sábado, 3 de octubre de 2020

La señora gallina.

 

                       


El señor Goyo, vecino del pueblo de Zizur es un hombre enamorado no sólo de las plantas y de sus flores, sino también de los animales. Tiene un jardín en que cultiva juntamente animales y flores, pues de estas me ha dicho que aunque no pueden hablar, pero se les nota inmediatamente de mirarlas, una alegría difícil de describir, pero que ven, igual que el hombre acierta la presencia de Dios en el mundo, De los animales conoce muchos pues es montañés y en la Montaña se ha criado y ha convivido no sólo con personas ,sino con animales. Ha cuidado ovejas, ha ordeñado vacas y ha visto criar perdices y multitud de aves en aquella noble tierra, pero aquí pocos podía criar porque el jardín ciudadano es espacioso, pero no como los montes del Pirineo y está criando loros ,que ha conseguido que le incubasen  tres pequeños loritos, a los que da de comer con su mano, porque los quiere y quiere que sean amigos suyos toda su vida. El macho se le ha escapado, lo que le ha producido disgusto, pero él no interrumpe la educación de los loritos, que pueden expresarse con más claridad que las flores, porque cuando sean mayores tal vez le hablen alguna palabra. Pero lo que más me ha llamado la atención ha sido la gallina que lleva por título este artículo. Es casi enana pero tiene el aire de una señora con su sombrero formado por plumas negras ,en su cabeza, su cuerpo lo luce tapado con sus alas y rematado con  su bella cola y con sus patas no para de escarbar en el suelo de su departamento para buscar alimento para cada uno de sus cinco pollitos, pues cuando encuentra un grano de trigo se abstiene de tragárselo ella ,para que acudan sus pollitos y se alimenten con él y con todos los que durante el día ha encontrado. No para ,va ,viene ,anda y retorna y cruza mil veces por el mismo lugar para buscar comida para sus hijos, mientras ella está delgada.

He observado a Goyo como se sentaba en el suelo frente a la gallina y ésta, parecía tranquilizarse y no corría tanto, es que se conocen y se quieren y la señora gallina no se tiene que preocupar de que le falte pienso para repartir entre los cinco pollitos.

Me decía Goyo que incluso los lobos respetan a aquellas personas que los aman, calculen ustedes el cariño que, aunque parece no verse, existe entre Goyo y su gallina.  

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