viernes, 27 de noviembre de 2020

Santa Cilia de Panzano en la Sierra de Guara

 



En el mes de Septiembre del año 2010, he subido a mi hija Elena, casada con Santiago Adiego y sus dos hijos, Pablo y María, a Santa Cilia de Panzano, situada en la ladera Sur de la Sierra de Guara. Tiene ésta dos cimas de las que la de Guara mide 2076 metros de altura y su “hermana” a la que en Santa Cilia la conocen como Tozal del Cubilar, que tiene 1945. Se ha hecho famosa Santa Cilia, porque, cuando se prohibió lanzar a los campos de los pueblos los cadáveres de las caballerías, vacas y bueyes, cabras y ovejas, con el fin de recogerlas con camiones para la industria de la obtención de proteínas de los cadáveres, se abrió para que las aves carroñeras pudieran seguir viviendo, en la Sierra de Santa Cilia, un comedero, al que acudieran a comer los restos que se les proporcionan. Yo conocía desde hacía años el pueblo de Santa Cilia y a su vecino, entonces pueblo de Bastaras, que pertenecían al Partido Veterinario de Alcalá del Obispo y de Loporzano. Entonces adquirí una gran amistad con Gonzalo Bescós, pariente de los Bescós que vivieron en Bastaras y de donde proceden el Ingeniero Francisco Bescós Lascorz, casado con una hermana de mi abuelo Manuel Almudévar Vallés. Fue este Francisco padre del escritor Silvio Kosti o Manuel Bescós Almudévar. Al llevar a mi familia a contemplar el hasta hace poco tiempo casi abandonado pueblo, en que sólo quedaron catorce habitantes, su iglesia en cuya fachada se dejan ver varios capiteles medievales, la casa de los buitres o museo ,situado en la bóveda donde se puede contemplar toda la vida de las aves carniceras. Arriba se contempla el pico del Cubilar y en sus laderas acuden las aves a comer en una zona rocosa, casi llana con una ligera inclinación hacia abajo, a la que acude desde hace treinta años Manuel Aguilera, un enamorado de la Naturaleza, empujando carretillos para llevar al comedor los restos carniceros de los mataderos, para que se alimenten las aves carroñeras. En aquel pueblo, situado debajo del Tozal del Cubilar, convivieron siempre las bandas de aves carroñeras, con los rebaños de ovejas. Y ahora es mi pariente Gonzalo Bescós el que se dedica a criar corderos o ternascos. Antes subían en verano a apacentar a sus rebaños en los llanos de Cupierto, desde donde se contempla la majestuosidad de los Pirineos, en los que domina en muchas épocas un ambiente delicioso. Está el terreno lleno de dolinas donde brotan los “buchos”, los “erizones” y mucha yerba de pastos. Los ternascos de Gonzalo son auténticos corderos de carne tierna, porque les deja mamar del “braguero” de sus madres hasta que los lleva a Huesca a una carnicería. Y en aquel paisaje conviven los buitres con las ovejas y corderos. Verdaderamente es un paisaje idílico, porque cuando abro la ventana de mi casa de Siétamo, que asoma al sol saliente y miro hacia el oriente por donde sale el sol, contemplo toda la Sierra de Guara, empezando por su pico más alto de unos 2.076 metros, hasta el Tozal del Cubilar, que por escasos metros no llega a los dos mil. Desde esa ventana, me fijo todos los días con más frecuencia que años pasados y veo la enorme mole de piedra, donde se encuentran los restos de un iglesia de la Virgen de Arraro. Aparecen también los restos del Castillo, entre los cuales se ven esas saeteras, “mirillas” o miradores, desde los que observaban el movimiento de los moros por el Sur de la Sierra, a los que más tarde expulsaron de la Comarca. Pueblo era el de Arraro, más elevado que Santa Cilia, pero ahora éste pueblo ha adquirido una gran categoría de punto turístico. Gonzalo invitó a mi familia a merendar en un Restaurante, que una buena señora enamorada del paisaje de Santa Cilia, en la Sierra con los buitres y los corderos, ha levantado en aquellas bellas laderas.

Desde la ventana de mi casa no se ve Santa Cilia, por que por escasos metros la oculta algún tozal de la Sierra, pero al fondo se ven unos caminos por Bastaras,en forma de eses,que llaman la atención y resulta desagradable mirarlas porque parecen un castigo impuesto por algún dueño del pueblo, con tractores mecánicos. Además han desaparecido los restos prehistóricos que estaban por exploran dentro de la Cueva de Chaves.

Dos pueblos que están situados uno junto a otro y Santa Cilia aumenta cada día la belleza de la Sierra de Guara y Bastaras afea sus parajes. Gonzalo Bescós me explicó como los pobladores de pueblos como Nasarre,que se encontraban en la parte Norte de la Sierra, bajaban con sus fuertes mulas, aparejadas con hermosas sillas, atadas con correas y con sus cabestros, llevando sobre sus aparejos patatas, que vendían en Santa Cilia, en Bastaras y en Yaso ,para que la gente las sembrara en sus huertos Y subían otra vez a sus pueblos con pellejos de vino o con aceite, productos que no se criaban en el Norte de la Sierra. En casa de Gonzalo está presente sobre el portal el escudo de los Bescós,con un corazón,que aunque es de piedra,representa el suyo que es sensible y “amoroso”. Me dejó leer la Infanzonía del noble escudo de los Bescós.

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