piadoso Señor!.
Casi no quedan habitantes en la “redolada” de la Ermita, pero queda una señora, que tiene por nombre Consuelo, nacida en el inmediato pueblo de Castilsabás, que con sus más de noventa años, en lugar de vivir en su propia casa, hace compañía a Nuestra Señora, en la Ermita. Pero se acuerda de los seres vivos, como los gatos, que viven todavía, en su casa natal. A ellos iba a verlos, llevándoles su comida diaria. Ella es la Santera del Santuario y acompaña a los que dirigen la oficina y la librería de libros y papeles históricos de la Comarca y trata con respeto y con cariño a los turistas o peregrinos, que van a la Ermita a ver el arte y la historia del edificio o a rezarle a la Virgen, que fue perseguida al tirarla al pozo. En aquella tierra del Viñedo, se proporciona un buen vino al que quiere comprarlo. La Santera convive con la Virgen, con la iglesia de estilo barroco, con el paisaje serrano de la Sierra de Guara, con Santolaria, con Castilsabás y acoge a todos los turistas y peregrinos que por aquel paisaje van llegando. Entra esta Ermita en la Historia, cuando el elevado monasterio de Montearagón fue abrasado por su dueño, que lo compró en la Desamortización.
Pero sin olvidarse o al menos haciendo recordar la Prehistoria de esa comarca, que,  para mí, empieza en los Mallos y cuevas del Pantano de Vadiello, sigue por Castilsabás y por Ayera, continúa por Arbaniés (de nombre también vasco) y tiene que enseñar cuevas y elevadas piedras, que yo ignoro su nombre, en Siétamo, en Pueyo de Fañanás y debajo de Novales, sobre Piracés. Aquí se encuentran restos prehistóricos, que causan admiración a los turistas y a los hombres de Ciencia.   
Cuando se visita la Ermita del Viñedo, se siente una inquietud, porque siguiendo por aquellas tierras en que se exhibe la Prehistoria, se está también acabando  la Historia de Ermitas como la de San Fertús, en Castilsabás y la de San Esteban cerca de Ayera. Pero allí se juntan las alturas de Guara, los no tan altos Mallos de Vadiello, el pueblo de Santolaria o Santa Eulalia la Mayor. En este lugar dice la leyenda que vivía un Rey Moro, que tenía prisionera una hija, en la torre de un castillo, que todavía está en aquellas alturas. Y hay que tener en cuenta, las citadas elevadas alturas, que en el Viñedo ya comienzan a ser más llanas y cruzando la carretera que lleva al Pantano de Vadiello, por tierras de Castilsabás, encontraremos la Ermita de San Fertús (en Castilsabás) y próximas, pero que pertenecen al antiguo pueblo de Ayera; se está apagando la arquitectura románica de la ermita de San Esteban y todavía se eleva la Piedra de los Moros. Desde Fertús, se ve la elevada cumbre del Tozal de Guara y da la impresión de hallarse en un paisaje de leyenda. En la Piedra de los Moros, en el Monte de Ayera, debajo de Santolaria, se ven las huellas, que dejó la mora prisionera en el Castillo de Santolaria, con su salto desde él, hasta una especie de fosa vecina a la Piedra de los Moros. En dicha fosa se contemplan huellas de pies de la mora. Se ve una relación de Santolaria y la Sierra de Guara, donde se asentaba, según aquellos hombres antediluvianos,  la fertilidad de la humanidad y la de los vegetales. En la Peña de los Moros se alza un falo de cuatro metros de altura y se ve un útero monumental. Ese útero se usaba para fecundar a las mujeres y a los granos de cereales, que se depositarían en aquellos agujeros y se sacarían para ser sembrados, ya que, según sus ideas, la piedra fecundaba las semillas.  Entre Ayera y la Ermita del Viñedo se da ese paraje rupestre, que como acabamos de anunciar está formado por  una Piedra de carácter fálico, acompañando a un gran “bloque pétreo”, que fue en tiempos lejanos, trabajado por todas sus caras. En dicho bloque se encuentran cías, restos óseos, aljibes y otros que resultan de difícil interpretación. Muy próximas a estas disposiciones técnicas primitivas, se encuentra la Ermita del siglo XIII y a su lado, hay un cementerio del siglo X, donde todavía deben de quedar restos de moros. Todo este paisaje está rodeado por un bosque de carrascas.
Cuando baja uno por debajo de Ayera a la Carretera que va a Aguas,  a su derecha te encuentras con Bandaliés, pero para ir hasta Siétamo, a pocos metros más hacia el Este, se sigue una carretera que va a Arbaniés, de nombre vasco y con la base de una Cruz, de piedra,  pero que en el año de 1936, los “rojos” le quitaron la Cruz de hierro. Sólo permanecen elevados los Mallos de Vadiello y entregadas al interior de la Tierra las Cuevas de Vadiello y las próximas a la Ermita de San Esteban, entre el Santuario del Viñedo o Viñero. Allí han permanecido  hasta ahora, convirtiéndose en ruinas y en recuerdos de aquellos seres, tal vez divinos, desde los Mallos y las Cuevas, hasta La Piedra de cuatro metros de alta, con sus cuevas al lado. Los Mallos siguen estando elevados, porque en ellos se posan los buitres y suben las cabras, pero a la Piedra de los Moros entre Castilsabás y Ayera, parece que le está fallando su base. Antes de llegar a Arbaniés, nos encontramos con el río Guatizalema, que llena el Pantano de Vadiello, cuando salimos por la carretera que va a Aguas y al bajar hacia Arbaniés, Castejón y Siétamo, nos agrada escuchar su corriente de agua. En Arbaniés, la Historia ha dejado unas pinturas románicas en los muros de su bella iglesia y en una a casa de la entrada, sobre su puerta principal, se exhibe un lauburu o antiquísima Cruz. Al salir de Arbaniés se encuentra una ruina de una Ermita, que como las anteriores dejará de verse una pieza de mármol negro, donde están escritas frases relativas a algún hijo de Arbaniés. Se encuentran cruces o lauburus en muchos lugares del Mundo, como se encuentra esta de Arbaniés, otra de madera en Coscullano y varias en torres de Montes, más abajo. ¡Cómo se pasó de la Prehistoria a la Historia, con estas cruces de forma original, que muestran el paso de la Prehistoria a la Historia. Unas cruces vuelven sus extremos hacia la derecha, y otros, hacia la izquierda, como ahora esos lauburus, dirigen la dirección de las ideas políticas a la derecha y otros hacia la izquierda
Se sigue por las orillas del río Guatizalema y hay restos de molinos en Castejón y en Siétamo, donde vuelven a aparecer ruinas de una grande y hermosa Fábrica de Harinas, que sigue las ruinas que en esta zona del Guatizalema, se van haciendo cada vez más acabadas. Mi hijo.se lamenta del estado de dicha fábrica y muestra dolor al contemplarla. Muy cerca de esta fábrica, fue fusilado el mosen de veintiún años de edad, nacido en Alquezar, que tal vez se llamara  Antonio Vilellas Juste, y del que no se puede saber la verdad de su muerte y de su corta vida. Quitaron la Cruz de la elevada piedra en la carretera de Bandaliés a Arbaniés, como en Siétamo hicieron desaparecer al Mosen Antonio Vilellas Juste.
Muy cerca de este punto en que fue fusilado Mosen Antonio, salimos por la carretera general N-240 a Velillas, pero al llegar, frente a la vía que conduce a Liesa, va uno por la derecha, viniendo de Huesca y pasando la autovía, se encuentra con la figura prehistórica de  Peña Mujer. Se encuentra esta imagen en el Monte de Velillas, en el camino de Torres de Montes y debajo de la elevada Ermita de San Bartolomé. En esta Ermita yo conozco a un aficionado a la Historia y a la Prehistoria, que encontró una moneda visigótica. La figura Peña Mujer, además de su forma natural, parece estar retocada por los fieles que a ella acudían. Como hemos visto en el Falo  y sus cuevas de Ayera, también los precristianos, mezclaban rituales que seguían las normas de fertilidad de la Naturaleza en animales y en seres humanos, como absorbidos por una magia simpática. En zonas próximas a la Peña Mujer, está como hemos visto “la Piedra de los Moros de Ayera”, más hacia el Norte  o la “Peña Mora en Angués”, hacia el Este.



Por la Carreterra de Torres, se puede bajar no sólo a Torres, sino también a Pueyo de Fañanás y a Fañanás, pero todavía quedan caminos que ya no son transitados. Por ejemplo, desde Siétamo se puede ir a Torres de Montes por el Molino Viejo, se cruzaba el río Guatizalema, se subía hacia la Torre Cavero. Desde dicha Torre se veía Pueyo de Fañanás. En Fañanás, muy próximo a Pueyo, debajo de la iglesia, se encuentra un templo mucho más antiguo                            
El  camino que sube desde el río Guatizalema, hacia la Torre de Cavero, se llama Parizonal, porque allí se encontraba un pueblo desaparecido, llamado con el mismo nombre. Sube este valle desde el río Guatizalema a una meseta, en que se encuentra la Torre de Cavero. En este valle había una explotación de ovejas antiquísima.  Ahora pasa por Parizonal la autovía de Lérida a Huesca, que viene de Velillas y va a pasar el río Guatizalema, para acabar cerca de Ola. Ahora están paralizadas las obras de la autopista. Al ver Ola se acuerda uno de San  Urbez, que bajó desde el Monasterio de la Val de  Onsera, al lado del pueblo serrano de  San Julián. Este santo francés ya pertenece a la cultura, pero con una antigüedad, de unos trece siglos. En Ola se conserva en Casa de Otal, una losa de piedra donde dormía el santo e hizo manar una fuente en el Saso de Siétamo, para que no le faltara yerba y agua a su ganado.
Volviendo al Valle de Parizonal, que sube desde el río Guatizalema hasta la Torre de Cavero, donde se ve una pila de piedra excavada en una base de piedra, donde recogían los hombres prehistóricos agua para sus ganados. Estaba labrada en una solera de piedra arenisca y se cayó porque la base de aquella roca, era de tierra y se fue gastando por las lluvias y por el tiempo.
Encontramos en este valle de Parizonal, antes de llegar  a la meseta y cerca de la pila de piedra que he citado, hay arriba a tres pequeñas cuevas, y en el lado derecho subiendo hacia arriba, una cueva en la que se encerraría el ganado y que está rodeada por una pared de piedra. Al otro lado del camino se encuentran dos piedras elevadas, que se miran una a la otra y que yo querría saber, que nombre científico tendrán dicha piedras. Como en el Pantano de Vadiello y en Ayera, están las dos piedras elevadas y frente a ellas, una cueva. Esas tres pequeñas cuevas, que he citado y en la que se refugiaban los animales salvajes y los hombres, me las mostró Toñín de Bruis, que es conocedor de ellas y albañil.  La Cueva de mayor tamaño, está rodeada por una pared de piedras de arenisca. Yo la conozco desde hace ya muchos años y en su pared anterior, últimamente han escrito algún excursionista en ibero, su procedencia y al otro lado del Camino, como acabo de escribir hay dos piedras de más altura que un hombre, que se fijan la una en la otra y que como he dicho me gustaría saber si son parte de alguna pieza prehistórica.
¡Cuántos años hace que se encuentra esa cueva al lado del camino de Parizonal !. La hicieron los hombres primitivos, pero ha sido útil para que el año de 1936, muchos siglos después, fuera refugio en la Guerra Civil para algunos hijos de Siétamo,  en un lugar que se encuentra a unos dos kilómetros. Para la Guerra Civil de 1936, acudían por la noche, cuando atacaban los soldados y milicianos el pueblo de Siétamo, y en esa cueva se refugiaban Estebané Bescós, un poco retrasado mental, hermano de “Trabuco” o Antonio Bescós, que acabó la Guerra en Francia, pero que al fin, pudo volver a Siétamo, donde durante muchos años ejerció de sacristán con mosen Marcelino Playán de Antillón. En esta cueva dormía también Joaquina Larraz, casada con Joaquín Bruis y más tarde madre de Toñín de Bruis. Toñín de Bruis, es una persona inteligente, que estuvo estudiando en un Colegio del Opus Dei. Sabe de agricultor, de albañil y tiene un carácter, equilibrado y lleno de sentido común. Siempre ríe y nunca llora, porque es un hombre feliz y de una honradez a pruebas. Es curioso como esta cueva con sus elevadas piedras, se preparó para épocas anteriores a la Historia, pero lo que nos llama la atención a nosotros, que hace escasos años, tuvieran que defender sus vidas en dicha Cueva. Ha pasado la Prehistoria y en pleno siglo XXI, para la Guerra Civil se ha seguido matando los hombres. ¡Claro que con armas más modernas que las hachas de piedra!. Al llegar a la Torre de Cavero, cuyo dueño en otros tiempos vino de Berbegal, se ve una cueva no muy grande, en la que iban a fecundarse parejas humanas. Si, esa cueva en Pueyo de Fañanás, se encuentra al lado de la carretera que une Fañanás con Pueyo de Fañanás. Como otra pareja de Sasa del Abadiado, iba a las cuevas de Ayera, para fecundar a su esposa de Santolaria.
Cuando llega uno a la Torre de Cavero, mirando al Este, se ve la Peña Mujer.
Podíamos haber llegado al lugar donde se encuentra la Autovía y a su lado la Peña Mujer, por la carretera N-240, pero hemos llegado por el camino de Parizonal. No nos resulta perjudicial el acceso a esta carretera porque  desde la N-240, se accede a la Carretera de Torres de Montes. Pero nosotros hemos llegado desde el río Guatizalema, que pasa por Siétamo, por el Camino de Parizonal a las vaquerías de La Torre Cavero, a la carretera de Torres de Montes.
Siétamo y Torres de Montes “In Dei nomine, amén. Sea a todos manifiesto que yo el noble Don Pedro deCastro y Pinós, Señor de los Castillos y lugares de Siétamo, Olivito…y Torres de Montes…cedo, transporto y desamparo a Vos, la noble Señora doña Isabel de Castro y Pinós, fiya suya, los castillos y lugares de sus términos en el Reyno y dentro del Reyno de Aragón”. El Marqués de Torres de Montes fue también más tarde Conde de Aranda en Siétamo y se comunicaban ambos pueblos por el Camino de Parizonal y desde la proximidad de la Torre de Cavero, hay un camino por el que se puede bajar a Pueyo de Fañanás, donde se encuentra una cueva fecundante y al llegar a Torres de Montes, se da uno cuenta de cómo han sido destruídos el Castillo de Torres, como en el año de 1936, se destruyó el Castillo del Conde Aranda de Siétamo. Han desaparecido los grandes Castillos, pero en un lado de la carretera que viene de Pueyo, se encuentra una estrecha Cueva para la Fecundación Humana y en la misma carretera, cerca de la cueva anterior, se esconde otra Cueva, llamada Mazú, que recuerda un templo matrístico. En 1876, con tal vez la intención de hacer olvidar el paganismo, colocaron una Cruz en lo más alto del Tozal.  Acaso se colocara otra Cruz anterior a esta, pero no se sabe con seguridad. Cuando llegó la Guerra Civil en el año de 1936, los revolucionarios y destructores, tiraron esa Cruz, al suelo y los hijos de Torres, colocaron la Cruz, en la entrada de su Parroquia. En la prehistoria, se han ido destruyendo los Falos, las Cuevas, y luego durante la Historia, las espadas y los fusiles, mientras los humanos se convertían en huesos.
 Se ven hombres buenos, como el señor Fernando Laguarta, que subido en lo alto de la Cueva de Mazú, se lamentaba de que la hubiesen derribado, y tal vez inspirado por dicha diosa Mazú, que ”no paraba de mirar  los cascotes de piedra que por la fachada de la entrada de la Cueva se encontraban derribados y no sé, sí sería por inspiración de la diosa Mazú, levantó una piedra, que causó admiración en los asistentes.  Cuando vi aquella piedra, yo me quedé absorto ante ella, que tenía la forma de un elefante o más bien de un mamut, pero debajo de él, se ven unas letras o signos, tal vez los primeros de la lengua ibérica. Estaban en algún espacio, cubiertas de algas o de moho, pero no fui capaz de leerlas y de resolver su significado. 
No fueron los moros los creadores de cuevas ni las moras creadoras de fuentes, ríos o humedales.”Antes de los moros y las moras, llegaron a España otras religiones y la más antigua fue de tipo matriarcal, siendo sus dioses femeninos. Estas diosas miraban por la fertilidad de los humanos y de la tierra y vivían en cuevas o en ríos”. Entre unos setecientos o mil años anteriores a Cristo, llegaron los Celtas. Estos Celtas adoraban al Padre Sol, al contrario que las diosas más antiguas, que adoraban a la Madre Tierra,y miraban por la fertilidad de los humanos y de la tierra. Estaba viendo la Cueva Mazú, que me recordaba las Piedras Brujas,que se ven en Velillas,en Angüés,en Bespén y la cueva fecundante, más pequeña de Pueyo de Fañanás,cercana a la de Mazú.
Los dioses masculinos procedentes de los Celtas, estaban en la Alto de las Montañas y escondían, tesoros que habían encontrado en sus huidas. En la Sierra de Guara, donde se encuentran los Mallos altísimos de Ligüerre y el pueblo de Isarre, escondían esas semillas de trigo, tesoros que habían conquistado en sus huidas. Con esas semillas crearon los hombres el cultivo de trigo, que convirtió a los hombres en agricultores.
Yo me quedé absorto ante aquella piedra misteriosa, documento encontrado en la “Catedral prehistórica”, pero que no sé interpretar. Me quedé envuelto en inquietantes preguntas sobre aquella lengua vasca que se habló en nuestra tierra, en la que permanecen tantas palabras, como Alerre, Biscarrués, Isarre, Isuarre, Javierre,Espierre,Ligüerre y tantas otras. Las pocas veces que veo a Fernando Laguarta, le doy recuerdos para la Cruz, que bajaron de la Cueva Mazú.
Para volver a Huesca desde Torres de Montes, se puede salir a la Carretera General-240, pasando cerca de la Mujer de Piedra, al lado de Velillas, se tuerce hacia Siétamo, Estrecho Quinto y carretera que sube a Vadiello y bajar por Tierz, hacia Huesca. Se puede también ir por la carretera secundaria, que va por Pueyo de Fañanás, Fañanás Alcalá del Obispo, Campo de Monflorite, para llegar a Huesca. Antes, se iba caminando por Siétamo para luego ir a Huesca.
Hay un dibujo triangular de la tierra, en que se asentó especialmente la población prehistórica del interfluvio o espacio entre dos ríos: el Flumen y el Alcanadre, con su base en la Sierra de Guara y su vértice en Piracés, que ya penetra en la ”Tierra Plana”.
Desde Siétamo, mirando al Sur, se contempla el Repetidor de Piracés, cuyas Antenas son visibles desde Gran Parte de la Hoya de Huesca, y que resultan como un buen punto de referencia. Cerca de este Repetidor, se encuentra el poblado de “El Portillo”, que pertenece a la Edad de Bronce, siendo aquella  zona  muy rica en imágenes arqueológicas. Desde donde se alzaba el Catillo del Conde de Aranda, se divisaba perfectamente el Repetidor de Piracés, y subiéndote en el coche se baja por Alcalá del Obiso, por Argavieso a Novales y luego sales a Albero Alto, debajo del cual se halla un Monumento arqueológico en ruinas de Piracés. Hay fuentes originales en Angüés, Ola, Blecua y Piracés. Parecen estar hechas en los siglos XI al XII, pero así como a la fuente de Ola se le colocó un arco árabe, no hay impedimento para haber sido creadas mucho tiempo anterior, sin ningún arco árabe. Se encuentran, no lejos de Piracés, las ruinas del “Portillo”, de la Edad de Bronce.
Entre Albero y Piracés se baja el nivel y en aquel descender de laderas, se encuentran curiosas obras prehistóricas. Para bajar a Piracés, se va, desde Huesca por la carretera de Sariñena, pero desde Siétamo, se baja por Ola, Alcalá del Obispo, Argavieso y Novales y en esta zona de Ola, Albero Alto, Novales y Piracés se encuentra algún resto romano, habiendo sido hasta que llegaron los romanos, un terreno de un periodo prehistórico, anterior al dominio de los iberos.
Son múltiples en esta zona, los restos de la Obras Prehistóricas, pues en la sencilla conversación con Ballarín de Velillas, me recordó, entre otros “La Piedra de Mediodía de Piracés” y “El Pozo”.
En aquella zona en declive, se contemplan multitud de obras, ya casi totalmente apagadas y uno se pregunta: ¿pasaron por aquí las ideas de aquellos primitivos hombres, para seguir gozando de la vida, pero se olvidaron de sus propias vidas, que ahora ya nadie recuerda?
¿Creen ustedes en la Creación del Hombre por un Ser Superior o creen que su evolución obedece a un deseo de… ¿Quién?.
Los hombres y es lo más admirable de ellos, son seres libres y pueden creer en el bien y en el Mal. El Bien y el Mal los enfrenta y luchan y van pasando por la vida.
  

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