Ya son varias las ocasiones en
que me encuentro a Antonio en una churrería, comprando chocolate con churros,
para dar el desayuno a sus nietos. Hablé con él y me acabé de dar cuenta de que
es un hombre al que es preciso ponerle delante el título de don, Si, porque don
en su origen romano quiere decir “dominus” o señor y ahora que ya se está
perdiendo el uso del don, hay que reconocer que es más necesario que nunca. No
sólo es señor porque en medio del trabajo que le dan sus empresas, él se
acuerda de sus nietos, de unos niños a los que ama, porque vienen de él y de su
esposa, hija de Barraca, nacido en Santa Eulalia de Gállego. Sí, se acuerda de
los niños, ahora que tiene nietos, pero se ha acordado siempre de las personas
mayores, porque nunca ha podido estar parado en este mundo, sino trabajando en
múltiples actividades y cuando se le ocurría alguna actividad, no decía : “voy a hacer”, sino “vamos a hacer”. El se
acordaba de los hijos de los entonces poseedores de un buen patrimonio de
tierra, que a sus hijos no les buscaban trabajo, pero él en aquella empresa de
Piensos Porta, buscó trabajo para ¿miles? de
personas, “hombres y mujeres juntamente”. El ponía su nombre delante de
la empresa, pero a su lado trabajaban
multitud de personas, por las que luchaba para conseguir su bien y no sólo el
suyo, porque a él le basta con poco para ser feliz, ya que viendo a un hijo
suyo arreglar un coche o repartiendo chocolate entre sus nietos es la persona
más feliz del mundo. El nació en el pequeño pueblo, próximo a Huesca, de Lascasas y se acuerda de mamar en las
ubres de una cabra, a la que cogía cuando volvía de pacer con el ganado, pero
no ha abandonado tan rústicas aficiones,
porque todavía cultiva tierras, a
las que riega y se preocupa de ellas, hoy día que el campo está tan abandonado. Hoy parece que está retirado del
trabajo y no es cierto, porque se
preocupa de la empresa Orusa y de la economía no sólo de ella, sino de la de
Aragón y aunque siempre sonríe, sufre cuando ve los peligros por los que pasa,
la economía de nuestra tierra.
Aquí en Aragón, no nos acordamos
de los hombres que han hecho méritos y conseguido el progreso de su tierra,
pero a él no le preocupa esa circunstancia, sino que piensa en el bien de los
aragoneses, en sus estudios, en sus trabajos y en su porvenir. ¡Ojalá surjan en
Aragón muchos patronos como Don Antonio Porta Labata!.
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