domingo, 21 de marzo de 2021

Joaquina que siempre fue una Señora-

 



Ha  abandonado  este  Mundo  en  el  que  durante  su  niñez  y  juventud,  llamábamos  Joaquineta. Se ganó a sí misma el título de Señora Joaquina, porque con sus noventa y un años alcanzados, pasó primero, siendo una pequeña niña, durante la Guerra Civil a la Posguerra, a su juventud, a su madurez, y siempre pendiente de su marido hasta hace unos años,  de su hijo Toñín que la ha acompañado hasta el último momento de su vida.  Su  fin  le  ha llegado a los noventa y un años de edad.

Cuando me pongo a recordar su niñez en la que convivió conmigo y con todos los niños y niñas de Siétamo, e íbamos a las escuelas, donde a ella y a sus compañeras, atendía la Maestra Doña Justina y a mi hermano Manolo, y a mí mismo nos educaba el Señor Maestro. Don José Bispe.

Pero este mundo feliz, no nos hacía pensar en que iba a empezar una terrible guerra, en la que mi familia huimos de Siétamo y Joaquineta, se quedó en el mismo pueblo. Y en estel pueblo, fueron convocados por el nuevo gobierno republicano delante de casa de Almudévar, al lado de la profanada iglesia, para subir a la caja de un camión y ser llevados a la Gran Rusia, donde han pasado   no   sólo la guerra, sino una gran parte de su vida, tantos niños españoles.



En la fachada de casa Almudévar, convertida en Cuartel de las tropas republicanas, aparcó un camión, con su conductor y sus ayudantes. ¡Qué espectáculo  más  triste y más humillante ver a aquellos niños y niñas, que sufrían al verse despedidos de su pueblo!.¿ Que llevarían en sus manos al despedirse de su familia y de su pueblo?. Iban a ser conducidos al Imperio Ruso, y donde muchos de ellos acabaron su vida.

¡Que espectáculo más lamentable ver a las pobres criaturas tristes y qué momentos de dolor, que les recordaba su fin en un infierno, sin libertad y sin familiares  Pobres criaturas, niños y niñas , subiéndose  a la caja del camión que los iba a conducir lejos del pueblo de Siétamo, de sus casa y de su iglesia, que estaban derribando.



A un momento dado empezaron a subir al camión aquellos infantiles prisioneros. Faltaban bastantes de subir a la caja del camión, cuando la Providencia del Señor, impulsó a un oficial republicano, que salió de las oficinas situadas en casa Almudévar. El recuerdo de mi compañera de Escuela, Joaquina, hace unos días me recordó la figura de aquel oficial del Ejército, del que recordaba que era portador de un sable largo, que resultaba grande para su escasa estatura. El pensamiento de aquel oficial no amaba el destierro de los niños y estaba acompañado por un largo sable, que levantó al aire ante los camioneros que se iban al llevar a Joaquina y a sus compañeros y compañeras. Como no amaba el destierro, dio la libertad a los niños destinados a Rusia por el gobierno español. Joaquina después de muchos años de conocer al oficial republicano, me alaba la actitudcivil de este valiente y generoso militar y yo escribo esta historia como una alabanza al oficial republicano de la espada.

Joaquina tuvo que trabajar después de la Guerra y se quedó viuda, pero fue feliz acompañada por su hijo Toñín, que ha sido un gran trabajador y al que yo no le había visto llorar nunca, hasta que yo le transmití mi recio dolor. Ha sido amiga de mi esposa, de mis hijos y nietos, donde recibía con un gran cariño y obsequiaba con dulces a todos los que la visitaban. En épocas más jóvenes, trabajaba cogiendo almendras y verduras en almendros y en huertos. Tenía espíritu de trabajo cuidando gallinas y haciendo tortetas cuando sacrificaban el cerdo.

Hoy se dedicaba, como buena madre a cuidar a su hijo, cuando la agilidad se estaba acabando en su cuerpo. ¡ Adios, Joaquina, hasta pronto!.  

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