El día nueve de Agosto, por la
mañana, acompañé a mis hijos a las Ferias, igual que en Bentué de Rasal,
soltaban sus cabras por el monte. Yo me acomodé en una silla de un Bar, de los
veladores qué protegidos por los
Porches, se ofrecen a los clientes. Era una temprana hora, en la que se espera
el estallido del primer cohete, que alegra el ambiente. La juventud se
encuentra en la Plaza Mayor de la Catedral y del Ayuntamiento. Pero los
abuelos, abuelas y padres acompañados de sus niños y niñas, ilusionados, van
ocupando cada uno de los distintos puestos, en los dos Cosos. Los porches, ¡qué
raro!, desde las once hasta el medio
día, se han quedado vacíos. Va llegando algún automóvil despistado, por el
Coso, qué a base de paciencia y amabilidad por parte del público, va dando
marcha a su vehículo volviendo su coche hacia Santo Domingo. Se repite el paso
de otros coches y luego ya no pasa ninguno. Un perro sin cola y como extrañado
de observar tanto bullicio, va caminando por la calle.
Al velador donde yo estoy
esperando a mis hijos, van llegando hombres y mujeres de algún barrio de Huesca, que acuden a contemplar a los Danzantes que
pasarán por el Coso y buscan algún velador donde esperar el paso de la
Procesión de San Lorenzo. En aquella zona de mesas de Bar, se habla de todo; si
al principio no te conocen, se acaba el silencio, declarándose todos en medios
familiares o conocidos. Uno exclama: yo conocía a un vecino de tu pueblo, a
cuyo entierro acudí, pero no era antipático, porque cuando se moría dijo: si
vais a la procesión de San Lorenzo, éste al que veis, no es un entierro de San
Lorenzo, porque era un “tronera”, un santo vivo y simpático. Y exclamó: estad juntos el día de
San Lorenzo, que gracias a Dios, eso no
es un entierro, si no una procesión Uno de los asistentes, que ya era viejo, exclamó:
¡cómo me emocionáis hablando de mi difunto hijo!. Se nublan un poco los ojos y
dura un escaso tiempo, un ambiente triste de cuando vi volar la vida de mi amigo.
Se acomodan junto a nosotros unos
miembros de una familia alemana y un matrimonio de boticararios jubilados. La farmacéutica, lleva albahaca,
que con su aroma alegra más ese ambiente. La alemana con su rostro lucido,
bello y atractivo, acaricia la albahaca con sus dedos, como aquella que
pregunta que es aquel ramo verde y oloroso. Le llamaba su atención ver a todo
el mundo adornado y perfumado con esa planta. La señora, muy amable, da el ramo a oler y le
ofrece a la alemana la mitad del ramo, como hizo San Martín con su propia capa.
El boticario, hombre culto y conocedor de las plantas, le dice el nombre de la albahaca
en inglés. No me acuerdo del nombre que le apliqué a la planta y menos se lo
pude decir en inglés, pues no me acuerdo de cuando San Lorenzo no podía decír esa palabra en Inglés. Sonó por fin el primer
cohete. Una banda de grallas (mal augurio de fiestas), se asustó y marchó
volando por el aire. Pero este pequeño susto, desapareció cuando vi volando una
banda más grande de palomas, que anidan cada día con su noche en la Torre de
San Lorenzo.
Van llegando las fiestas de los
gigantes y los cabezudos, los gigantes tan hieráticos como siempre. No habían
cambiado las ilusiones de los oscenses, que esperaban venerar a San Lorenzo,
que ya lo van bajando de la Catedral a San Lorenzo.
Suena el primer cohete. Una banda de grallas
(mal augurio de fiestas) se espanta, pero este pequeño susto, se convierte en
alegría al contemplar por el aire una bandada mayor que la de grallas, es decir
de las palomas, que anidan en el edificio de San Lorenzo. Proclamaban su
alegría con su vuelo de que su dueño del Templo que era también su domicilio,
se dirigían por el aire a las calles y desde el aire,
contemplaban como acudía San Lorenzo a su iglesia.
Van llegando
por el Coso Alto, los gigantes y los cabezudos, que quieren alegrar al
Patrono, acompañándolo a su Basílica. Esos gigantes y cabezudos, aparecen tan
hieráticos como siempre. No ha cambiado su aspecto desde que yo era un niño y
yo recuerdo como un sastre que fue Concejal del
Ayuntamiento, les renovó sus ropas.
Ya son ruidosas las “charangas” y
perdiendo la compostura de estar sentado en un velador, me subo encima de una
silla, para ver pasar las carrozas, las bandas de Música, los Danzaires de
Cervera y otros más espontáneos. En una carroza luce su tipo una señorita de la
que dicen que es feminista, y a mí me parece que lo es mucho.
Cuando acaba de pasar la Cabalgata, sus seguidores invaden los Porches, se rompe la intimidad de los asistentes a las mesas, invadiendo los Porches y uno se encuentra con una multitud de conocidos.Se respira un aroma de albaca en la ciudad.
Pero ¿qué pasa en este Mundo, que
en el año de 2.020, no ha salido San Lorenzo de su Basílica, ni lo han
acompañado desde la Catedral a su Templo, ni lo han acompañado danzantes, ni se
ha contemplado el vuelo de las palomas volando sobre el Coso, por el que
participaban en la procesión de San Lorenzo?.
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