¡Cómo aulla ese perro!. Se oye
decir con frecuencia a la gente: este verbo otilar, lo ponen muchas veces en
los crucigramas como palabra aragonesa para dar a entender el “aullar” de los
lobos. Los lobos han desaparecido de nuestra geografía provincial hace ya
muchos años. Sin embargo la palabra “otilar” permanece en la boca de los
altoaragoneses, atribuyéndola a los canes. ¿Cuántos siglos han tenido necesidad
para aflojar el empleo diario de ciertas palabras? Muchas han pasado a los
diccionarios de lengua castellana, como cardelina, cado etc. Pero si en lugar
de ser tan pocas las palabras altoaragonesas, hubiésemos sido multitudes de
altoaragoneses sus usuarios, la fabla hubiese sido más cultivada y hubiese influido mucho más en el idioma nacional. Pero
volviendo a los lobos y a sus crías, el pueblo los recuerda, pero usted se
preguntará cómo puede ser eso, si nadie los ha visto sino es en la televisión o
en los libros. Pero cuando se acabaron los lobos, los abuelos contaban a los
niños, las cacerías en las que habían intervenido, y las abuelas los asustaban
de que iba a venir algún lobo a comérselos.
Todos hemos visto por esas
casonas de los Pirineos y Prepirineos “cepos loberos”, que todos hemos visto
hasta que se los llevaron los anticuarios. Las cabañas montañesas, después de
desaparecidos los lobos, a veces se veían guardadas por esos mayestáticos
mastines. Todavía quedan “carlancas” o collanas, de las que algunas eran de
cuero con clavos y otras todas de hierro.
Hubo montañeses qué al
irse de sus pueblos, dejaron “a carlanca” colgada en un clavo de la cuadra, que
luego se tornó en un trofeo para algún excursionista. Esos mastines protegidos
por su “carlanca”, eran los peores enemigos de los lobos. Por eso, hasta ahora, se ha mantenido la tradición de guardarlos en
los castillos y casas de labor.
Yo he oído contar en mi pueblo,
al amor de la hoguera del hogar, acomodado en la cadiera cubierta con una piel
de cabra, la historia de un mastín. Lo llamaban León y había matado varios
lobos, que según contaban, bajaban por las noches del invierno, hasta las eras.
Era un can invencible, ayudado por una carlanca que protegía su cuello y hacía
imposible que los lobos le clavasen sus caninos en la yugular y lo degollasen.
Y mi padre conocía estas historias narradas por sus antepasados y al lado del
fuego del hogar, nos las contaba y yo no he podido evitar su relato en este
papel, que se ha convertido en el espíritu del mastín y de los lobos, que
vivieron en mi pueblo, ya hace muchos años.
Pero los amigos de Rodríguez de
la Fuente, desde luego lobos antepasados, prepararon con gran astucia una
batalla, que acabara con la imposibilidad de terminar con la fuerza guerrera del Mastín. La astucia
de los lobos le enviaron al mastín una loba en celo, y como éste era un
caballero, se vió en la necesidad de festejarla o enamorarla. El amor es una
trampa de la Naturaleza y el perro León se iba alejando, poco a poco detrás de
la loba. Y cuando estuvo en el carrascal del Espeso, un grupo de lobos, lo
esperaban y saltó sobre León, en medio de gritos disformemente sonoros. ¡ Qué
mezclas de tierra, hojas de carrasca, lobos por el aire, sangre y quejidos!.
Mientras la loba miraba y miraba.
¡Pobre León!. La loba traidora
dicen que se reía. Yo creo que lloraba. Después de esa marcha nupcial tan
violenta, a lo mejor la loba se había enamorado del perro mastín “León”.
En los pueblos vivían los perros,
nobles animales colaboradores del hombre y estaban también en el monte, los
lobos y el perro cuidaba a los hombres y los lobos atacaban su ganado. En la ciudad vivían los hombres y sus mujeres
con los niños. Dios cuando creó el Mundo a unos animales los hizo buenos y a
otros creadores de malas acciones. A los hombres que amaban a Dios los
respetaban muchos hombres, como Abel y al demonio le obedecían otros, que sólo
miraban sus beneficios. El hombre vivió unas veces en las ciudades y otras en
los pueblos y ahora vive casi todo el mundo en las ciudades.
Ahora ya no queda casi gente en
los pequeños pueblos y viven pastoreando ovejas, cabras, vacas. Pero hay
hombres que aman más a los lobos que a los hombres y están liberando a estos en
aquellos pueblos, donde ya no pueden vivir en ellos los ganaderos,
porque hay hombres que saben que los lobos atacan a las ovejas y están
contribuyendo a que se acabe de reproducir el hombre en el campo.
Pero hay ciudades donde los
hombres están generando violencia en las grandes ciudades y hacen que muchos
ciudadanos, quieran volver a otras tierras.
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