Camus nació en 1.913 en Dreán,
una localidad costera al Este de Argelia. De niño menor de un año perdió a su
padre en la batalla del Marne y le tocó vivir como un pobre, pero alcanzó que
le concedieran becas, como hijo de un caído en el frente. Gracias a las becas
concedidas por ser huérfano de un héroe muerto en la guerra, llegó a
licenciarse en una carrera de Filosofía y Letras. Presentó una tesis que
realizó teorías que asimilaban las teorías griego-clásicas y meditándolas con
las cristianas de San Agustín.
En su vida sufrió la existencia
de la locura del Mundo, que le inclinó a una tremenda inquietud espiritual, en
la que “palpitaba con fuerza el deseo de justicia”. “Su pesimismo nunca fue
obra del oportunismo y de la moda”, sino de la fe de los argelinos, que
combatieron su integridad en un Estado franco- africano alejado de su fe en
Francia, sino más bien de la libertad de Argelia Hoy son unos diez millones de
hombres de origen argelino, que en Francia han esperado verlos convertidos en
auténticos franceses, y que después de tres generaciones de “arabes”, siguen
conservando su identidad de fe en Alá a través de su profeta Mahoma.
Cuasimodo.
En Francia sus hijos se olvidaron
de su fe en Dios y en Cristo y ahora se dan cuenta de que Cristo ha sufrido el
incendio de la Catedral de Notre Dame y horrorizados se enteran del abandono
del Hijo de Dios, Jesucristo.
Cuando se abrasó la Catedral de
Notre Dame, acudieron el presidente de la República francesa y “lloraban sus
corazones” por el temor de ver desaparecer no sólo el templo de Notre Dame,
sino la libertad de Francia de sus colonos africanos. No soy yo el que
contemplara la causa de sus lágrimas, sino que el pueblo acompañaba con las suyas
y con rosarios la posible pérdida de esa Catedral divina de París.
Son millones de árabes los que
entran por Canfranc hasta el Norte de África, para acordarse de su origen
africano. Pero les parece ser que ellos son franceses, pero con “sangre de
Mahoma” y van a las Áfricas como peregrinos, pues ya son tres las generaciones
que viven en Francia.
Victor Hugo.
Los gobernantes de Francia, que
amarían su unión con los “Arabes” africanos, se dan cuenta de que el incendio
de la Catedral de París les ha sido para ellos, los primeros franceses,
dolorosa y han acudido a sus ruinas, “llorando de dolor y de abandono de Notre
Dame de París”.
Ha resultado trágica su presencia
en las ruinas de la Catedral de Notre Dame de París.
Y parece que han sentido un dolor
por el incendio de su Catedral.
“Camus es una figura trágica.
Buscó a Dios en el hombre, pero, al carecer de esperanza, sólo se encontró con
las incongruencias de la historia”. Pero la ausencia de fe le dejó suspendido
en el abismo de la duda y Dios que tuvo siempre su amor a los hombres, hizo
sensible su corazón, haciendo que su alma y su corazón se llenaran de una
sensibilidad en Cristo.
Dios en viejos tiempos vio como
llegaba a su Catedral un niño jorobado y lo recogió en ella o sea en la
Catedral de Notre Dame. Dios estuvo pensando en ese niño, que hacía sonar las
campanas de la hermosa Catedral, como contó Víctor Hugo y a Camus, el imperio
francés lo hizo pensar en variedad de Filosofías, pero que, a él, le tocaron su
corazón con una gran sensibilidad la divinidad de Cristo.
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