lunes, 23 de noviembre de 2020

El Criticón y el Saber Reinando

 


El Criticón lo escribió en Huesca, Baltasar Gracián y en ella fue editado y es que este ilustre jesuita encontró en el Palacio de su amigo Lastanosa, una biblioteca en la que se percató de cómo modelar a los héroes, a los discretos y en especial a las personas corrientes. Para ello, recopilaba aforismos o sentencias agudas y doctrinales, que le guiarían en la escritura de los modos de ser de los hombres; basta recordar El Héroe, El Discreto y más tarde, El Criticón. Pero Gracián no estudia sólo las sentencias de los filósofos y de los escritores, sino que recuerda los refranes populares y entre esas sentencias y estos refranes escribió sus obras que le han dado fama en toda Europa.

Al escribir El Criticón describe cómo las fieras en una isla criaron a un niño, al que llama Andrenio y éste salva la vida a un náufrago, al que pone por nombre Cirilo.

Un caso de esta naturaleza recuerdo que ocurrió en la India, pero aquella criatura no sólo no sabía hablar, sino que no había aprendido a usar sus piernas y sus pies en el andar, cuando éste del que escribe Baltasar Gracián, no sabía hablar, pero cuando lo hizo, expresaba sus recuerdos y la belleza de los paisajes, de las flores y de los peces.

Estaba el náufrago Critilo temiendo, “que enfurecidas las olas, le arrebataban para estrellarse en uno de aquellos escollos”, ”cuando un gallardo joven, alargó sus brazos para recogerle en ellos, asegurándole la dicha con la vida”. Acudió Critilo a los brazos de Andrenio, repitiendo “abrazos y razones, preguntándole de su salud y fortuna, y a nada respondía el asombrado isleño”; se dio cuenta de que ignoraba todas las lenguas del mundo, en aquella isla desierta. El Padre Gracián definía esta situación, con estas bellas palabras:”Crecía en ambos a la par el deseo de saberse las fortunas y las vidas, pero advirtió el entendido náufrago que la falta de un común idioma les tiranizaba esta fruición. Es el hablar efecto grande de la racionalidad, que quien no discurre, no conversa”. Y hay que ver con qué facilidad añade proverbios que confirman sus afirmaciones, cuando uno lee: ”habla, dijo el filósofo, para que te conozca” y anima al hombre a leer los libros de “los sabios varones, ya pasados y nos hablan cada día en sus eternos escritos, iluminando perennemente los venideros”.

Y a medida que Andrenio va perfeccionando su lenguaje, Cirilo le va explicando la luz de la razón, el concierto del Universo, la ambición humana, el sol y la luna, el cielo estrellado y escribe de la Aurora:”Mas ya los clarines de la Aurora, en canto de las aves, comenzaron a hacer suya a la segunda salida del sol, tocando a despejar estrellas y despertar flores”.

El mismo Andrenio, cuando ya sabía hablar algo, le decía Cirilo: ”Me preguntas quien soy yo y yo deseo saberlo de ti” y Baltasar Gracián hizo aparecer en su libro El Criticón al niño Andrenio. Y en la Historia de España ha causado una gran emoción, la aparición en las pantallas, en los altavoces de los aparatos de radio y ante los ojos de los madrileños, del príncipe Felipe celebrando su boda con la también hoy Princesa Letizia. Y, como en el caso de la aparición de Andrenio y de Cirilo, según dijeron al día siguiente en la televisión, que mientras duró dicha boda, no se dejaron de escuchar en la Catedral de la Almudena los bramidos que producían las fieras boiras de una tormenta. El Príncipe es hombre y Andrenio lo fue.

Baltasar Gracián encuentra en el niño sin madre una larga serie de grandezas y de miserias, como cuando comienza su vida con las fieras y dice: ”Lo que me lisonjearon las flores tan fragantes, me entristecieron ya marchitas”.

El Príncipe no es un personaje ignorante ni ha estado sólo y según la académica de la Historia Carmen Iglesias, leía cuando era universitario del cuarto curso de carrera de Derecho, ”los textos de diversos clásicos del siglo XVII y centraban la reflexión de aquel joven universitario”. Habiendo leído obras de sabios del siglo XVII, es lógico que tenga ya conocimiento de la obra de Gracián, El Criticón, escrita en dicho siglo.

Hay un paralelismo entre el Príncipe Felipe y los protagonistas Andremio y Critilo, pues éste se dedicó a enseñarle a su salvador y éste no paraba de preguntarle y le contestaba:”Visto has, hasta ahora, las obras de la naturaleza y admirándolas con razón, verás de hoy adelante las del artificio, que te han de espantar”.

Pero ocurre que el príncipe con todos sus conocimientos, está más capacitado que Andrenio, para comprender lo complejo que es el mundo y son los hombres que lo habitan y es por tanto capaz de dialogar con todos, para que piensen y cambien, a veces, sus opiniones. Seguramente habrá leído o si no, podrá leer la frase de Horacio que le dijo Critilo a Andrenio: “Critilo, medio hay en las cosas, tú no vayas por los extremos”.

Artemio y Critilo también hablaban de casamientos y en cierta ocasión ”convidábanle a un mozo que tomase esposa, y respondió: aún es temprano. Y un viejo: Ya es tarde”. Y el Príncipe ni tarde ni temprano, pero usando la libertad moderna, decidió junto con doña Letizia, que se ha convertido en Princesa de Asturias, contraer matrimonio. Su esposa es periodista, culta, sensible y gran lectora y le hace esperar un nuevo siglo, con un horizonte de porvenir para el pueblo español.

Se han ido de viaje de novios y el primer pueblo que han visitado ha sido el de Albarracín que está cerca de Belmonte, en el que nació Baltasar Gracián. Los héroes Cirilo y Andrenio estuvieron en Huesca visitando la casa del gran amigo suyo, a saber de Lastanosa, situada frente a la iglesia de los jesuitas. “En su puerta estaba un león, que le había convertido en una mansísima oveja. Por los balcones había muchas parleras, digo aves, en conversación”. Unas doncellas ensalzaban a los varones eminentes, ”señalándole a cada uno su puesto el grande apreciador de las eminencias, don Vicente de Lastanosa”.

Entre aquellas eminencias se encontraban don Martín Abarca de Bolea, que vivía en el Castillo-Palacio de Siétamo, su hija doña Ana-Francisca, que llegó a ser Abadesa del Monasterio de Casbas, que se cierra y que llegó a participar en el Certamen Literario, dedicado a la memoria de Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV; estaban también entre los famosos el Cronista del Reino Ustarroz y Fray Jerónimo de San José. Marchó Cirilo muy satisfecho al ser felicitado “porque lo vio convertir un villano zafio en un cortesano galante”.

Como dice el Criticón en su Crisi octava, hay muchos hombres fingidos y describe un partido de un juego que entonces no existía: fútbol, diciendo:”Había un gran partido de pelota…las pelotas eran de viento, tan grandes como cabezas de hombres, que un pelotero llenaba de viento, por ojos y por oídos, dejándolas tan huecas como hinchadas…ya estaba tan alta que se perdía de vista; ya tan baja que iba rodando por los suelos entre el lodo y la basura. De esta modo la fueron peloteando, hasta que cayó en tierra reventada…y tan a su costa ganaron unos y se entretenían todos”.”Estas, dijo Andrenio…parecen cabezas de hombres”. Gracián dice en su libro que los cuadros del pintor El Bosco representaban un mundo loco, pero en la Crisi VI, del segundo tomo de El Criticón escribe sobre el Saber Reinando y discutiendo Cirilo y Andrenio, dijo éste:”Antes suelo yo decir que no hay ave más sagaz ni más política que la paloma”.”¿En qué lo fundas”, le preguntó Critilo y éste respondió:”Como no tiene hiel, donde quiera halla cabida. No sólo no es temida como la de rapiña ni odiada como la serpiente, sino acariciada de todos, alzándose con el agrado de las gentes”, como se ha visto en los lugares que han recorrido. Y añadió palabras en cuanto a la hembra, ”pues con cuatro caricias que le hace el palomo, le obliga a partirse el trabajo de empollar y sacar hijuelos…enseñando a las mujeres bravas a saberse avenir con los maridos”.

Así parece ser la pareja principesca que tiene España y que sabrá seguir la frase de Gracián:”Así que no era otra razón de estado como la sinceridad y la mansedumbre de la paloma, y que ella es la mayor estadista”.

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