lunes, 2 de septiembre de 2019

Los Ripa de Jaca, los López de Botaya y la familia Indart.


  




En la obra del “Pireneo  Disputada”, escrita por el D. D. Fray DOMINGO LA RIPA, Monge Benito Claustral, Prior Conventual del Sagrado Real Claustro de San Juan de la Peña, y Cronista del Reyno de Aragón editada en 1685, nos habla de que el Padre Abarca, Religioso y Jesuita, dice de que Jaca está situada en la punta Oriental de Vasconia.  LA RIPA, escribe en su libro:”Porque aquellas (zonas) que menciona (Vizcaya y otras), pertenecían a la Vasconia,  como reconoce el P. Abarca, y en su opinión la Antiquísima ciudad de IACA y su condado de Aragón, es la punta oriental de la Fortísima y Antigua Vasconia; de esta  manera no hay inconveniente alguno en contar la Provincia de Aragón entre las otras que pertenecían a Vasconia, aunque haya grande distancia entre las unas,  y las otras Regiones”. Por eso, cuando convocados a la Cruzada para conquistar Zaragoza, los aragoneses, los vizcaínos y los del Bearn, se queda uno un poco extrañado de que Vizcaya,  tan lejana de Ayerbe, acudiera a la conquista de Almudévar y de Zaragoza, pero cuando lee uno que “haya grande distancia entre Vizcaya y Ayerbe”, se explica los motivos que convocaron a esas zonas, para conquistar Zaragoza (En 1118), como la relación de parentesco de los López de Botaya con los Señores de Vizcaya. El rey que la conquistó fue Alfonso el Batallador.
 El Padre Abarca, Religioso y Docto Jesuita reconoce la raza vasca al otro lado de los Pirineos. El D. D. Fray DOMINGO LA RIPA, autor del citado libro, en la página 422, escribe que el Padre Abarca dice:” El Condado de Aragón es la punta oriental de la Fortísima y Antigua Vasconia”. El apellido ABARCA es una palabra vasca, el de RIPA, es también de origen vasco y se extiende por El Sur de Francia y por el País Vasco. El apellido Almudévar, se le adjudicó a un bearnés en Almudévar y que venía del Bearne, de donde  acudieron a la Convocatoria de Roma, para tomar Zaragoza a los moros. Acudieron también los Señores de Vizcaya y estos apellidos están relacionados con el Real Monasterio de San Juan de la Peña, al lado del pueblo de Botaya, de donde venían   Pilar  y Polonia López, de la ilustre casa, que fue de un familiar de los Señores de Vizcaya.
En Wikipedia, la enciclopedia libre, pone que Iñigo López, fue el primer Señor de Vizcaya y que murió el año de 1076. Su origen dicen algunos que, es posiblemente navarro. El Monasterio de Leyre y el de San Juan de la Peña, están muy próximos por la separación en millas o kilómetros, pero históricamente, tiene una proximidad humana por los reyes, nobles y guerreros, enterrados en uno y en otro, siendo unas veces navarros, otras aragoneses, pero siempre de la Vasconia Oriental. Iñigo López, primer Señor de Vizcaya, según la hipótesis más difundida, es hijo de Lope Valazquez, que con su hermano Galindo, suscribe varias escrituras del rey García Sánchez III de Pamplona, hacia el año de 1040 hasta el de 1051.Tuvieron ambos otro hermano, llamado García de Botaya, ”que había sido monje en el Monasterio de San Juan de la Peña y había fallecido alrededor de 1057, año en el cual su hermano Lope, hace una donación al citado Monasterio por el alma de su hermano, que había marchado sin permiso a tierras lejanas, donde había fallecido”. En 1053, donó la iglesia de San Juan de Gaztelugatxe al Monasterio de San Juan de la Peña. Es curioso el amor que tenía el primer Señor de Vizcaya, Don Iñigo López, pero después intervino en Nájera, en Haro, en San Millán de la Cogolla y en muchos otros puntos históricos. Pero en la Historia se ve como los Señores de Vizcaya se unieron en Ayerbe a los hijos del Bearn y de Aragón, para entrar en Almudévar y en Zaragoza. Vemos como el primer Señor de Vizcaya, tenía por apellido López ( muerto en 1076), igual que los dueños de Casa López de Botaya. Después de siglos,  Pilar  López, se casó con un Casaus y Polonia, como está escrito en un cristal de casa Ripa de Jaca, se casó con otro Casaus. De estos dos matrimonios,  nacieron  mi padre Manuel Almudévar Casaus en Siétamo y Don Paco RIPA Casaus, en Jaca. Fueron primos hermanos y se trataron siempre con gran cariño.

 Esta familia de López, está citada en carteles turísticos en Botaya, porque era descendiente de un hermano, a saber García de Botaya, hermano Lope, Señor de Vizcaya. En Wikipedia,  la enciclopedia libre en el apartado dedicado a Iñigo López, Señor de Vizcaya,  pone: ”Lope y Galindo también tuvieron otro hermano, llamado García DE BOTAYA, quien había sido monje en el Monasterio de San Juan de la Peña y había fallecido alrededor de 1057, año en el cual su hermano Lope hace una donación al citado Monasterio por el alma de hermano que había marchado sin permiso a tierras ajenas, donde había fallecido. Lope Velázquez aparece en varias ocasiones confirmando documentos con el que sería su hijo, Iñigo López, y debió fallecer alrededor de 1057, la última vez que figura en la documentación. Iñigo López tuvo varios hermanos”. Dice también que “los orígenes familiares no han sido confirmados, muy probablemente su origen fue navarro”. El Señor de Vizcaya realizó al Monasterio de San Juan de la Peña, varias donaciones.
Mi primo segundo, Luis Ripa hijo de Paco Ripa, venía a Huesca y últimamente a Siétamo, a recordar tiempos pasados de su familia, concretamente de la  madre de Don Paco Ripa, Polonia Casaus López de Botaya. Pilar Casaus López de Botaya, nació en Huesca pues los Casaus, dirigían una Banca en el Coso Bajo de Huesca y murió en Siétamo, a los setenta y cinco años de edad, el diecisiete de Enero de 1931. Yo nací en noviembre del año de 1930 y ya no me acuerdo de ella. Mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, falleció el diecisiete de Enero de 1931, a los ochenta y ocho años de edad.
El hijo de Don Paco Ripa, se llamaba Luis y se casó con Sandu de “Apellido Indart”, que venía del “Solar vasco  y navarro”. Hay apellidos que pueden tener un origen común,  variando de uno a otro por una escasa letra. Por ejemplo mi apellido Almudévar, confirmado en  la Villa de Almudévar, viene del Bearn y en Valencia aparece el bilingüe Onofre Almudévar en unas ocasiones y otras al mismo Onofre,  lo llaman Almudéver. Al de los Indart se asemeja el apellido Indarte, que dicen que se halla también por el País Vasco.
Sandu,  esposa de Luis Ripa era hija de un militar y ella con su familia se escondió  en una vivienda de la Vía Layetana de Barcelona y dice en su libro: “Fui a mirar por las contraventanas de la Vía Layetana a la Jefatura Superior de Policía y horror!, había parados, dos camiones descubiertos, en uno, cuerpos de muertos, en el otro muchos brillos, expolio se iglesias y conventos…Allí mismo y mirando hacia abajo, comprendí que algo muy serio estaba pasando y que quizás eso era la guerra”.
Y mis hermanos y yo, los mismos días de Julio de 1936, oímos en nuestra casa de Siétamo, un ruido atronador de un bala de cañón, que nos hizo refugiarnos en la bodega de la iglesia y por la tarde, nos llevaron a Huesca. De ahí fuimos a Jaca y Paco Ripa, que estaba viudo, nos proporcionó mantas y otras ropas,  para combatir el frío. “Ardía Barcelona ese otoño en detenciones, asesinatos y registros. Un día llamaron a nuestro piso para hacernos un registro, cuando el policía se dirigía a abrir un cajón de una cómoda, yo tímidamente le dije: “en ese cajón hay estampas religiosas” y ante mi asombro, me contestó:”yo también tengo”.
Igual que Sandu veía por la vía Layetana, camiones con cuerpos de muertos y expolios de iglesias y conventos, en Siétamo se veían volar cuervos que rapiñaban la carne de los difuntos, como escribe el entonces niño Jesús Vallés Almudévar, que durante la Guerra Civil, subía desde Fañanás a Siétamo.   Los “rojos” destruyeron el Altar Mayor y los iconos de numerosos santos, que un ciudadano, que vivía en la Calle Baja,  ordenaba sacar de la iglesia a la Plaza Mayor,  donde los abrasaban.

¡Qué mal lo pasaron la familia Almudévar y la Indartt, durante la Guerra Civil!, pues las autoras de “Recuerdos de la misma”, escriben: “Se decía,  que sólo por ir a misa los domingos, asesinaban”. Eso en Cataluña, pero en Siétamo al Guardia Civil Borruel, lo cogieron en la torre de la iglesia de Siétamo, le cortaron los testículos y se los metieron en la boca. Y al cura, nacido en Alquézar, de veinticuatro años de edad, lo fusilaron junto al río Guatizalema.
La familia Almudévar Zamora, huimos de Siétamo, primero a Huesca y después a Jaca y en esta histórica ciudad, nos encontramos con la Familia Ripa. Don Paco, preocupado por nosotros, nos proporcionó algún colchón y ropa para que no sufriéramos el frío de la Montaña. Cierto día en que venía a Jaca, desde Sabiñánigo, una peregrinación de Santa Orosia, que traían su cabeza para que se “vieran” con su cuerpo,  que se conserva en la Catedral de Jaca. Allí se encontraba una multitud de ciudadanos creyentes e impresionaba la presencia de individuos con sufrimientos síquicos o endemoniados, Y allí nos encontramos mi padre y mis hermanos con el Señor Don Paco Ripa. Admirábamos a Santa Orosia y a Don Paco le surgían pensamientos sobre la humanidad, como le surgieron,  a  Fray Domingo La Ripa, en viejos tiempos, al escritor del Libro “Corona Real del Perineo”, que se llamaba Fray Domingo La Ripa, su pariente.
Cierto día iba yo por Jaca con mi madre, Doña Victoria Zamora Lafarga y se oyeron los sonidos que producían unos aviones,  al mismo tiempo que sonaba una sirena de alarma. Nos introdujimos en la Catedral y al oírse los sonidos de las bombas, mi madre se acostó en el suelo y se metió debajo de uno de los bancos de la última fila. Este terror es semejante al de Sandu, cuando por la Vía Layetana veía pasar camiones, con cadáveres de hombres asesinados.
Escribe Sandu que su madre, ”empezó a buscar en Barcelona, guías de montaña para atravesar el Pirineo, mediante dinero,  naturalmente” y mi padre con mi abuela Agustina Lafarga Mériz, subieron a Siresa,  desde Ansó,  para ver si se les daría paso a Francia, pero no hizo falta, porque la Guerra se estaba acabando, y al poco tiempo bajaron a Huesca. ¡Qué sufrimientos y qué aventuras tan parecidas pasaron la familia de Indart en Barcelona y la de Almudévar de Siétamo!.
El padre de Sandu era capitán del Ejército y tuvo que pedir su cese, ante la Ley de Azaña. Al contemplar en Barcelona los crímenes que se cometían y el gobierno, prácticamente anarquista, se presentó de nuevo, como capitán, pero fue hecho prisionero. Un alma buena facilitó su marcha entre los detenidos y corrió a refugiarse en diversos domicilios. En tanto su esposa “volvió a abrir su taller de costura, pero tuvo que ponerlo al servicio de la República, o sea militarizarlo para coser uniformes de soldado”. Y vivían separados, pero con una unión, que siempre estaban  preocupados el uno del otro.
Era el capitán Indart, un hombre responsable y se presentó en el Ejército para evitar aquella situación,  que los comunistas,  anarquistas y miembros de unos catorce sindicatos, decían crear una democracia, pero no paraban de asesinarse unos a otros. El gran escritor Premio Nobel,   Orwell, estuvo voluntario en nuestra Guerra Civil, en un Sindicato y vino a España para luchar por la Democracia. Estuvo en Monflotite  al lado de Huesca, donde fue herido. Lo llevaron al hospital provisional de Siétamo y de allí lo llevaron a Tarragona. Se curó,  pero al darse cuenta de que era buscado por los comunistas para ser fusilado, se escapó a Francia. Su obra literaria da una idea clara de la Guerra Civil.
Pero su apellido Indart, tenía un blasón, certificado por Don Vicente de Cadenas y Vicent.”La muy compleja historia y heráldica del apellido Indart aparece en la magna “Enciclopedia Hispanoamericana de Heráldica” de los hermanos García Carrafa. El hecho de encontrarse el apellido Indart en el “Solar Vasco Navarro”, nos hace creer que el apellido Indart ha realizado alguna prueba de nobleza e hidalguía. Yo no conozco actos valientes en lejanos tiempos, pero leyendo el folleto de Alvara y Mercedes Indart, se ve como se expuso a la muerte para defender a España de una dictadura comunista.  Luis Ripa, hijo de Don Paco Ripa, se casó con Sandu Indart y unió a dos familias vasco –navarras, de brillante historia.
Pero Don Paco Ripa, hijo de Polonia Casaus López de Botaya, primo hermano de mi padre Don Manuel Almúdévar, que fue hijo de la hermana de Polonia, a saber Pilar Casaus, pertenecía a una línea sucesoria, por  Apolonia o Polonia López ( así escrito en los cristales de la Casa Ripa de la Calle Mayor),que venía de la familia de los Señores de Vizcaya. Así como del capitán Indart, hay que investigar en Navarra y en Guipuzcoa, algún hecho meritorio, de Ripa se sabe que pertenecía la misma familia de Fray Domingo La Ripa, gran personalidad en el Monasterio de San Juan de la Peña, pues entre otras cosas, escribió “La Corona Real del Pireneo Disputado” y que salió en 1685. Cuando oía hablar a Don Paco, me parecía oír las palabras de la Historia de Aragón, desde el Monasterio de San Juan de la Peña, la Alcaldía de Jaca y su función realizada en varios Gobiernos Civiles de España. Era un señor alto y delgado, con una elegancia, que en aquellos tiempos, casi no se  conocía. Estaba unido al pueblo y por eso no podré nunca olvidar su presencia en la procesión “antidiabólica”, que venía el día de Santa Waldesca de Yebra de Basa a Jaca. 
El Monasterio de San Juan de la Peña, donde está enterrado el Conde de Aranda, Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, nacido en Siétamo, se encuentra casi al lado del pueblo de Botaya. En el Monasterio pensaba y escribía Fray Domingo La Ripa y en Botaya, vivían los López de Botaya, pertenecientes a los Señores de Vizcaya. No es extraño que se conociera la familia Ripa con la familia de los López de Vizcaya, que vivían en Botaya. Pilar Casaus López se casó con Don Manuel Almudévar Vallés, que poseía el Castillo del Conde de Aranda en Siétamo y el padre de Don Paco Ripa de Jaca, se casara con Polonia Casaus  López. He estado en Botaya y entré en la iglesia, donde se estaba celebrando la Misa de la fiesta del pueblo. Allí, parecían escucharse las voces de mis antepasados y al salir de Misa, se contemplaban aquellas chimeneas, que se asomaban al ambiente callejero, pero que debajo de ellas, se conservaban las palabras, que ya desaparecieron. Pensé si quedaría en aquel bello pueblo montañés, algún pariente de la Familia de los López de Botaya. Está, como he dicho Botaya, muy cerca del Monasterio de San Juan de la Peña y un miembro de la familia de los Señores de Vizcaya, a saber García de Botaya, estuvo de fraile en el mismo, pero se salió y murió en lugar desconocido en 1057. Su hermano Lope hizo una donación al citado Monasterio, por el alma de su hermano, que había marchado a tierras lejanas. El Rey Sancho Garcés IV de Pamplona, realizó varias donaciones, entre las que se encuentra la iglesia de San Juan de Gaztelugattxe  al Monasterio de San Juan de la Peña.
Con la Desamortización, llegó la ruina a este Monasterio, que ahora parece haberse corregido en parte, porque de allí desaparecieron joyas históricas, como libros de Fray Domingo de La Ripa y cocinas de tiempos pasados y mesas donde los frailes consumían sus alimentos, en silencio. Los López de Botaya, guardaron algún libro de su pariente Fray Domingo.
Hoy se puede visitar el Monasterio con devoción, con amor al Altoaragón y respeto a la Historia pasada, empezando por la pequeña de mi propia historia. Estamos cerca del Monasterio de Leyre de Navarra, en la parte oriental del País Vasco, como declaró el historiador Abarca. Al subir a la meseta del Monasterio, te encuentras no sólo éste, sino que vives el pasado y el presente de la familia de Vizcaya, con las dos hermanas Casaus López,  que no vi, pero que en la Misa de la Fiesta de Botaya, me dio la impresión de escuchar sus voces.
Al entrar en el Monasterio Viejo y en el Nuevo, me acordé de Fray Domingo La Ripa, que vivió el espíritu de ese Monasterio y que parece que transmitió su personalidad a Don Paco Ripa, su pariente, que tenía su voluntad dispuesta a servir a la Ciudad de Jaca y su espíritu a venerar a los endemoniados humildes, haciéndolos seres libres, que venían de Yebra de Basa. Tengo una carta escrita por Don Paco, de un viaje que realizó a Pamplona, desde el Oriente Jaqués al Occidente de Iruña. No la encuentro,  pero como un día lo logre, comunicaré su contenido a los altoaragoneses. Recuerdo alguna de mis visitas a Casa Ripa, de la Calle Mayor de Jaca, y en ella se respira un aire histórico, con su hogar, sus cristales en los que está escrito el nombre de la antepasada, Polonia  López de Botaya. Es agradable la permanencia en la galería, adornada por parras y en la parte baja, se encuentra alguna piedra románica, que en viejos tiempos recogerían en las ruinas de la Catedral o de las antiguas Murallas de Jaca, que se derribaron. Pero lo que llama más la atención, es la capilla privada, que se encuentra a la derecha de la puerta del piso. Es una capilla con su altar y con todas las piezas litúrgicas, que acompañan a estos lugares de culto divino. Hay cáliz, copón, casullas, albas, campanillas y todas las piezas litúrgicas que sirven para el culto de una iglesia. Allí, en un banco me senté y pedí al Señor que hiciera felices a la familia Ripa, que la fundaron.
Luis, el hijo de Don Paco, de tipo elegante, se casó con Sandu  Indart, apellido vasco (como Iriarte) y después de tener dolores comunes de la Guerra Civil Española, lo recuerdo por Huesca, en casa de Llanas. Recuerdo también a su hermana Blanquita, que rimaba con la belleza de su padre Don Paco y la de su hermano Luis. Su marido, el Ingeniero Tello, estaba destinado en Huesca, nos comunicábamos mucho y cuando se fue a Madrid, nos dejó catorce ejemplares de Historia publicados por la Diputación de Huesca. Todavía los conservo.
 Igual que en la capilla de los Ripas, recé un Padre Nuestro por Don Paco Ripa, ahora me entran ganas de recitar un Ave María por Sandu.
El Monasterio de la Peña me recuerda a Fray Domingo La Ripa, y  la capilla de la Calle Mayor de Jaca, me trae a la memoria a mi tío Don Paco Ripa.
Los tiempos pasados, hicieron pensar, hacer la caridad y sufrir y los actuales hacen olvidar los hechos vividos  y muchas veces no nos amamos, los hermanos con la hermana, ni los tíos y primos con sus próximos, ya que nos va distanciando el tiempo, al mismo tiempo que los parientes lejanos no recordamos el sublime pensamiento de Fray Domingo de La Ripa y el amor al prójimo de Don Paco Ripa, como descubrí en la procesión de los sufrientes miembros que pedían protección a Santa Waldesca. ¡Paco Ripa era un amante del culto divino, que cultivaron sus antepasados en su Capilla de la Calle Mayor¡.
Yo, recuerdo al ilustre jacetano Don Paco Ripa y venero su bondad, su elegancia y respeto la familia que dejó en este mundo,  como a Luis Ripa,  su esposa Sandu  Indart, a  sus  dos hijos y a su hija. Tuvo también Don Paco, una hija elegante, y bella,  de un humor extraordinario. Hace ya muchos años conocí a su hijo y hace escaso tiempo le escribí a su hija, llamada Blanca, como su madre. A esta le escribí lo siguiente: “Te llamas Blanca, como tu buena y hermosa madre Blanca Ripa. Conocí a tu madre, que en las calles de Huesca, animaba mi espíritu, así como también a tu padre, el Ingeniero Tello, zaragozano, que estaba destinado en Huesca. Era un señor amabilísimo, al que daba un gran placer, escuchar sus comentarios con mi padre Manuel Almudévar Casaus. Este segundo apellido de Casaus era el que los reconocía como primos hermanos. Cuando destinaron a tu padre de Ingeniero a Madrid, se acordó de regalarle a mi padre, los catorce tomos de la Revista Argensola, porque le creaba molestias el llevarla a Madrid y yo todavía los tengo en Siétamo y cuando los veo, me acuerdo del Ingeniero Tello, esposo de mi prima segunda, Blanca Ripa. Los cuadros al óleo de nuestros antepasados,  a saber el matrimonio Casaus López, los guardan en Casa de Llanas. Era el Señor Casaus un banquero,  que se formó en Francia y su esposa de Casa López de Botaya, y que nació en este pueblo, al lado de San Juan de la Peña. De este Monasterio recogieron algún libro de Ripa, que cuando la Desamortización, se llevaron muchos y otros los destrozaban. A esta carta que yo le dirigí a Blanca Ripa, me contestó por el Ordenador, lo siguiente: “Soy Blanca Tello Ripa, la nieta de Paco Ripa, el primo de Manolito Almudévar, tu padre. Sigo visitando  Jaca, desde hace cincuenta años, desde Madrid. Me encanta recordar estas tierras, que me ayudaron a crecer”.

Si, las tierras de Jaca le ayudaron a crecer, en cambio mi padre que se murió a los ochenta y ocho años, se fijaba tanto en las diversas tierras en las que vivió, que su sobrina, lo llamaba Manolito, porque esas tierras le daban vida, a pesar de la muerte, que tantas víctimas creó. La verdad es que cuando estaban juntos Manolito y el Paquito, al que tantas veces he llamado don Paco, parecían dos niños ingenuos.

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