México es un Pais Hispano Americano,
lleno de misterios y de narraciones, que convierten en multitud de teorías antiquísimas, los
orígenes de la Virgen de Guadalupe. Esas leyendas prehistóricas están basadas
en el águila y en la serpiente. Estas dos figuras “han sido siempre binomios
inseparables de la mexicanidad, a la vez que la representación de las potencias
femeninas terrestre-lunares. Son cielo y tierra de este país”. En aquel
entonces la “misa macabra era obligatoria”. No había libertad personal y todos
esperaban la muerte, pues había días que marcaban esa muerte, unos días para
hombres y otros para mujeres. No se tenía en cuenta la edad de las víctimas,
sin tener en cuenta su edad y esto ocurría más en clases sociales de media o
baja escala. Tanto era así que había pueblos que pagaban sus obligaciones de
hacer morir a hombres, doncellas y niños, para que no faltara en el culto a los
dioses sangre humana. El fraile Fray Bernardino de Sahahún, contaba como muchos
parientes de las víctimas, lloraban y mantenían grandes penas en sus corazones.
Colón, el descubridor de América,
dice de él, el autor del libro Mario Carranza, que tendría que trabajar como un
ciego.”Los ojos del descubridor sangraban mientras él se empeñaba en ver
aparecer el citado continente. Llegó a decir…“Tanto tiempo sin vista…se me
dañaron los ojos…Se me rompieron de sangre…Y con tantos dolores…”, estaba
empeñado en encontrar tales tesoros”.
Cuando Colón desembarcó en aquel
continente mágico se arrodilló con sus compañeros, como él, descubridores de
aquel continente, del que esperaban oro. Cuando se levantaron del suelo,
observó que los indios escondían “polvos de hechizos”. Este fue el primer
contacto con el tabaco. Fumaban no por placer, sino para exorcizar a los
españoles que estaban invadiendo su país.
El caballero Colón aun tuvo que
pasar unos veinte años y ver como se sacrificaban cientos de miles de vidas,
antes de que Hernán Cortés, “llegara al corazón de la Guadalupe, bestia
mejicana y la borrara de la faz del continente de la Luna, el americano”.
Costó un periodo de doce años el
tiempo pasado para que la Virgen de Guadalupe se apareciera al pueblo mejicano,
que estuvo representado en la aparición, por el humilde de sus hijos, a saber:
el brujo Juan Diego. Este indio se encontró con la Virgen María, que convirtió
a Méjico en el “Reino de la Virgen de
Guadalupe”.
Hernán Cortés tenía un Santo
Domingo con porvenir que llevaba a ser criado de las alturas, al mismo tiempo a
ser incomprendido por sus contemporáneos. Según unos fue un
hombre bueno, pero nadie supo darse cuenta de la magnificencia de su espíritu,
que dice el autor de la obra de esta historia, a saber Mario Carranza. Pero
después de una lucha tremenda, murió en España y no se sabe si se daría cuenta
de que aquellos cielos y suelos, ya no serían suyos .”No hubo quien hallara el
significado …del influjo que ejercía en su ánimo la irrealidad de la joven judía”, acompañado por las predicciones
de la gitana. Se marchó de México, escribiendo a don Nicolás Obando,
gobernador de la isla de Santo Domingo.
Entre
tanto, en México: “ la apocalíptica Tereaquilla debía ser de Guadalupe” y se
relacionaba con el dinero,”pero el obispo Zumárraga no buscaba desviar dineros.
En este sentido alcanzó la santidad del absoluto desprecio a lo material. Pero
tampoco quería más deidades indias”. El
era enemigo de la idolatría, pues el pueblo era un soñador con la Virgen de
Guadalupe. Encontraba el obispo
Zumárraga una correspondencia, de la Virgen de Guadalupe con una mujer
que se describe en el capítulo doce del Apocalipsis.
Fray Juan de Zumárraga decía que
la advocación de Virgen de Guadalupe, avanzaba en la conversión “de tantos
indios que aún se mostraban reticentes”.
Aquella devoción a la Virgen,
hizo que muchos indios se suicidaban por no tener hijos, que podían ser
sacrificados por el Imperio Indio. Al mismo tiempo les daba horror el deseo
ardiente de oro por parte de los invasores.
Pero al fin, se dieron cuenta de
que Dios no reclamaba sangre sino amor, que le devolvían los indios con la Madre
Celestial.
En la homilía que dio en 2.002 en
Mexico, Juan Pablo II relacionó a la Virgen de Guadalupe con la identidad
mexicana.
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