Voy con frecuencia a ese Centro
de Comunicación de los oscenses,
con autobuses, ferrocarriles y en su entrada, con taxis. Al entrar en
dicho centro de comunicación de los oscenses con sus puntos de trabajo o con
las playas mediterráneas, te encuentras con puestos de periódicos y revistas,
que los viajeros que llegan a esta variada estación de comunicación, compran en
él, revistas, periódicos o diversos productos para endulzar su viaje por
aquellos largos ferrocarriles. Y en esa estación de viajeros, si llegas a ella
antes de acelerar la entrada o salida de trenes o autobuses, contemplas y
escuchas dialogar a unos funcionarios de ese centro de comunicación, que con la
vendedora de prensa y de dulces, se comunican los sucesos que han ocurrido o pronostican
los que van a suceder.
Para entrar en esta Estación de
Autobuses, ferrocarriles y taxis, encuentras antes de atravesar la puerta
principal una fila de taxis, que están en fila, esperando servir a los
ciudadanos, que necesiten utilizarlos. Una vez dentro de la Sala de Espera de
ambas estaciones, a saber la ferroviaria y la de autobuses, siempre encuentras personas
sentadas en varios bancos, para pasar el tiempo a una buena temperatura y
curiosear a los viajeros que sacan sus billetes en las taquillas. Alrededor de
esta Sala, se encuentran, además de las taquillas en las que se venden billetes
para viajar en autobuses, en el lado derecho, entrando en el gran salón de
espera. Frente a dichas taquillas en el otro lado del gran salón se venden los
billetes para subir al tren. A su lado hay
una oficina, que yo no
sé qué objetivo deberá de tener, pero yo sólo sé que
esa oficina la ocupa con frecuencia un funcionario, pero que además de cumplir
sus obligaciones, es un “Poeta”, que se
llama Pepe García CID.
¿Cómo conocí a este señor de tanta poesía y sensibilidad?.
Sencillamente entrando por el Sur, por donde bajan muchos viajeros a un nivel
inferior a tomar el tren y muchos a un nivel superior, entran en el Bar-Comedor.
Muchos son los que comen y beben en aquel comedor tan luminoso y muchos a los que
deslumbra a los que se posan en el Bar, una luz
solar que llena de optimismo a sus espíritus, que penetra en el salón donde
toman lo que les apetece. En el Bar adjunto, se toman en el mostrador o en un
velador un café o almuerzo apetitoso, que apetece tras una cristalera que
además de repartir el Sol por el interior del
Bar, invita a contemplar el amplio paisaje, por el que corren los trenes
hacia otros puntos a los que van destinados.
Estando sentado y tomando un café
en un velador, observaba al señor Don Pepe García Cid, conversando de pie con
compañeros de su trabajo y yo me di cuenta de con qué atención, sus compañeros,
le escuchaban. Yo sentí deseos de oír hablar al señor CID, con su voz sensata y
poética, me levanté de la silla y acudí a entregarle un relato científico,
sobre el correr del tren sobre las vías férreas, que dominaban mis ojos, casi sin poder desviar mi mirada
de su marcha sobre ellas. Yo me apuré al darle un escrito relativo a la
inteligencia del hombre, dominando su facilidad para avanzar sobre el terreno,
con esos aparatos del ferrocarril, que me parecían volar sobre las vías de
hierro. Pero la personalidad de este
Cid, “campeador” que como el Guerrero
Castellano, se emocionó de entusiasmo, al leer lo que yo había escrito en el
citado artículo, sobre la posibilidad de lanzarse velozmente por las vías
férreas.
Yo no quise molestar a sus
compañeros de charla y me volví a sentar en la silla, arrimada al velador donde
había consumido un “cortado”. Pero este Cid de la pluma, se me acercó y me dijo
que antes de marcharme, me acercara a su
oficina.
Así lo hice y este “Cid”, que
domina la escritura, me entregó los siguientes versos: “Qué triste es la
realidad- al contemplar la identidad ,- en la que no te vales”. El poeta con
esa poesía se acordaba de su madre y reflexionaba en esos momentos de ella, escribiendo
:”Postrada en una silla – o recluida en una habitación,-de la que no sales”. “ En avanzado deterioro-contemplo tu
figura.-Desbordado por esta locura- el alma se me abre´”. “A la mente, te llegan - los recuerdos de otra época, que viviste .”
Y al llegar a tu vera-las lágrimas nos ciegan, por revivirte.”
Tu viviste en épocas pasadas y te
acuerdas de tu madre cuando, cabalgando en el moderno ferrocarril, vas mirando
los enormes cielos que nos cubren, donde más arriba todavía te está mirando tu
buena madre, a la que viaja por las alturas y te ve cuando corres sobre el
ferrocarril, desde el cielo, por la tierra.
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