martes, 27 de octubre de 2020

Antonio Porta Labata.-

 



Ya son varias las ocasiones en que me encuentro a Antonio en una churrería, comprando chocolate con churros, para dar el desayuno a sus nietos. Hablé con él y me acabé de dar cuenta de que es un hombre al que es preciso ponerle delante el título de don, Si, porque don en su origen romano quiere decir “dominus” o señor y ahora que ya se está perdiendo el uso del don, hay que reconocer que es más necesario que nunca. No sólo es señor porque en medio del trabajo que le dan sus empresas, él se acuerda de sus nietos, de unos niños a los que ama, porque vienen de él y de su esposa, hija de Barraca, nacido en Santa Eulalia de Gállego. Sí, se acuerda de los niños, ahora que tiene nietos, pero se ha acordado siempre de las personas mayores, porque nunca ha podido estar parado en este mundo, sino trabajando en múltiples actividades y cuando se le ocurría alguna actividad,  no decía : “voy  a hacer”, sino “vamos a hacer”. El se acordaba de los hijos de los entonces poseedores de un buen patrimonio de tierra, que a sus hijos no les buscaban trabajo, pero él en aquella empresa de Piensos Porta, buscó trabajo para ¿miles? de  personas, “hombres y mujeres juntamente”. El ponía su nombre delante de la empresa,  pero a su lado trabajaban multitud de personas, por las que luchaba para conseguir su bien y no sólo el suyo, porque a él le basta con poco para ser feliz, ya que viendo a un hijo suyo arreglar un coche o repartiendo chocolate entre sus nietos es la persona más feliz del mundo. El nació en el pequeño pueblo, próximo a Huesca,   de Lascasas y se acuerda de mamar en las ubres de una cabra, a la que cogía cuando volvía de pacer con el ganado, pero no ha abandonado tan rústicas aficiones,  porque todavía cultiva tierras,  a las que riega y se preocupa de ellas, hoy día que el campo está tan  abandonado. Hoy parece que está retirado del trabajo y no es cierto,  porque se preocupa de la empresa Orusa y de la economía no sólo de ella, sino de la de Aragón y aunque siempre sonríe, sufre cuando ve los peligros por los que pasa, la economía de nuestra tierra.

Aquí en Aragón, no nos acordamos de los hombres que han hecho méritos y conseguido el progreso de su tierra, pero a él no le preocupa esa circunstancia, sino que piensa en el bien de los aragoneses, en sus estudios, en sus trabajos y en su porvenir. ¡Ojalá surjan en Aragón muchos patronos como Don Antonio Porta Labata!.

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