domingo, 22 de noviembre de 2020

El paso del tiempo por la Fuente del Ángel



El día ocho de enero de 2010 me encontré a mi amigo Manuel Bescós Royán, en el parque, debajo de donde antes manaba la Fuente del Ángel. Hemos conversado de aquellas veces en que también nos encontrábamos caminando por el camino que comunicaba aquella fuente con Huesca y a ésta con otros que conducían, uno a Obras Públicas, otro a la Torre de Casaus y a la Torre de Bescós, donde vivía Manolo con sus padres y con sus numerosos hermanos, pues eran unos diez. Todos eran rubios o "royencos", palabra aragonesa equivalente a la castellana. Su madre tenía el apellido occitano de Royán, que se derriba del color rubiáceo de su familia. El padre de los hermanos Bescós, tenía la misma procedencia que María Cruz Bescós, escritora de una gran cultura e hija de Silvio Kosty, realmente llamado Manuel Bescós Almudévar, pues su padre ingeniero nacido en Santa Cilia de Panzano, se casó con una Almudévar, hermana de mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, de Siétamo. Manuel Bescós estaba poco informado del origen de su apellido, ya que su padre era huérfano desde los seis o siete años de su edad y fue la misma María Cruz Bescós la que le informó de que ella era su tía y le prometió que le daría el hermoso hogar de mármol, con cuyas brasas calentaba el piso. Murió, pero no le dio nada, lo llevó en alguna ocasión a tomar un café a su casa, frente a esos enormes árboles plataneros, que todavía se elevan hacia arriba, por la protesta que levantó María Cruz Bescós, cuando el Ayuntamiento los iba a talar. A mí tampoco me dio nada, pero José Enrique Palacio de Pertusa, acordándose de mi parentesco con la autora me entregó un libro de María Cruz, que le habían dado, cuando su autora murió. Cuando salías de Barrio Nuevo, por el Instituto de Higiene, ya se había acabado la ciudad, pues todo eran campos y por encima del Parque, siguiendo un camino llegabas a una depresión del terreno, donde se encontraba la Fuente del Ángel. Allí, durante la Guerra Civil, acudí yo alguna vez, acompañado por una familia que vivía frente a las Capuchinas, a buscar agua para beber, porque el suministro, estaba cortado. Cuando iba yo a ver a mis tíos a la Torre de Casaus, una vez pasada la vía del ferrocarril, a veces me encontraba con Manolo que iba a la ciudad, desde la Torre de Bescós, donde vivía. En esas caminatas, nos dábamos cuenta de que se iban construyendo nuevos edificios, como por ejemplo el de la Seguridad Social, donde en cierta ocasión, dijeron que habían encontrado una mina de mercurio. Parece ser que se trataba de algún aparato, quizá algún termómetro romano, que se rompió y allí quedó el mercurio. Pero no sólo quedaron restos romanos, sino que un peón, al que yo conocí, encontró muchas monedas medievales, que me parece recordar que eran de los moros. Estuvo el pobre hombre en la cárcel, pero al fin le pagaron alguna cantidad, que le correspondía por haber encontrado tal tesoro. Manolo después de más de cincuenta años, me recordó lo del mercurio y yo le recordé lo de las monedas. Manolo es pariente de Casa Claraco, cuyo dueño labrador oscense es un gran devoto de la Virgen de Jara, a la que dejó un campo para acoger a los oscenses cuando van de romería. ¡Cuántos años sin hablar de Huesca y qué alegría nos ha producido, la conversación de hoy! ¡Qué gran oscense de casta, el Manolo Bescós!

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