Coinciden, Sras. Y Sres., en el tiempo
espacial, obra del Creador y en el Calendario hecho por los hombres, la llegada
de la Semana Santa y la venida de la primavera, como si el Verbo que era el
Único que existía en el Principio, quisiera hacernos partícipes
de misterios: el sobrenatural de la Redención y el natural de la
primavera, que como recreación que ocurre cada año, hace que las almas piadosas
se pregunten:¿dónde está el Redentor?. San Juan de la Cruz se lo preguntaba
así:¡Oh bosques y espesuras plantadas por la mano del Amado, oh prado de
verduras de flores esmaltado, decid si por vosotros ha pasado!.
El santo escuchó así la respuesta de las
Criaturas “Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y,
yéndolos mirando, con sola su figura, vestidos los dejó de su hermosura”.
Nos quieren liberar del Creador para
hacernos esclavos de los sentidos, pero la “Verdad nos hará libres” y para
recordárnosla, llega la Semana Santa, que nos muestra una balanza en que
están equilibrados Dios y el hombre, Dios en el hombre y el hombre en
Dios; están equilibrados la materia y el espíritu, y Cristo, Dios y hombre
verdadero es el fiel, la Cruz de esa balanza, que nos indica el “Camino, la
verdad y la Vida”.
Antagónicos al Hombre-Dios hay dioses
hombres que pretenden quitarnos la fe, pero esa fe es definida por San Juan de
la Cruz, de un modo que no ha perdido actualidad.”Es un saber no sabiendo que
es de tan alto poder que los sabios arguyendo jamás la pueden vencer, que no
llega su saber a no entender entendiendo, toda ciencia transcendiendo”. San
Juan asimilaba la llegada del Amado a la primavera.
Otro poeta se puso a pregonar esa
primavera y exclamó exultante:”La primavera ha venido, nadie sabe como ha
sido”. El pregonero, al encontrarse con esta primavera, se quedó pensativo y se
interroga: ¡cómo ha sido? Y yo, que inmerecidamente tengo que pregonar en
Huesca la Semana Santa, me pregunto a mi vez ¿Cómo ha sido? ¿Cómo ha sido,
qué?, que sea yo su pregonero, o, ¿cómo ha sido que la Semana Santa, inexorablemente
esté a punto de llegar a Huesca? Es fácil responder a la primera pregunta, ha
sido simplemente por culpa de Daniel Calasanz y de Teresa Ramón, aquí
presentes, mas les pido que no tengan remordimientos de conciencia, porque me
han hecho un bien al hacerme pensar en la pasión de Cristo, y, si recuerdan que
se dijo que nuestros pecados serán perdonados, en Semana Santa, con mayor
motivo. ¡Oh feliz culpa! , que reza el motete.
La segunda pregunta, ¿cómo viene la
Semana Santa?, también tiene un doble aspecto. Si nos interrogamos sobre las
celebraciones y más concretamente sobre la procesión del Santo Entierro o del
Silencio, topamos otra vez con el buen Daniel, en cuanto Hermano Mayor de la
Archicofradía de la Vera Cruz, que hace posible tal procesión, tal manifestación
de fe, tal recordatorio de esa nuestra fe. La culpa, pues le corresponde a
nuestra gloriosa Archicofradía y repito: ¡Oh Félix culpa!
Pero la contestación al meollo de la
pregunta ¿cómo, por qué, llega la Semana Santa?, es más difícil de contestar.
Este Daniel, que tiene nombre de
profeta, debía haber encargado la respuesta a un teólogo.
El, que es hortelano, nos podría
explicar primorosamente cómo viene y por qué viene la primavera, pero él vive
la Semana Santa como un oscense hasta la médula, me planea una respuesta
difícil…
A mí que no puedo entrar en
disquisiciones teológicas y tengo que apoyarme forzosamente en la Fe, en la
Esperanza y en la Caridad (el amor).
¡Qué atrevimiento el mío, tratar de
explicar por qué viene la Semana Santa cada año!
Recurro al Libro Sagrado, la Biblia y me
recuerda que al principio de los tiempos, tuvo lugar un día en que se hizo la
luz, en un segundo día, el Señor creó la tierra y le dio verdor y árboles con
semillas y frutos.
El tercer día ordenó:”Haya lumbreras en
el firmamento celeste para separar el día de la noche y hagan de señales para
las solemnidades, y para los días y para los años”.
El cuarto día dijo:”Bullan las aguas de
bichos vivientes y revoloteen aves sobre la tierra contra la faz del firmamento
celeste”. Y los “bendijo Dios”. El quinto día creó los ganados, sierpes y
alimañas. Después creó al hombre a imagen suya; macho y hembra los creó.
El 7º día descansó.
¿Quién dudará de que nos encontremos
ante la primera Semana Santa de la humanidad? Santa, porque el Santo,
Santo, Señor Dios de los ejércitos, de cuya gloria están llenos los cielos y la
tierra, creó al hombre a su imagen y semejanza; macho y hembra los creó.
El Señor es la Verdad y la Verdad os
hará libres y libre creó Dios al hombre y en esa libertad está su grandeza y su
miseria, porque Adán y Eva hicieron mal uso de ella y nos llevaron al pecado.
El Señor que ama al hombre, quiso
enviarnos a su Hijo unigénito para redimirnos de ese pecado y El que el Séptimo
día descansó, decidió recrear una nueva Semana Santa, aquella en que tuvo lugar
la pasión y Resurrección de Cristo: una nueva primavera para las almas.
Dios es intemporal y para él, no hay
pasado ni futuro; todo está presente y nos abarca. Al principio con la Semana
de la Creación y cada año con la Semana Santa, para que las nuevas generaciones
queden abarcadas en su obra redentora.
Hay antropólogos que sólo ven la parte
material de la vida y pretenden descalificar a la iglesia, diciendo que ha
suplantado a las divinidades paganas de la luz, del aire, del fuego y de la
tierra por santos y ángeles, pero basta repasar la Biblia para encontrar el
equilibrio espíritu- materia.Basta repetir la frase que he mencionado.”El
tercer día ,ordenó :Haya lumbreras en el firmamento celeste para separar el día
de la noche y hagan de señales para las solemnidades para los días y para los
años”.
Y las lumbreras celestes cumplen su
papel de avisar,de pregonar la Semana Santa,por medio del Equinoccio de
Primavera,en el que se establece el equilibrio entre el espíritu,hoy tan
despreciado y la materia,hoy tan enaltecida.
La primavera con su color verde nos da
la esperanza de los frutos, como la Semana Santa nos transmite la esperanza de
los frutos de la Salvación.
He recurrido a la fe y a la
esperanza,pero me falta hacer alusión a la Caridad, al Amor, y el Señor, al que
los hombres no dejamos descansar, en lugar de destruirnos, nos amó tanto, que
sacrificó a su propio Hijo por nosotros.
Por todo lo antedicho, viene la Semana
Santa y de la misma forma que llega cada año, llega a cada lugar y llega a
Huesca y Huesca la va a recibir con el mismo amor, con el mismo cariño con que
la recibe desde hace siglos, pero a pesar de tan continuada tradición y de que
las Semanas siguen siendo tales y de qué Semana Santa sigue siendo Santa, a
nivel de celebración popular la semana se reduce en el tiempo, aunque no en la
fe.
Se reduce, repito, la Semana en el
número de sus manifestaciones externas, pero las que quedan son un
momento, que invita a los hombres a reflexionar sobre el misterio de la
Salvación.
Se podría establecer un paralelismo, día
por día, entre la primera Semana y la que cada año nos llega, a través de
los rituales de la Iglesia, que además de Santa, la llaman Semana Grande o
Semana Mayor.
Datos no faltarían al que quisiera
hacer tal estudio, pues ya una española, la monja Eteria, abadesa gallega
del Monasterio del Bierzo, viajó a los Santos Lugares, visitando entre otros el
Sinaí y el Monte Jabán, tumba de Job, con lo que demostraba poseer profundos
conocimiento bíblicos.
Volviendo de su viaje, escribió en
Constantinopla el Libro de peregrinación a Tierra Santa en el que describe la
liturgia de los cristianos orientales, deteniéndose especialmente en los de
Jerusalén. La monja viajera señala que aquellos ritos le recordaban los de su
tierra, si en Galicia ya se celebraban estas conmemoraciones de la Semana
Santa, es de suponer que en Huesca, la Osca romana de entonces, también
tendrían lugar.
Pero estos ritos, como la procesión de
las palmas y adoración de la Santa Cruz, que nos descubre Eteria, deban ser
anteriores a ella que murió en 388.
San Atanasio nos habla de “los seis días
santos y grandes, anteriores a la Pascua, que son símbolo de la Creación del
mundo”. A este mismo antiguo simbolismo parece aludir el martirologio del rey
Alfredo (año 331). Abonan también por el origen antiquísimo de la Semana Santa
una carta de Dionisio Alejandrino(año 260) , la Homilía de San Juan Crisóstomo
y hasta el Libro VII de las Constituciones Apostólicas. Y yo que he tenido el
atrevimiento de proclamar ese paralelismo entre la Semanas de la Creación y la
Grande, Mayor o Santa, quedo confortado para seguir mi disertación al encontrar
esa tesis en un padre de la iglesia como San Atanasio, Patriarca de Alejandría.
Ambas semanas nos abarcan y en el espacio que va de la Creación a la Redención,
está el Antiguo Testamento. No podemos relegarlo al olvido y en esto me da la
razón nuestra procesión del Silencio o del Santo Entierro, pues en ella
desfilan Isaac, Abraham, Melquisedec, Moisés, Aarón y David, que según Del Arco
y según todos ustedes han podido ver, visten trajes magníficos de época, que en
el año 1914 fueron confeccionados conforme a los diseños del notable pintor
oscense Hermano Jesuita Martín Coronas. Este mismo diseñó también, en
1915, los vestidos de las Sibilas, esas doce jóvenes, que a pesar de ser
profetisas paganas, anunciaron la Vida, Pasión y Muerte de N.S. Jesucristo.
Ciñen su cabeza con corona dorada, signo de distinción, rematada por una
estrella, que significa el don profético. Llevan pequeños estandartes con las
profecías de Cristo y cantan melodías, ajustadas a ellas.
No se ceñía, pues, la esperanza en el
Mesías al mundo judío, sino que había por todas partes una necesidad de algo
nuevo.
El Antiguo Testamento está lleno de
símbolos y profecías. El Profeta Daniel anuncia la venida del Señor, a las
setenta semanas de años. Parece que quisiera incluir las semanas del Antiguo
Testamento, entre la primera y la que habría de venir y sigue viniendo cada
año.
En el Introito de la misa del Lunes
Santo, el salmo XXXIV, David, odiado, calumniado, perseguido y maltratado, pide
a Dios justicia contra los que hacen cuanto pueden para labrar su ruina. Nada
hay que se adapte tanto a Jesucristo, que va a ser inmolado.
La segunda epístola de la Misa del
Jueves Santo “parece ser no tanto una predicción del profeta Isaías, cuanto una
historia de la Pasión de Jesucristo y cualquiera diría, al leerla, que habla un
historiador sagrado que refiere lo que sucedió, más bien, que un profeta que predice
lo que ha de acontecer al Salvador del Mundo”.
“Empieza el miércoles el oficio de
tinieblas y durante el mismo se pone un tenebrario, que consiste en un
candelabro triangular y en él once cirios, que se van apagando sucesivamente al
final de cada salmo”. Muchos nos acordamos como al final del oficio todo el
mundo procuraba hacer ruido golpeando los bancos o haciendo sonar carracas y
matracas y dicen que , en tiempos hasta las calles de Huesca eran un sonoro
retumbar.
Dice Arnal Cavero:”En la torre suena la
matraca grande”.”Es monótono y angustioso su canto, como si dentro de él
vibrase un corazón, que dejase en lo hueco de cada vibración una gota de sangre
y una gota de llanto”.
Dicen que esos sonidos se producían para
denotar el caos y la confusión que surgió en todo el orbe a la muerte del
Salvador y el que existiría en los espacios en los días de la Creación.
Las matracas estaban hechas con
martillos de madera, más o menos numerosos, que golpeaban sobre una
tabla y las carracas consistían en una rueda estrellada que al girar
percutía con sus dientes en una lengüeta de madera, lo cual constituía para los
niños una diversión que teníamos que prolongar el día de Jueves Santo. En ese
día de la institución de la Eucaristía, sigo percibiendo el paralelismo entre
el Antiguo y el Nuevo Testamento, al leer en los oficios de Semana Santa y en
la Lección IX, ”Moisés,después que hubo leído todos los mandamientos de la Ley
a todo el pueblo, tomando de la sangre de los novillos y los machos de cabrío,
mezclada con agua y lana teñida de carmesí y el hisopo, roció al mismo libro de
la Ley, y también a todo el pueblo, diciendo:Esta es la sangre que servirá de
sello al del Nuevo Testamento que Dios os ha ordenado, o hecho a favor vuestro.
Y así mismo roció con sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio. Y
según la ley casi todas las cosas se purifican con sangre.
Y sin derramamiento de sangre no se hace
la remisión”.
El Antiguo Testamento es imponente, pero
duro y aunque Schopenhauer lo encuentra más optimista que el Nuevo, ”no tiene
en cuenta la redención, la glorificación de la carne, la resurrección,
la vida perdurable, la participación filial en la Vida Eterna”, que son
los misterios que dan vida al hombre. El Nuevo Testamento da sentido al Viejo,
de aquí deriva la importancia de la Semana Santa que celebra esos misterios,
tanto que al Jueves en Oriente se le llama día de los Misterios.
Para que el Testamento tenga validez ha
de morir el testador y Dios se hace hombre para morir por nosotros, y con su
sacrificio sufre todos los sacrificios sangrientos e introduce la Eucaristía
con la transubstanciación del pan y del vino. ¡Evidentemente el Nuevo
Testamento nos devuelve el optimismo!.
El pueblo sigue preparando hermosos
monumentos para acoger la Eucaristía y me acuerdo que los niños en mi pueblo,
queriendo prolongar durante el Jueves el uso de las matracas,decían: “ver el
monumento, que Cristo está dentro” y a continuación, haciéndolas sonar
gritaban: “ el diablo de rodillas, a romperle las costillas”.
¡Qué emulación existía para adornar
los monumentos !,todos íbamos a visitarlos y a comentar su belleza, todos
con nuestras mejores ropas, que en los pueblos olían a membrillo y a espliego y
en las capitales muchas señoras y jóvenes lucían su mantilla y su peineta
españolas.
En los pueblos existía una costumbre que
no tengo constatada en Huesca, que consistía en la colocación, como adorno, de
las melenas vegetales.
Ya con tiempo, sembraban distintas
semillas de gramíneas o de leguminosas, como lentejas, garbanzos, judías,
bisaltos o pepitas de calabaza, en macetas, dentro de las bodegas. En la media
luz brotaban las plantas, formando unas largas melenas de un color amarillo,
que se colocaban como adornos del monumento, que en mi pueblo se ilumina con
tantas velas como familias,que se llevan al acabar los ritos, a su casa para
“esconjurar as tronadas” a lo largo del año.
Llega, por fin, el Viernes Santo, el día
del dolor, el día en que la muerte da principio a nuestras vidas. El día en que
desde los tiempos apostólicos se adora la Cruz.
Ecce lignum crucis in quo salus mundi
pependit.Venite ,adoremus.
¡Popule meus, quid fecit tibi,aut in quo
contristabi te!, responde mihi.Venite , adoremus. Y a esta llamada acudió, ya
hace siglos, la Cofradía de la Vera Cruz, que se formó en 1587, lo que
demuestra que existía antes y todavía antes existía la del Santo Cristo de los
Milagros. El pueblo, los artesanos constituyeron la Archicofradía de la Vera
Cruz, para sacar a la calle, al Coso y a las callejas que rodean la
Catedral en desfile procesional, de imponente solemnidad, las imágenes
veneradas en el interior de los templos. Esa procesión del Silencio o del Santo
Entierro es la síntesis de la Semana Santa y aparecen ante el pueblo las
imágenes, en su doble sentido, la imagen que subyace en todo hombre y la imagen
de madera, obra de los imagineros.
Las imágenes “son representaciones
espirituales”, elemento constitutivo indispensable de la vida psíquica, se
hallan en todos los pueblos que gozan de una conciencia ya algo liberada.
Por eso, “su ausencia parcial o incluso
su negación incidental en los pueblos civilizados deben considerarse como un
signo de decadencia”. Yo digo que de decadencia religiosa. Las imágenes físicas
de los imagineros con cuya presencia, en la Profesión del Viernes Santo, nos
regalan las cofradías presididas por la de la Vera Cruz, siempre que no sean
objeto de adoración, nos aproximan a las imágenes latentes en nosotros, que nos
vienen desde la primera Semana de la–creación, a través de las Sagradas
Escrituras, la Tradición, los Padres y el Magisterio de la Iglesia. La Vera
Cruz está cristianizando y re cristianizando.
He dicho que la carencia de la imagen
nos trae la decadencia de los pueblos; por eso ahora que quien hacer
desaparecer los Cristos y los Sagrados Corazones de los lugares públicos,
quieren crear nuevas imágenes. Estamos en el mundo de la imagen; muchas veces
se trata de imágenes de nuevos becerros de oro u oropel.
Se crean hoy nuevas imágenes de dioses
hombres políticos, se crean imágenes de productos comerciales, que nos llevan
al consumismo materialista, se crean imágenes de utopías que nos llevan al
materialismo por convertir al hombre en objeto de producción sin alma. “a estas
imágenes se les atribuyen caracteres ideales, a veces las virtudes del héroe,
del sabio o del padre, las virtudes que la masa necesita para seguir a alguien,
para admirarle, para entregarse a él “.Es comprensible que ante tal campaña de
imágenes, haya personas que no quieran ver las de Semana Santa, de la misma
forma que Julián Marías en su última conferencia, en este mismo lugar, se
lamentaba de que las gentes no quisieran oír hablar del amor, no creyeran en la
ternura, ni en otros valores no constatables con detectores mecánicos, como no
se pueden demostrar empíricamente los valores religiosos.
El alma existe y las gentes sencillas
constatando que necesitan sus atributos, buscan la honradez y la dignidad, el
amor y la verdad, en tanto que el materialista busca la dignidad en la
carrocería de su coche.
Al principio he señalado el equilibrio
entre la Creación y la Semana Santa, entre el espíritu y la materia y se está
rompiendo ese equilibrio.” De la disgregación original en Espíritu y
Naturaleza, el mundo occidental ha salvado la Naturaleza, en la que cree por
temperamento y en la que se ve cada vez más enredado a través de todas sus
tentativas dolorosas y desesperadas de espiritualización”.”El mundo oriental,
por su parte, ha elegido el espíritu (fonéticamente) y se ha entumecido en un
sueño en medio de la miseria y de la suciedad asiáticas”.
Hay que buscar el equilibrio y Cristo
es el fiel de la balanza. Coinciden en la Semana Santa la primavera y la
Redención.”La verdad sensorial le basta, acaso a la razón, pero no revela jamás
un sentido de la existencia humana. Cuando las fuerzas del corazón no acuden en
ayuda de nuestra razón, ésta queda las más de las veces impotente”.¿ Acaso la
razón nos preservó de guerras e injusticias?,¿ acaso de la razón han nacido las
mayores transformaciones espirituales y sociales?
Sigamos, en espíritu los pasos que nos
marcó Cristo y sigamos procesionalmente los pasos que para Huesca los
imagineros construyeron y que los sufridos costaleros va portando con ritmo,
con cariño, como meciendo a Cristo. Dios contempla desde el cielo satisfecho,
el culto popular de unos hombres que con su sacrificio voluntario, con sus
pasos penitentes y solemnes colaboran recreando la Pasión de Cristo y caminan
al futuro, paso a paso, al tiempo que desvelan los velos de los ojos a otros
hombres, a los cuales les estorba la verdad.
Yo recuerdo un costalero, cuyo premio consistía,
cuando el mazo percutiendo en la peana señalaba una parada, en ver el rostro de
Dios en los ojos atónitos de los viejos, las mujeres y los niños, un
reflejo espiritual del Cristo que portaba. Hay quien nos quiere quitar su
presencia y su consuelo.mas aún queda cofradías, penitentes y personas que no
lo quieren perder. Quien también recordar a la joven profesora que durante mes
y medio, compuso, con sus alumnos, de humilde barro como a Adán hizo el Señor,
a la Virgen Dolorosa y los pasos del Entierro, de Jesús el Nazareno y del
Cristo del Perdón.
Ya llegan los romanos, ya se oyen chocar
las herraduras contra el pavimento, que cuando era de adoquines hacía que
brotaran chispas de ese choque violento, como ocurría, cuando los de a pie
golpeaban al unísono las conteras de sus lanzas.
El hombre siempre ha estado o sometido a
los imperialismos o sometiendo a otros pueblos, pero el Hombre Dios, cuya
procesión abre los romanos vino sin ejércitos y sin centurias “a construir un
reino en cada corazón”.
Los équites romanos cabalgan, pero el
que vino a conquistar corazones se aproxima montado en un humilde asno. Ya
había bendecido el padre a los animales, después de creados y Jesús también los
amaba, pues cuando mandó a sus discípulos a buscar la burreta y su pollina, les
dijo dónde se encontraban y que el dueño no se negaría a entregárselas.
¡Cuantas veces, al pasar por delante de la puerta, se pararía con él y le
hablaría de esos animales!
En la pascua Florida, es la primavera y
con sus ramos y palmas, los niños de los Hebreos proclaman el Triunfo de Jesús,
al que luego sus padres harán traición. Hace falta que esa Pascua Florida la
celebremos no sólo con ramos en las manos sino también con buenas obras. He
comentado que cuando el hombre se tornó materialista, trata de buscar la
espiritualidad en la Naturaleza; ya los mismos hebreos en el desierto,
olvidándose de Dios, adoraron un becerro.
Conocí un compañero en la Universidad,
que en aquellos lejanos y duros tempos ya fumaba tabaco rubio, que decía no
creer en nada y que su única biblia era el libre “Platero y yo”. Había caído en
la adoración de un asno. No sé si habría leído el capítulo del Angelus, en que
Juan Ramón Jiménez, le habla a Platero:”Parece, mientras suena el Angelus, que
esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más
altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia,
suba a las estrellas”.
Si mi amigo lo hubiera leído, tal vez
hubiera caído en la cuenta de que el poeta, caminaba hacia Dios por la belleza,
como otros caminan por el sufrimiento, el trabajo o la dedicación a los
necesitados.
En todas las Sagradas Escrituras y en
las bendiciones del agua, de los óleos, de los ramos, ritos eclesiales, se
intuye el amor a la Naturaleza, criatura de Dios. Hemos vuelto al equilibrio
del Espíritu y la materia. En mi pueblo, después de la Procesión de los ramos,
colgamos éstos en nuestros balcones y ventanas. Estamos ante una imagen
pero no adoramos un ramo sino que nos acerca a Dios, igual que a San Juan de la
Cruz, lo acercaban los bosques y praderas.
Se va Jesús montado en su burreta, de la
que su imaginero Vicente Vallés, me dijo hace unos días, que no estaba
terminada.
En este suceder o devenir de pasos,
se aproxima uno que trasciende de paso para llegar a la categoría de
escenario, porque la escena que en él se representa es grande en el tamaño y
grandiosa en su tierra. Recuerdo entre sus restauradores al imaginero Larruy,
autor de tantos bustos de ingenuidad medieval, al tiempo que profunda. Es una
muestra de cómo la imagen subyace en nosotros y en su caso la plasmaba en
madera, y otros hombres las colgamos, en el cuello, en la pared o la plasmamos
en las alturas de los montes. Cristo es hombre y quiere despedirse celebrando
un ágape, igual que se despiden los quintos con lifaras, lava los pies de sus
discípulos como la Magdalena se los ungiera con perfumes.
Es Dios y del pan y del vino, que es
fruto de la vid y del trabajo de los Hombres, hace el milagro de una eterna
permanencia entre nosotros. Aquello sí que fue “un me voy pero no me voy, me
marcho pero me quedo”, un milagro divino por la solución eucarística dada a ese
quedarse, eliminando los sacrificios sangrientos y tratando de evitar los
derramamientos de sangre, en adelante.
Pero nos encontramos como en la primera
semana de la Creación: Dios creó al hombre libre y Jesús dijo: el que quiera
que me siga y el hombre sigue matando, cuando tiene el recurso de beber la
sangre pacífica y divina del cáliz. Pasa ante nosotros un acto humano, el del ágape,
la “lifara” amistosa, con el agua, el pan y el vino de un ecosistema
creado por Dios, el mayor ecologista. ¡Cómo nos avisa el imaginero Mendoza,
creador del paso, del peligro del dinero, tallando a Judas con su bolsa!. Hay
quien trata de desequilibrar; el hombre es libre, ¡que busque su equilibrio en
la imagen profunda que nos hace patente la imagen de madera del imaginero!.
Suena la música fúnebre de los
ministriles, sublimación estética de los alaridos, plañidos y quejas de las
plañideras, que en nuestra tierra existían a nivel institucional y que se
siguen “plañendo”, palabra nuestra, a nivel particular.
Se siente uno como sobrecogido, al
escuchar esas notas que aparentemente misteriosas, se hacen tales por
introducirnos en los misterios sacrosantos, por convertirnos, a los que las
escuchamos, en partícipes del Misterio con que el Verbo nos abarca desde la
Creación, hasta el momento mismo en que uno vive en la acera del Coso, como
viví en otras ocasiones en un balcón de la Calle de Cuatro Reyes, cerca del de
Marieta Pérez. Se siente uno dentro de un equilibrio, amando a Dios, a Cristo,
a la Virgen y a los hombres, que conmigo contemplan el paso de los pasos,
reflejando en sus ojos una luz que es muy antigua, teniendo al mismo tiempo la
esperanza del que tiene futuro, estoy también amando a aquellos penitentes, que
soportando el peso y empujando las sagradas carrozas, son como nuevos Cristos con
sus cruces a cuestas.
Pasan los penitentes que descalzos y
arrastrando cadenas, piden al cielo que libere su espíritu de otras cadenas que
oprimen de dolor, como Cristo en el paso en que se queda solo, rodeado de
olivos, pide a su vez al Padre, ser liberado de trago tan amargo.
Ya viene el prendimiento, cuya imagen
tallara el grausino Coscolla, y el buen Jesús se entrega como manso
cordero, para ser sacrificado.¿ Cuántas víctimas humanas han sido y son
prendidas todavía por dioses-hombres, que se creen poderosos en sus soberbias
mentes?.Si Cristo no les sirve de consuelo a los primeros, y si Cristo no les
sirve de modelo a los segundos, para que nunca ocurran estas cosas, ¿qué
sentido podremos darle a nuestras vidas?. Ya viene Cristo atado a una soberbia
columna y acompañado de penitentes con vistosas túnicas. Ha sido el hombre
atado a los árboles y a piquetes infamantes de los que aún se ven los restos de
uno de ellos en el camino de San Jorge. Los olivos dan paz, los cipreses
reflexión y las columnas equilibrio en los grandes edificios, pero el hombre
sigue atado a columnas y estructuras injustas y humillantes y es flagelado
Cristo y llevan luto los cofrades de la Vera Cruz y brotan las lágrimas de las
santa mujeres, y el arrepentimiento en los corazones, pero todos dejamos para
más adelante el poner en práctica su doctrina. Su doctrina, que es Camino, que
es Verdad y que es Vida y sin embargo van sucediéndose a lo largo de los siglos
doctrinas opresoras de los hombres y la nuestra permanece en el corazón de las
buenas gentes y los niños, pero no reina en el corazón de los hombres
poderosos. Pasa la Coronación de Espinas y me acuerdo del respeto de los niños
a las golondrinas; no dejábamos nido sano y, sin embargo veíamos a esas veloces
aves como seres sagrados, porque decían haber librado a Cristo de las crueles
espinas. La semilla de Cristo caía en nuestros corazones en terreno abonado,
como el observador se da cuenta como el sucesivo paso de las escenas del dolor
de Cristo caen profundas en el corazón de las gentes sencillas que están viendo
pasar la procesión.
¿Qué cizaña impide que el ejemplo de
Cristo cale más en la convivencia de los hombres?. Se tiene uno que rendir a la
evidencia de que aquello que nos enseñaron: mundo, demonio y carne sigue
vigente entre nosotros.
Estamos en la apoteosis del dolor ,van
pasando el Ecce Homo, tallado por Marqués y pasa el nazareno del
escultorOrduna, oprimido por el peso de la Cruz. Los claros clarines quieren
anunciar la muerte del condenado, y no saben que están anunciando su triunfo
sobre la muerte, a pesar de la crueldad del furioso golpear de conteras de
lanzas sobre el pavimento de las calles. Y golpea, reiterativo, el dolor a
Cristo,que cae con la Cruz a cuestas y la masa humana que contempla su dolor,
aquellos hombres que hace tan sólo cinco días lo aclamaban con ramos y con
palmas, ahora callan, pero Cristo ha empezado a reinar en algunos corazones y
el Cirineo le ayuda a pesar de exponerse a ser mal visto por el poder, en tanto
la Verónica pone su delicada nota femenina que alivia la existencia de los
hombres y Cristo además de Dios y hombre verdadero, poeta ensangrentado,
artista e inspirador de artistas, deja plasmado su rostro dejándole a ella y a
nosotros un recuerdo.
Sonarán luego los golpes del martillo
percutiendo tonantes y con cueldad inusitada, a través de las manos en el leño,
implacables como suena las lanzas en el suelo.
Pende Cristo del Arbol de la Cruz y se
queja ante el pueblo:Popule meus, quid fecit tibi au in quo posuit contristare
tibi.
Y el pueblo no responde, responden sólo
golondrinas a las que Dios bendijo y vuelven a cada primavera, no son libres,
pero los hombres, que lo son, hacen que el hombre Dios se sienta sólo: Padre
¿por qué me has abandonado?, pero seguimos abandonando a Cristo, al dejar
abandonados a otros Cristos, que, con nosotros, recorren cada día su
calvario. Pero sí que responden al dolor de Cristo algunos Cirineos y muchas
Verónicas.
A nuestros pasos, sobre todo a los más
pesados, se les fueron colocando ruedas para hacerlos más llevaderos y los
ciudadanos hemos hecho lo mismo; nos hemos provisto de ruedas de automóvil
para, según algunos aumentar el martirio de la vida ciudadana y según otros
para hacer más llevadero el paso de la vida.
Aquí tengo dos programas de la Semana
Santa, el de la Vera Cruz, del Arbol de la Vida y otro que anuncia viajes,
algunos sin retorno, aunque no lo comente que sería el de otro árbol, parecido
al que en el paraíso estaba: el Arbol de la Ciencia, en que se encuentran juntamente,
el bien y el mal. Recordemos, ante la alternativa de estas dos clases de
arboles, a Venancio Fortunato cuando dice: “¡Oh cruz fiel, el más noble de los
arboles; ningún bosque produjo otro igual en hoja, ni en flor ni en fruto!”
Algunos irán a Andalucía, a contemplar
la fe de un pueblo, que manifiesta de un modo más ruidoso su amor a Cristo y a
María y tratan de aliviar su sufrimiento con saetas. Otros irán a la mar, a la
montaña, a gozar de las cosas que el Señor, en la primera semana, nos creará.
Tal vez se pongan a rezar un Padre
Nuestro al recordar, el Viernes Santo que en Huesca está pasando el Santo
Entierro. Algunos por desgracia pasarán un calvario en la misma carretera. ¡
Que esté con ellos la Virgen Dolorosa!.
Yo acudiré en la ciudad de Huesca a
contemplar, desde cualquier rincón, acompañado de la gente, el paso del Cristo
del Perdón para pedirle ese Perdón que necesito, por haberme atrevido a
pregonar esa Semana Santa que va a llegar a Huesca.
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