Don
Manuel Almudévar Casaus, de 85 años, fue uno de los hombres que logró detener
la marcha del Ejército Rojo al iniciarse la Guerra de Liberación. El hecho
sucedió en la localidad de Siétamo. El, como sus padres trabajaba la tierra
desde siempre. Hoy reside en Huesca y él mismo, con una memoria prodigiosa, nos
relató así lo sucedido en aquel Julio de 1.936: -Los rojos venían de Barcelona.
En el pueblo-lo recuerdo muy bien- había siete guardias civiles y unos ochenta
paisanos. Mandaba la guarnición el sargento Javierre. Pues bien , el día 18 de
Julio andaba yo pegado a una radio, cuando escuché que había estallado el
Movimiento. Por aquel entonces, Barbastro, a consecuencia de un falso aviso de
rendición de Huesca, dejó paso también al enemigo. El teniente Lahoz, de
Angüés, acompañado de siete u ocho guardias más, hizo frente a las tropas del
Ejército del Este, pero tuvo que retirarse. Decidieron llegar hasta Huesca,
perro antes pasaron por Siétamo. Nos juntamos entonces en la localidad unos 22
guardias y los ochenta paisanos. Y decidimos hacerles frente a los rojos (no al
Ejército español sino a sindicatos revolucionarios). El sargento Javierre
organizó la defensa y colocamos numerosos sacos terreros en las casas que, por
aquella parte del pueblo, dominaban un frente de unos tres o cuatro kilómetros.
La cuenca del río Guatizalema estaba bajo el fuego de nuestros fusiles.
Por
fin, y tras largos días de espera, el día 30 de Julio, a las seis de la mañana,
aparecieron los primeros rojos. A un kilómetro y medio de distancia, iniciaron
el fuego de cañones y ametralladoras. Aquello se convirtió de la noche a la
mañana en un infierno. Pero nosotros no respiramos. No se disparó un sólo tiro
hasta que estuvieron a unos cuatrocientos metros. Los civiles, entonces no , no fallaron un solo disparo.
Aquellos “rojos”, al ver la resistencia ofrecida, no tuvieron más remedio que
acampar. Y nosotros- lo que es la
suerte- no sufrimos un solo herido. Así resistimos hasta el día 31 de julio de
1.936. La víspera realizamos la evacuación total del pueblo. No quedó nadie en
la localidad. Pero al enterarse Huesca de que habíamos abandonado Siétamo, nos
ordenaron que regresáramos inmediatamente. Estaban orgullosos de la gran
defensa que habíamos realizado.
El
día 31, (de julio),como decía, volvieron a atacar. Y así continuamos durante
todo el día y parte de la noche. Los “rojos” entraban y salían del pueblo
alternativamente. Entonces surgieron ya
las bajas y heridos. La resistencia, en
suma, duró hasta el 22 de Agosto. Pero no fue inútil. Gracias al empeño de
aquellos guardias civiles y al sacrificio de los paisanos, hubo tiempo para
preparar las defensas nacionales.
Siétamo
había cumplido con su deber.
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