jueves, 4 de marzo de 2021

Continuación de la ruta de Huesca a Alquézar.-


Ermita de Liesa (Huesca).


En el relato anterior de la Ruta desde Huesca a Siétamo, me detuve en el Palacio de los Marqueses de Torres de Montes y de los Barones de Siétamo, lugar de vigilancia y del orden, en la alto de la meseta donde se alza el pueblo en que tenían su residencia los barones  y condes. Estos nobles tenían la misión de cuidar el orden del pueblo que caminaba por esa ruta, por la que circulaban desde los comerciantes  hasta los mendigos y penitentes. Era un lugar de custodia del orden, que se repetía en Liesa  en el entonces pueblo, cercano a ibieca. Debajo de este lugar de orden del Castillo-Palacio de los entonces Señores de Siétamo, más tarde Condes de Aranda, junto a la pared de la finca llamada Valdecán, se encontraba la Caseta del Pueblo, junto al manantial, por el que con cierta frecuencia brota el agua. “Un día me preguntó Vicén d’o Río, que donde estaba el Lazareto de San Lázaro en la Villa de Siétamo. Yo ignorante de la historia diaria de los peregrinos y de los mendigos, que pasaban por esa Vía Romana, más tarde utilizada solamente para que por ella bajasen los rebaños de la Montaña a la Tierra Baja, me puse a preguntar a todo el mundo, pero no me supieron contestar. Al no encontrar una respuesta a las personas mayores del pueblo, ya desanimado, me encontré con el ya anciano Escartín, y éste me dijo que hacía más de setenta y tantos años, estaba escrito el nombre de Lazareto de San Lázaro, encima del portal de la Caseta de los Pobres. Este señor murió muy cerca de los cien  años de edad. Entonces pensé en el carácter oficial de dicha Caseta de los Pobres o Lazareto de San Lázaro. Estaba al lado mismo de la Vía Romana que iba de Huesca a Alquézar”. En aquel Lazareto de detenían los que viajaban por aquella Vía,  se paraban en dicho Lazareto y eran inspeccionados para comprobar si sufrían alguna enfermedad.
San Miguel de Foces (Ibieca, Huesca).

Se acabó la utilización de aquella  Vía Romana, a cuyo lado se encontraban entre otros, los pueblos de Tierz, de Quinto, el cruce del Barranco y la subida una vez pasado el mismo de una subida al pueblo de Sexto, que se aproximaba a “Siétemo”, todos ellos pueblos con nombres latinos. En el acceso a Siétamo por el antiguo pueblo de Quinto y de Sexto, se subía el nivel del camino y cuando dejó de usarse esta Vía Romana, se abrieron unos escasos kilómetros, para acceder a Siétamo por la Carretera General.
En Siétamo estaba debajo del Castillo-Palacio del Conde de Aranda, la Caseta de los Pobres, Era un edificio levantado con piedras de sillería, y como techo tenía una bóveda también de piedras de sillería, que para evitar la entrada del agua de lluvia,  estaba cubierta con tierra arcillosa o “ buralenca”. No tenía ventanas y su entrada carecía de puerta. Muchas veces en mi vida me asomaba desde la puerta hasta dentro, pero no me atrevía penetrar en ella, entre otras cosas por el temor a parásitos. Hoy ya no existe dicha Caseta, pues una noche se hundió. Los pobres desde entonces se refugiaban debajo de los porches del Ayuntamiento de Regiones Devastadas. Me  acuerdo de contemplar a mi esposa Feli, que les proporcionaba refugio a  algunos  Peregrinos a Santiago de Compostela.
“Un día me preguntó Vicén do Río, que donde estaba el Lazareto de San Lázaro en la Villa de Siétamo.  Yo ignorante de la historia diaria de los peregrinos y de los mendigos, que pasaban por esa  Vía Romana, utilizada más tarde para que por ella bajasen los rebaños de la Montaña a la  Tierra Baja, me puse a preguntar a todo el mundo, pero no me supieron contestar.  
Desanimado, me encontré al vecino de Siétamo señor Escartín y me contestó que hacía más de setenta y tantos años estaba escrito el nombre de Lazareto de San Lázaro, encima del portal de la Caseta de los Pobres. Este señor murió cerca de los cien años de edad. Entonces pensé en el carácter oficial que tuvo la Caseta de los pobres o Lazareto de San Lázaro. Estaba dicho Lazareto, casi a la entrada del Castillo- Palacio de los nobles de Siétamo. Generalmente la          gente que pasaba por dicho Lazareto, donde eran inspeccionados para ver si sufrían alguna enfermedad. Si la padecían quedaba recogidos en la Caseta o Lazareto de San Lázaro. Varias enfermedades atacaban a esos peregrinos y mendigos, siendo la más frecuente la lepra. Cuando era una peste la que producía las muertes, eran enterrados en el  Barranco de los Muertos. Esta Barranco de los Muertos tenía tal nombre porque en tiempos pasados, cuando llegaba alguna peste como la que ahora tenemos en el mundo, los muertos eran llevados a enterrar en él. Había que ir desde la Caseta de los Pobres por la Vía Romana, pasar el río Guatizalema y seguir por la Val del Rey hasta cerca del monte de Liesa. Yo a veces iba a Liesa y pasaba por una zona pedregosa y poblada de carrascas y me acordaba de aquellos que habían muerto a causa de la peste. Como no había por aquella zona ningún ciudadano, no podía preguntar a nadie por la localización de aquellos enterramientos.   
Aquella Caseta o Lazareto de San Lázaro, no había  sido nunca frecuentada por los vecinos de Siétamo, pero este año de 1.936,cuando llegó la Guerra Civil, en que se combatió entre los vecinos y soldados del Ejército en Siétamo contra la multitud de “sindicales” acompañados por la aviación, los vecinos de Siétamo, que no habían huido de este pueblo, buscaban refugio debajo del pueblo en la hondura donde estaba la Caseta de los Pobres o de San Lázaro, que estaba, debajo del pueblo, al lado de donde manaba la fuente del Valdecán. Esta Caseta de los Pobres no tuvo siempre, misión de refugiar a los caminantes, peregrinos y viajeros, sino que en esta circunstancia, cuando las bombas explotaban, arriba en las casas de  los vecinos del núcleo alto de Siétamo, se lanzaban a la un tanto escondida Caseta de los Pobres. “Pero esta Caseta de los Pobres, no tuvo en la Historia la única misión de acoger a los mendigos, porque durante la Guerra Civil, se refugiaron en ella un gran número de, sobre todo, mujeres y niños de Siétamo, para protegerse de los bombardeos de la aviación. Cinco bombas cayeron alrededor de la Caseta, donde se refugiaban gran número de gentes, que la llenaban. Para poder respirar se ponían un palo entre los dientes. Allí estaban la sra. Juana Periga de Santolaria, madre de José Ferrando y de Concha, el padre de la sra. Joaquina Latre, madre de uno de los amigos más fieles que he tenido en mi vida, Toñín de Bruis, que fue hijo de Joaquín Bruis y de Joaquina Latre. Estas dos personas son de gran corazón y todavía viven en este año de 2.020. También se encontraba entre aquella masa de personas Alejandra Piedrafita, hija de un caminero, llamado el señor Pedro. Se encontraba entre ellos la gruesa señora Encarnación Lafarga, esposa de José Mora, que después de la Guerra murió en Madrid. Estaba también la esposa de Andrés Lobateras, Juana Arnillas, que después de los bombardeos se fueron a Bespén. Debajo de la chimenea se encontraba sentada la anciana Juana Periga, madre de Concheta o Sra. Concha, que nos cuidaba a nosotros los hermanos pequeños de Casa Almudévar. Esta señora fue enviada por los rojos al Estrecho Quinto, andando y con una bandera blanca, para darles un papel, en el que pedían su rendición. Después de lo que allí pasó, acabó escapada a Huesca, con los defensores del Estrecho Quinto. En Huesca fue acogida por los dueños de la Farmacia de Llanas. Murió ya de muchos años de edad y yo la abracé cuando estaba próxima a su muerte en las Hermanitas de los Pobres.
Volviendo a los que se habían refugiado en la Caseta de los Pobres y debajo de la chimenea, estaba sentada la señora Juana Periga, madre de Concha o Concheta y por su apertura le caían restos de las explosiones de alrededor los compañeros gritaban:¡Señora Juana, quítese de ahí!. Ya quedan pocas personas que se acuerden en alguna ocasión de este bombardeo a gente inocente. La “Siña” Juana Periga, nació en Santolaria y era madre de la señora Concha. Vivía en la Plaza Mayor en una casa desaparecida por las bombas y yo que entonces, antes de empezar la guerra Civil, tenía cinco años, le llevaba un pan a su hogar y ella me hacía sentar y tomar un vaso de agua, endulzada con azúcar.
Ya se acuerdan muy pocas personas de aquel refugio contra el fuego de la Guerra Civil, pero la Señora Joaquina Latre, esposa de Joaquín Bruis y padres de Toñín, de los tres que viven están la señora Joaquina y su hijo Toñín. Joaquina se acuerda de dichos momentos como si hubieran recurrido tan sólo unos días. Ya no se acuerda la gente de como murió un hijo de casa Sipán, cuando bajaba a refugiarse en la Caseta de los Pobres, desde la Escuela y que una bomba de un avión le cortó su vida en su bajada al Valdecán.  
Sin dejar la Vía Romana, se llega después al río Guatizalema y por esa Vía se alcanza el Cementerio del Barranco y poco espacio más adelante se llega a Liesa. Liesa es un pueblo con dos iglesias vivas y dos, una desaparecida y otra antiquísima destruida. Una de ellas es la ermita de Santa María del Monte, que está totalmente decorada con imágenes románicas,  que fue declarada  Monumento Histórico Artístico en 1.931. La imagen románica de Santa María del Monte la robó un ladrón, que presumía de artista. Los vecinos de Liesa encargaron una copia de dicha imagen. La Diputación de Huesca conserva una Tabla Románica de San Vicente Mártir.
¿No estarían el Lazareto de Siétamo y el de Liesa con San Miguel de Foces unidos en la defensa del bienestar de los caminantes?. Los Sanjuanistas, según Don Ricardo del Arco, mientras estuvieron en Foces, pueblo desaparecido, donde se halla le enorme iglesia de San Miguel, se ocuparon del cuidado  y de la defensa de la vía Romana , desde Huesca hasta Alquézar.En el siglo XVIII, ya disponían de una Hospedería de peregrinos en  Liesa y de un Hospital de leprosos. En el siglo XIII el obispo de Huesca Monseñor Solá, fue Comendador del Hospital de Foces en ibieca. Los Templarios cuidaban los caminos, pero al ser disueltos se substituyeron por otra Orden , la de San Juan. Con la desaparición de los Sanjuanistas de Foces, quedó desierto igual que su dependiente Casa de Ejercicios, en Liesa.
Aquella zona entre Huesca y Alquézar, unida por la Vía Romana y en mi pueblo de Siétamo nadie sabía ya que estaba comunicado con Liesa,Ibieca,Bascués, Casbas de Huesca y Alquézar. Hoy se sigue, desde Siétamo, la  Carretera General y se sube por una carretera de la Diputación hacia el Norte , hasta llegar a Alquézar.
Pero ya casi olvidados de la Historia del Círculo de  Caminos , que subían desde Huesca a Alquézar, es necesario que nos acordemos de los pobres, que en estos tiempos ha producido, la Pandemia que se convertido en una Peste Mundial.
Roguemos al Señor y a los científicos que investiguen con prontitud una vacuna eficaz, contra esta miseria mundial.

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