1,2,3,4,5,6,...............................
Son algo que yo no los comprendo,
pero que al mismo tiempo gobiernan el Mundo. ¿Por qué cuando empezó el Universo
a crecer, lo hizo con una rapidez vertiginosa y que todavía dura su labor
creadora de nuevos “cielos”, como si el hombre siguiese contando, empezando por
el uno hacia un espacio sin fin?. ¿Quién ha estudiado la velocidad con qué se
cuentan los números?, porque cuando siendo yo un niño, un profesor me castigaba
a dibujar una lista numeral, yo los iba escribiendo a toda la velocidad que
podía. Mi cabeza tenía límites en su velocidad “contadora”, pero si yo hubiese
sido un ser de eterna vida, ¿dónde habría llegado la lista de números que
estuviese contando?. Dios es el Ser que vive y que se puso a contar número tras
número y qué resultado de ese contar números uno tras otro, ¿está saliendo al
Universo?. Yo no lo veo, pero cuando me pongo a leer obras de sabios, me hablan
del continuo crecimiento del universo.
Esta carrera contra el tiempo,
hace cada día o cada segundo más larga la lista de números que van señalando el
crecimiento del Universo.
Los hombres somos criaturas de
Dios y tratamos de imitarle en nuestra lenta procesión por el Universo y estamos ligados a la marcha del
Señor, que ya va llegando en sus cálculos al Infinito y los hombres, sus
criaturas, adoramos a los números y la mayoría de ellos, atesoran poseyéndolas
cantidades numerosas y contables de dinero, que les hacen soñar en la felicidad
eterna. Pero la felicidad eterna es únicamente un gozo divino, que hace que los
hombres con su muerte, aquellos dineros que acumularon, y ya no los verán más.
No los verán ya más, porque
nuestros cuerpos que, como hijos de Dios, pasan su vida mortal acumulando en
sus bolsillos, dinero y más dinero, están en el otro Mundo y es Dios el Creador
de los números y Él que como
Creador Todopoderoso, sigue contando números y más números, que no tienen fin
porque el Espacio es Infinito y El usa los números para contar su Imperio
Divino.
¡Oh, el dinero creado por Dios,
que no se acaba nunca y es usado por el hombre, no sólo para hacer crecer su
vida, comprando ropas, viviendas y alimentos y hacer perdurar su muerte en los
cementerios!.
¡Oh, el dinero que es perseguido
por el hombre y que todavía lo busca con “buscadores eléctricos”, persiguiéndolo
por las ruinas ciudadanas y por los
montes y se siente feliz al contemplar sobre sus manos, aquellas monedas, que
ya fueron gozadas por otros antiguos hombres y que quedaron mezcladas con las
ruinas y la tierra!.
Las monedas reales está el Señor
contándolas y está esperando que el
hombre sepa usarlas para que éste pueda circular por el Universo. Y de esta
forma llegará a dar la felicidad a todos los hombres.
He estado a tomar un café y un
amigo mío, antiguo alumno de los Salesianos me ha recitado la poesía ”El uno y
el dos”, escrita por Don Cayetano Fernández a fines del pasado siglo o en
principio de éste. Dice así :”Graves autores contaron-que en el país de los
Ceros-el Uno y el Dos entraron; y, desde luego, trataron-de medrar y hacer
dineros.- Pronto el Uno hizo cosecha,-pues a los Ceros honraba-con amistad muy
estrecha,- y dándoles la derecha,-así el valor aumentaba.- Pero el Dos tiene
otra cuerda,- ¡ todo es orgullo maldito!.- Y con táctica tan lerda,-los ceros
pone a la izquierda,- y así no medraba un pito.- En suma, el humilde Uno-llegó
a hacerse millonario,-mientras el Dos importuno- por su orgullo cual ninguno-
no pasó de un perdulario.- Luego ved con maravilla- en esta fábula ascética,-
que el más bajo, más brilla,-y el que se exalta se humilla- hasta en la misma
Aritmética.
Ya hemos visto como los números
confunden a los hombres con la Sabiduría
de Dios, hasta esta “fábula ascética” entre los números Uno y Dos.
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