domingo, 28 de marzo de 2021

Bar Universal en los Porches de Huesca, frente al antiguo Palacio Romano .-

 

             


Huesca a la que llamaban Osca en tiempos de los romanos, no se ha apoderado de ningún signo Universal, pues en primitivos tiempos ya estaba comunicada con el universo Romano y  que llamó Universal  al  gran  Gran  Bar,  que fue por su influencia latina. Si, porque cruzando Los Porches, enfrente del Universal se encuentra la Diputación Provincial, y en su seno estuvo el Convento de los Franciscanos y antes del convento franciscano se encontraron grandes piedras cortadas por los romanos y que ¿cuántas veces las ha contemplado usted en su Planta Baja, recordando su tamaño y la belleza del Imperio Romano?, donde siguen permaneciendo esas piedras romanas, recordando que Osca, tuvo arquitectura romana y siendo objeto de la mirada de los visitantes y poco a poco, les suena en sus miradas y en sus recuerdos, la Imperial Ciudad de discípulos de Roma, como San Lorenzo, que pasó a ser fundador de la iglesia católica en Roma.   

Pero frente a la Diputación Provincial, protegida por los Arcos de los Porches se encontraba una Arcada gemela,  que también protegía a los Cafés, como el Universal, que debajo de sus arcos protegía a los oscenses el placer de invitar a los ciudadanos a tomar algún capricho de su paladar. No tenían muchos años los Porches cuando don José Galindo inauguró su gran Café Universal, pues la familia de su hermano don Vicente, inauguró un gran bar y habitaciones en la salida del Arco de los Porches. Este restaurant  cayó durante la  Guerra Civil, por una bomba de la aviación, muriendo en él los dueños y parte de la servidumbre.

Y mi primo hermano José Antonio Llanas Almudévar  relató lo siguiente: “ Mi pariente Mariano Vallés de Bandaliés, que en lugar de hallarse en el comedor aún estaba en hora tan tardía en la cama, bajó en ella al piso de abajo en medio de polvo, cascotes y maderos, como él decía: la pereza me salvó la vida y luego dicen aquello de que al que madruga… Si mi pariente llega a madrugar entendiendo por ello levantarse a las once y a su hora hubiera estado en el comedor, seguro que hubiera corrido la misma suerte que los demás que en él se hallaban”.

Don José Galindo seguía todas las novedades que se le ofrecían a todas sus iniciativas y levantó cerca de la Fuente El Angel, una fábrica de hielo, para que Huesca estuviera servida de suministro de Hielo. Además creó la primera cafetera exprés que sirvió a Huesca, de la que podía sacar hasta 24 cafés simultáneamente.

Por el año de 1.930, cuando yo nací, me contaba José Antonio que cuando el matrimonio acababa su trabajo hotelero, salía a la terraza “y allí estaban en su mesa, él con su gruesa cadena de oro… y ella enjoyada y dándose aire con su precioso abanico”.

“En la terraza del Universal, actuó por primera vez en la ciudad un conjunto de jazz, manejado éste, como entonces era indispensable, por un negro, que nos impresionaba a los niños, tanto que  al  pasar  por delante mirábamos de reojo y acelerábamos el paso”.

Pero de lo que más me acuerdo, cuando era un simple niño, de conversar en este Bar Flor con labradores y ganaderos Estos hacían tratos, tal vez más que Ferias Públicas, en la terraza del Bar, donde además de tratar la compra de alfalfa, “se podía adquirir desde un burro hasta mil cabezas de ganado, pasando por cerdos, caballerías,  estiércol, abono, pastores, tractoristas, etc”.

Aquel Bar parecía haberse convertido, bajo la sonrisa de don José Galindo en una feria agrícola-ganadera, centralizada en torno al mismo, que siempre sonreía. Era tanta la gente que entraba en aquel Bar que en otra situación se hubiera convertido en un hombre muchas veces millonario.

Allí yo tenía conversación con el Alcalde de Vicién, que era la persona más simpática del mundo o con los hermanos Escario que eran notables tratantes en vacuno, que en cierta ocasión, en  la Feria de Santander encontré al hermano mayor, vestido con blusa de tratante. Debajo de los arcos de los Porches estaba limpiando zapatos un gitano, que algunas veces me los limpiaba a mí mismo y siempre era alegre y comunicativo.

Delante del Bar Universal y del Flor, las carrozas fúnebres cuando iban a Cementerio a dejar depositados en sus tumbas a los oscenses que cada día morían, paraban y en su “capilla fúnebre”, depositaban a los difuntos. En aquella parada de la negra carroza, los que sobre sus hombros portaban, depositaban a los difuntos en tan negro y triste vehículo y en los Porches se deshacía el cortejo funerario y el “serio caballero” que lo conducía, volvía a arrear a la pareja de negros caballos, que partían ligeros hacia el cementerio.

En estos momentos muchos de los que estaban sentados en los veladores de los Porches, se ponían de pie unos hacían la señal de la Cruz y otros inclinaban sus cabezas.

Pero en cierta ocasión un gamberro, que se “cachondeaba de los muertos”, igual que de los vivos, se puso en medio de la Avenida de los Porches y al pararse la Carroza, se puso a dar gritos que le indicaban al conductor de los caballos negros de la misma, que ya habían introducido al difunto en la Carroza y arreó a los caballos, que marcharon presurosos hacia el Cementerio , pero sin ningún cadáver.

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